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Medio Ambiente

Sostenibilidad ambiental del café también depende de los consumidores

Cultivar café, más que un negocio sostenible, es una vocación nutrida por la identidad nacional.

Cultivar café, más que un negocio sostenible, es una vocación nutrida por la identidad nacional.

Foto:Archivo particular

Cultivar café, más que un negocio sostenible, es una vocación nutrida por la identidad nacional.

El café acompaña a toda hora a miles de colombianos. Algunos consumen la primera taza antes del desayuno y la última a pocos minutos de irse a dormir. Otros lo beben de sobremesa, como acompañante de la lectura o lo usan de excusa para compartir un rato de tertulia. Cualquier momento es adecuado para tomarlo y parece estar siempre disponible, aún en zonas aisladas geográficamente, donde rara vez falta un paquete del grano tostado y molido.
Sin embargo, el hecho de que sea abundante y se pueda comprar en la tienda de la esquina no significa que su producción sea fácil. Detrás de cada taza se encuentra el trabajo de decenas de personas, en una cadena de delicados procesos que no son necesariamente rentables. En Colombia, y en varios países, cultivar café, más que un negocio sostenible, es una vocación nutrida por la identidad nacional y las tradiciones.
A principios del milenio, la industria cafetera sufrió una crisis mundial que repercutió en Colombia de múltiples formas. Según recuentos de esa reciente historia y análisis hechos por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), cuando los precios se desplomaron, más de 500 mil familias colombianas productoras se vieron afectadas económicamente y sumaron esta complicación a otras frecuentes como el envejecimiento de las plantaciones y problemas climáticos que incrementaban las plagas en los cafetales; todo un conjunto de circunstancias que deterioraron la calidad de vida de las comunidades caficultoras.
Los hijos de los campesinos abandonaron poco a poco la tradición y buscaron actividades económicas más agradecidas. Mantener la tradición y hacer del café un producto sostenible y rentable se convirtió desde entonces en un desafío.
La delicada situación de la caficultura llevó a grandes compañías, entidades gubernamentales y pequeños empresarios a implementar estrategias para lograr que el negocio beneficie a todos en la cadena de producción y sea sostenible en el ámbito social, económico y ambiental.
Múltiples estudios realizados desde hace más de 15 años por organizaciones cafeteras nacionales e internacionales como la Organización Internacional del Café, OIC, y el Centro Nacional de Investigaciones de Café, Cenicafé, han señalado diversas acciones que pueden llevar a la sostenibilidad.
Esto significa tomar acciones para lograr el respeto a la integridad de los trabajadores de las comunidades productoras y el desarrollo y mejora de su calidad de vida, hacer del café un producto comercialmente competitivo que supla las necesidades de los productores y, al mismo tiempo, lograr que la producción sea ecológica. Por un lado, las grandes empresas han realizado cambios en su estructura productiva para perseguir esos objetivos y, por otro, se han creado cientos de marcas y líneas dedicadas a los cafés especiales y de origen, que facilitan el comercio justo.
En el caso ambiental, uno de los más sonados en estos tiempos, la sostenibilidad requiere la preservación de la biodiversidad y de los suelos y, para esto, la reducción de agroquímicos e insumos para la producción y el control de enfermedades y plagas. También es indispensable la protección de las cuencas, que implica evitar el desperdicio e implementar métodos más eficaces en el beneficio del café, todo un cambio de cultura en el manejo del agua.
Hacer del café sostenible ambientalmente también representa hacer esta actividad económica más atractiva que otras que representan mayores impactos ambientales y transformar a los cafetales en fábricas de agua y oxígeno.
En la actualidad, pocos consumidores pueden y están dispuestos a pagar el precio de lo que representa la sostenibilidad. No obstante, la mayoría tiene el poder de cambiar los patrones de consumo mediante la compra consciente del café, al investigar los métodos de producción de su marca favorita y apoyar a quienes velan por que la producción cafetera vaya de la mano con la mejora de la calidad de vida de las comunidades y la preservación del medio ambiente.
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