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Educación

Cómo usar 'debe' y 'debe de' /En defensa del idioma

Es mucho más adecuado escribir y decir "de acuerdo con tu propuesta..." que "de acuerdo a tu propuesta...".

Es mucho más adecuado escribir y decir "de acuerdo con tu propuesta..." que "de acuerdo a tu propuesta...".

Foto:123rf

ANÁLISIS UNISABANA

Logo de la Universidad de La Sabana

Ojalá entendiéramos cuál es la diferencia entre ambas.

Salasm Salasm
Una noche en que una pareja celebraba un aniversario de bodas en un bonito restaurante escuchando las notas arrulladoras de un violín y cruzando las miradas enajenadas (como Doña Florinda y el profesor Jirafales), sus cuatro hijos en la casa saltaban de un lado a otro, correteaban de arriba abajo por las escaleras, saqueaban las alacenas y la nevera, se columpiaban de las cortinas y trataban de aplicar una inyección a la mascota en el juego del médico, mientras la niñera encargada de cuidarlos estaba absorta en la telenovela de turno.
De pronto, la madre (con esa intuición muy propia en ellas), mirando el reloj de pulso, se dirige a su esposo: “Los niños ya deben de estar dormidos”.
En otra escena, un amigo le anuncia a otro que iniciará un viaje a las seis de la mañana en su automóvil para dirigirse a Bucaramanga, desde Bogotá. Cuando son las nueve de la mañana, en Bogotá el amigo que ha quedado en esta ciudad mira el reloj y dice: “Mi gran amigo ya debe de ir en Tunja”.
En esas dos situaciones, como ya habrán notado los lectores, se usan las expresiones “deben de”, para los niños, y “debe de”, para el amigo. Sobre este asunto, son frecuentes las preguntas de los escuchas y lectores acerca de si se dice o escribe “debe de” o solo “debe”. Abunda la creencia de que “suena feo” decir, por ejemplo, “yo debo de trabajar”, “nosotros deberíamos de prestar atención a las víctimas”, “debimos de aprovechar la juventud”.
Ese verbo auxiliar, “deber”, puede usarse acompañado de la preposición de, y también puede conjugarse en el tiempo que se requiera: “debimos de llamarla”, “debe de relajarse”, “deberás de leer más”… También se vale usarlo sin la preposición: “debiste trabajar”; “deberán entrenarse con dedicación”, “debió estudiar más”.
Ahora sí: ¿cuál es la diferencia entre el uso con la preposición “de” y el uso sin esta? Es muy fácil. Siempre que la expresión guarde el significado (o tono) de que falta por comprobarse el hecho, de que hay duda, de que solo es una recomendación, un consejo, un presentimiento, una posibilidad o una intuición, se usa con la preposición “de”.
Ejemplos: “la gente debe de leer más” (consejo, recomendación); “muchachos, deben de prepararse para los exámenes” (sugerencia, porque la ignorancia es un derecho); “deberíamos de reunirnos más seguido” (propuesta, no imposición).
En cambio, cuando se omite la preposición “de”, la oración indica una orden, un mandato, un hecho irrebatible, indubitable: “Para que haya paz, debe desaparecer la guerra”; “para que sea de día, no debe ser de noche”; “para aprender, debes estudiar”.
En otro caso, (inventado, claro), un general puede dirigirse a los soldados: “¡Mañana, a las cuatro de la mañana, con el equipo en los hombros y el uniforme impecable, deben de estar formados aquí a las cuatro de la mañana!”. Hablando así (sin la preposición de), el general no podrá protestar si varios de esos soldados aparecen por el lugar de formación tres horas después, porque, al usar la preposición “de”, estará indicando una sugerencia, un consejo o una suposición; no señalará una certeza o una orden.
Veamos otro ejemplo. Si a pesar de las recomendaciones de fin de semana, el joven adolescente decide llevarse el automóvil de papá un viernes en la noche, y a la mañana siguiente este padre pasa por el garaje y ve lo que fue su máquina ahora convertida en un acordeón gigantesco; entonces, irá corriendo a la habitación de su hijo para decirle: “De aquí en adelante, debes llegar todos los días a casa antes de las siete de la noche… ¡durante los próximos diez años!”.
Por eso, también, en la última semana de clase, los profesores insistimos con urgencia a los estudiantes: “Deben de repasar los contenidos de las clases”, “deberían de reunirse y estudiar juntos”, “la ingesta de juguito de cebada debe de ser pospuesta o moderada”, “deben de consultar los textos relacionados en la bibliografía del programa de la materia”, etc.
Sin embargo, cuando llega el momento de las revisiones finales (en los exámenes), empezamos a sentir una especie de halago en los desaciertos de sus pruebas, porque se nota el esfuerzo de los muchachos para seguir cursando, en el próximo semestre, la misma materia. Y sí: nosotros “debemos calificar”.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
Facultad de Comunicacion
Universidad de La Sabana
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