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Educación

La hiperpaternidad crea una ‘generación blandita’

Los papás creen que los están ayudando, pero el daño que 
les causan es sencillamente monumental.

Los papás creen que los están ayudando, pero el daño que les causan es sencillamente monumental.

Foto:123RF

Los padres que hacen todo a sus hijos están creando una juventud incapaz de resolver problemas.

Algo no encaja en el método con el que muchos padres están educando hoy a sus hijos. Aunque la gran mayoría de los papás actuales tuvieron una formación rígida y aprendieron que las metas y las cosas solo se conseguían con esfuerzo, se han pasado al lado opuesto y hoy se han vuelto extremadamente permisivos y sobreprotectores con sus hijos.
Con tal de que sus niños no ‘sufran’, estos padres les hacen las tareas escolares, les resuelven hasta el más mínimo problema cotidiano, les suministran lo que haga falta y llegan al extremo de escogerles las amistades.
La periodista y escritora española Eva Millet describe este fenómeno como la ‘hiperpaternidad’, una especie de padres y madres “helicóptero”, pero que no se limitan a cargarles el morral a sus hijos hasta la puerta del colegio: les quieren suplir todas sus necesidades.
Esta manera de educar, asegura Millet, ha vuelto a los hijos más cómodos y blandos; y, en su concepto, en este momento nos tenemos que enfrentar a una generación que se ha levantado dependiendo de sus padres de forma excesiva, niños y jóvenes incapaces de afrontar los problemas más comunes de la vida. Una sobreprotección que, a largo plazo, dice, será desastrosa para el futuro de esos niños.
Millet, autora del libro ‘Hiperpaternidad’, defiende la tesis de que los padres de hoy están formando una ‘generación blandita’, de niños muy consentidos y de carácter débil.
En declaraciones a varios medios ibéricos, Millet ha manifestado que la exagerada protección de los padres “termina generando adolescentes inseguros, con escasa tolerancia a la frustración y poco resolutivos”.
Esta forma de actuar de los padres parece obedecer a una mentalidad que se ha generalizado: los padres no quieren que sus hijos pasen las mismas dificultades que ellos pasaron.
Sandra Patricia Varela Londoño, directora del programa de Licenciatura en Educación Infantil de la Universidad de La Sabana, sostiene que existen 4 tipos de estilos parentales: democrático, autoritario, negligente y sobreprotector, y este último es el que más practican los padres hoy en día.
“El sobreprotector es un estilo que se caracteriza por una alta calidez y un bajo control sobre los hijos”, asegura. Y afirma que, de alguna forma, es el estilo de los padres que buscan compensar el tiempo que no pueden pasar con los niños y tratan de darles todo aquello que ellos no tuvieron en su infancia.
“Puede responder a un cambio generacional en el que padres que tuvieron menos recursos durante su infancia se proponen dar todo y evitar cualquier sufrimiento a sus hijos”, dice Varela.
Juana Chacón Rojas, psicopedagoga y rectora del Liceo Campestre Freinet del Norte, ha advertido en su trabajo de psicopedagoga un aumento de padres y niños con este tipo de comportamiento.
Dice que es comprensible que los padres quieran lo mejor para sus hijos, pero todo tiene un límite, y pasar esa marca supone más un problema que una solución para el niño.

Como adultos no van a ser capaces de solucionar dificultades

“Pienso que es contraproducente. En cierta medida, hay que estar presente para enseñarle al niño a solucionar cosas, pero también permitirle que enfrente esas situaciones difíciles y que genere estrategias de solución. Los niños que están creciendo con papás que les están solucionando todo, como adultos no van a ser capaces de solucionar dificultades”, afirma.
Muchas veces, agrega Chacón Rojas, la sobreprotección de estos padres ha llevado a que los niños aprendan valores pobres que no tienen nada que ver con el esfuerzo.
Aunque ella no cree que sea el denominador común, la misma sensación tiene la psicoterapeuta Claudia Jiménez Chacón, experta en infancia, adolescencia y familia.
Afirma que la sociedad ha asistido a una transición de una educación autoritaria –en la que el castigo físico no era considerado un maltrato– a métodos de formación que ella prefiere llamar más “flexibles”.
“Los padres pretenden hacerse más amigables y olvidan establecer roles. El niño termina decidiendo qué se hace o no, porque es poco claro el límite entre él y el adulto”, asegura Jiménez Chacón.
“En este contexto permisivo –agrega la experta–, los niños y jóvenes terminan haciendo lo que quieren, sin normas claras o muy flexibles. Se vuelven más frágiles en contextos externos al sistema familiar y se sienten más impactados ante pequeñas crisis y conflictos”.
“Como los papás hacen todo por ellos, cada vez que hay un obstáculo y no tienen un adulto que los ayude a resolverlo, se desmoronan”, sostiene Millet.
Para la escritora y periodista, uno de los hechos sintomáticos de ese fenómeno ocurrió en noviembre del año pasado, en España, cuando la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres del Alumnado convocó la primera huelga nacional para no hacer las tareas de sus hijos.
En opinión de Jiménez Chacón, la actitud de los padres ‘helicóptero’ no hace más que afectar la autonomía, que se alimentan afrontando las pequeñas dificultades del día a día.
“Estamos viendo más inestabilidad emocional y de poder generar alternativas para resolver problemas y persistir en objetivos o metas”, sostiene.
“En lo académico y laboral se nota una tendencia a la deserción y la evasión, a no mantenerse en una causa, a la inestabilidad”, asegura la terapeuta.
“Es cada vez más frecuente encontrarnos con universitarios que llaman a sus madres desde la cola del comedor porque no saben qué menú elegir”, cuenta Millet.
Incluso, agrega la periodista y escritora, “ya hay niños que, al caerse, no se levantan: esperan esa mano siempre atenta que tirará de ellos”.

Justificados y sin responsabilidades

Juana Chacón Rojas, psicopedagoga y rectora Liceo Campestre Freinet del Norte de Bogotá.
¿En su trabajo diario advierte muchos casos de niños a los que sus padres les resuelven todo?
Sí, todo el tiempo. Los papás justifican los comportamientos de esos niños. No aceptan que se les haga un llamado de atención, justifican al hijo cuando no logra cumplir con sus obligaciones. El papá pone el pecho ante las situaciones que se generan por comportamientos de los niños y no deja que el niño asuma sus responsabilidades; son muchachos que cometen errores frecuentemente y como siempre están los padres para solucionarlos no aprenden cuáles son las consecuencias de esos actos.
¿Qué puede acarrear este tipo de educación?
Vemos muchachos que tienen todos los recursos económicos y las posibilidades de ser buenos ciudadanos, pero como siempre les taparon situaciones y no se les permitieron asumir responsabilidades por sus actos, pasan por la vida haciendo lo que quieren. Siempre van a tener quién los defienda, quién ponga la cara por ellos. No aprenden a respetar normas, no hay respeto ni claridad frente a una figura de autoridad.
¿Qué se puede hacer desde el colegio?
Es trabajo, casa y colegio. Si el papá no le permite al niño desarrollar su personalidad y asumir las consecuencias y entender que en cada sitio hay una norma y una regla por respetar, y si el papá siempre está defendiendo o asumiendo los problemas del niño, el mensaje que se le da al pequeño es que puede hacer lo que quiera, donde quiera.
Cuando un papá decide tener hijos, tiene que entender que debe orientarlos y que le hace mal al niño si no le permite generar estrategias, si no le permite solucionar, si todo está a la mano siempre, si pierde una materia y el papá lo excusa o si comete fraude en un examen y no le permite enfrentarse a la situación y a las consecuencias que eso conlleva.
Nos ha pasado con papás que cuando se les llama la atención al niño, se ponen bravos, lo excusan, piensan que los demás están atropellando a su hijo. Pienso que es un trabajo que se debe hacer tanto desde la casa como desde el colegio.
¿Y de qué manera?
Hay muchas herramientas que los colegios usan, como los talleres y escuelas de padres. A veces los papás asumen todas las obligaciones económicas, pero no les gusta participar de los procesos formativos. Es importante que desde que los papás elijan una institución educativa se comprometan a caminar de la mano con esa institución. Que aprendan que hay unas normas y un manual de convivencia que se deben seguir.
REDACCIÓN DOMINGO
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