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Viajar

Cinco planes imperdibles de Curazao

La mayoría de hoteles ofrece planes de bodas, desde 2.000 dólares hasta 50.000.

La mayoría de hoteles ofrece planes de bodas, desde 2.000 dólares hasta 50.000.

Foto:Julián Espinosa / ELTIEMPO

Este paraíso de 444 kilómetros cuadrados heredó la arquitectura holandesa y los colores del Caribe. 

Un fragmento de Europa sembrado en el Caribe, eso es Curazao y también lo son sus compañeras Aruba y Bonaire, las tres Antillas Holandesas conocidas como ABC, por sus iniciales.
En un vuelo que no dura más de dos horas desde Bogotá se llega a esta, la más grande de las Antillas, que está fuera de la zona de los huracanes, que en ciertas temporadas del año azotan a sus vecinas ubicadas más al norte. Esto la hace privilegiada a la hora de pensar en un destino de vacaciones en cualquier época del año. Su temperatura es de 27 grados centígrados, en promedio, y hay una brisa constante que mantiene lejos el sofocante calor.
Los 444 kilómetros cuadrados de Curazao son una torre de Babel, en donde los locales entienden español, inglés, holandés, portugués o francés, pues hablan papiamento, una mezcla de todos los anteriores.
La isla puede ser romántica, ecológica, deportiva, frenética o tranquila. Así que casarse en Curazao, ir de luna de miel, hacer un plan de amigas o amigos para desestresarse o viajar con toda la familia son planes siempre bienvenidos. Estas son cinco opciones imperdibles para disfrutar esta isla.

Visitar el acuario

Cada media hora y a lo largo de todo el día, en el Sea Aquarium de la isla hay un show protagonizado por los leones marinos. Una instructora explica en inglés, español y holandés las diferencias anatómicas entre estos leones y las focas, que suelen confundirse por su parecido físico. Los delfines, que recuerdan con sus movimientos a bailarinas de ballet, se roban también muchos de los aplausos. Con los 21 dólares del ingreso el público puede, además, alimentar a los tiburones gato, los flamencos y las rayas. Al lado del acuario se extiende una de las playas más bellas de la isla con restaurantes y bares para el final de la tarde. Una hamburguesa gourmet en Hemingway, un coctel a base de Blue Curazao (el licor original de la isla hecho con cáscaras de naranja) o una piña colada y la playa son la mejor combinación.

Comer, comer y comer

En Curazao comer bien hace parte de los planes imperdibles. Los amantes de la buena mesa estarán en el paraíso. La isla tiene una gastronomía rica en productos y recetas de Europa pero con un toque caribeño, esa mezcla logra platos tan increíbles como el surf and turf que sirven en el Saint Tropez Oceanclub, un risotto con filete de carne y camarones.
El restaurante con una terraza sobre el mar, un bar lounge al lado de la piscina y buena música, tiene una extensa carta de cocteles.
Para degustar el mahi mahi fish (plato típico de Curazao) está el Xquisit, el romántico restaurante del hotel Renaissence, que ofrece un menú de tres platos y una carta de vinos para pasar toda la noche en el lugar.
No se pierda Oporto, no solo por la comida sino porque es un sitio único, está en una plataforma sobre la bahía de Willemstad. Ideal para cenar.
Y antes de cruzar el puente Queen Emma, en Otrabanda está De Gouverneur, otrora vivienda de los gobernadores holandeses designados a la isla, ahora una casona ideal para probar el queso Gouda relleno de pollo.
Para los antojos de hamburguesas, pinchos y langostinos está Green House. En el desayuno no puede faltar una buen porción de quesos holandeses. Los precios varían entre los 10 y 40 dólares por plato

Caminar por Willemstad

En 1997, Willemstad, capital de Curazao, fue declarada patrimonio de la humanidad por Unesco. La postal más conocida de esta ciudad, que tiene 160.000 habitantes, son las fachadas coloridas de los edificios que se aprecian desde el puente Queen Emma, el mismo que se abre para dar paso a los buques que entran al corazón de la isla para dejar o recoger contenedores, transportar hidrocarburos refinados o para ser reparados en un astillero. Al pasar el puente hacia el este se llega al centro histórico, con sus tiendas, bares y restaurantes. Caminar por los barrios es ideal para apreciar las fachadas y las coloridas luces de la calle. El barrio Pietermaai es un ícono y conserva la historia de las primeras familias holandesas que llegaron a la isla. Las casas, hoteles, bares y restaurantes tienen inscritas las fechas y nombres de sus primeros ladrillos y propietarios.

Practicar deportes

En una tabla similar a la de surf, pero especial para practicar yoga en el agua, se levantan asustadas las primerizas alumnas a saludar al sol. En una bahía de agua azul cielo Liberty Suárez, maestra de yoga, da instrucciones de cómo respirar, levantar los brazos o piernas y mantenerse sobre la tabla al mismo tiempo. Minutos después de iniciada la clase ya hay más confianza para hacer posiciones complejas. Levantar los brazos, cerrar los ojos, escuchar las olas y disfrutar. La escena ocurre en la playa del Santa Bárbara Beach and Golf Resort Curaçao, un hotel de lujo que es un destino en sí mismo.
Los amantes del golf tienen una parada obligada. El campo de 18 hoyos diseñado por Pete Dye ha sido calificado como uno de los mejores del Caribe. En algunos torneos se habilita un punto de tiro desde Tefelberg, la segunda montaña más alta de la isla, que además es una mina de mármol y le suma exuberancia al verde intenso del campo cortado en el horizonte por el azul marino. También hay clases de tenis y paseos en bicicleta o caminatas por el predio donde además existe una extensa plantación de aloe vera.
Si se busca un plan más tranquilo, Atabei Spa ofrece masajes, tratamientos de belleza y rituales de recuperación corporal que pueden durar hasta cinco horas. Los precios oscilan entre los 25 y 500 dólares.
Las manos mágicas las tienen también Ann Marie y Juniari, las anfitrionas del Spa Natural Blends Esthetics del hotel Renaissence Resort.
En un toldo en la playa suena música relajante, al fondo se escuchan las olas y la brisa. El olor de la sal se mezcla con una aroma dulce de hierbas, frutas y eucalipto. Ann Marie destraba los nudos de la espalda con fuerza y cierra el masaje frotando rocas volcánicas calientes en todo el cuerpo que anuncian el final del masaje y que sigue la exfoliación para dejar la piel limpia y suave.
El spa con tratamientos desde 17 dólares hasta 140 se caracteriza por el uso de piedras calientes para garantizar más relajación y de aceites y cremas naturales que se fabrican solo con productos del jardín botánico de la isla.

Nadar con tortugas

En playa Grandi, al extremo oeste de la isla, es posible hacer esnórquel y nadar con tortugas. Estos reptiles que superan los 100 años de edad se sumergen y en intervalos de 4 a 10 minutos salen a la superficie a tomar aire para seguir con su búsqueda, pasando a centímetros de los turistas y mostrando su tamaño de hasta metro y medio. También pueden verse desde el muelle.
Playa Grandi es una de las paradas del recorrido en el Pelican, un bote que parte del acuario y recorre en cinco horas la costa sur hasta llegar al extremo oeste. La ruta incluye una parada en la cueva Blue Room, donde el reflejo del sol deja ver peces de cuerpos plateados brillantes.
El Pelican ofrece planes como ver el atardecer, visitar lugares emblemáticos de la costa y avistar delfines por 25 a 75 dólares por persona. Es indispensable el uso de bloqueador solar. El almuerzo va por cuenta del capitán y su tripulación, que preparan un asado de tres carnes o pescado, si así se prefiere, y jugos o gaseosa. Después de la segunda parada se disfruta a bordo un par de cervezas o copas de vino. En el recorrido se ven las 35 playas de la isla para escoger algunas y regresar al día siguiente a disfrutarlas.
*Invitación de la Oficina de Turismo de Curazao.
VALENTINA OBANDO
Enviada especial de EL TIEMPO*
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