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Educación

¿Basquetbolistas midiendo dos metros? / En defensa del idioma

El diccionario ha incluido palabras que, por costumbre, se añadieron al lenguaje.

El diccionario ha incluido palabras que, por costumbre, se añadieron al lenguaje.

Foto:123rf.com

ANÁLISIS UNISABANA

Análisis UniSabana

Los gerundios, esas palabras terminadas en 'ando' y 'iendo', provocan usar un lenguaje elegante.

Salasm Salasm
Uno de los recursos estilísticos del lenguaje es el uso de los gerundios, que no son verbos, pero están bastante emparentados con estos. Identificar los gerundios resulta muy fácil: son esas palabras terminadas en “ando” y “iendo”.
En algunos casos, terminan en “yendo” si se derivan de verbos como leyendo o yendo (del verbo ir). Debido a que a cada uno le corresponde un verbo, habrá tantos de unos como de otros, que se calculan en cerca de 8.500 en la lengua española. ¡Qué verborrea!
Esas palabras, los gerundios, facilitan mucho el dinamismo y la precisión que se requieren en los escritos o discursos orales. Sin embargo, como en toda actividad, también en este trabajo de la redacción se precisa una aplicación adecuada de estos.
Los hay para indicar modos o circunstancias: “Caminando, observaba el bello paisaje”, “saludando, el artista impresionó a los asistentes”. También están los que se refieren a condiciones o características: “Comiendo, le gustaba leer”, “siendo casi todos de origen extranjero, se impresionaron con esta exótica muestra artística”.
Hasta aquí, parece que los inconvenientes con el gerundio apenas se notaran; pero la inacabable cantidad de páginas escritas y de peroratas radiales y televisivas contienen infinidad de desaciertos a este respecto.
Con ello, la preocupación aumenta si tenemos en cuenta que los llamados comunicadores profesionales cometen la mayoría de los errores en esta materia. Y aquí (siempre con vuestro permiso), me permito lanzarles a ellos así sea un pequeño salvavidas, confiando (¡qué gerundio!) en su disposición para llegar a tierra firme y evitarles esa sumersión en el ancho mar de la equivocación.
En primera instancia, usar los gerundios para reemplazar sustantivos es un error, aparte de que se convierte en una incoherencia o una ambigüedad: “En la tarima vimos a dos cantando”. Con ese ejemplo, primero, se desconoce quiénes cantaban: ¿las personas que cuentan? o ¿las dos aludidas? Tampoco se sabe si estaban en la tarima las personas observadoras o las posibles cantantes, o unas y otras.
Alguien, no sería raro, puede imaginar de manera similar a dos desplumados pájaros, criaturas que también cantan o trinan, mientras revolotean por la tarima. Posibles soluciones (según el sentido): “Vimos a dos personas que cantaban en la tarima”, “desde la tarima, vimos a dos cantantes”, “vimos cómo cantaban dos pájaros desplumados en la tarima”, etc.
En segundo lugar, el mayor de los cuidados al usar el gerundio consiste en verificar que las acciones de este y del verbo que lo acompaña se ejecuten de manera simultánea (o casi). Vamos con ejemplos sencillos. “Roncando soñaba” (se puede roncar y soñar a la vez), “se ufanaba bailando salsa” (los engreídos no dejan de serlo mientras bailan), “conduciendo su automóvil hablaba por teléfono” (acciones potencialmente suicidas, pero triste y frecuentemente simultáneas y muy torpes).
Esas terminaciones, “ando” y “iendo”, provocan cierto efecto sonoro en muchos usuarios; les dan la sensación de acudir a un giro idiomático elegante, muy chic, dirían los esnobistas. Sin embargo, ese quizás sea el motivo de los desaciertos. Así sucede, por ejemplo, con un político inexperto, pero salpicado de cierta soberbia: “Expedimos normas prohibiendo la circulación canina”, o “trajeron una caja conteniendo libros”, diría otra persona.
Entonces, “expidiendo prohíben” y “trayendo contienen” (gerundios erróneos). Correcciones: “Expedimos normas que prohíben la circulación canina” y “trajeron una caja que contiene libros”.
De nuevo: si prestamos atención a la ocurrencia simultánea de las acciones indicadas por el gerundio y el verbo acompañante, se notarán los viajes en el tiempo, siempre absurdos: “Compró chocolates para su novia regalándoselos la semana siguiente en el cumpleaños” (¿compró regalando?); “contrataron a una secretaria hablando inglés” (al momento del contrato, ¿hablaba inglés ella o el contratante?); “escribió una novela publicándola cuatro años después” (primero debe escribir y luego publicar); “llegaron dos basquetbolistas midiendo más de dos metros (¿esos deportistas traían un metro y medían algunos espacios mientras llegaban?).
Las correcciones son sencillas: “Compró chocolates y se los regaló a su novia la semana siguiente”; “contrataron a una secretaria que habla inglés”, “escribió una novela y la publicó cuatro años después”; “llegaron dos basquetbolistas que medían más de dos metros”.
Para cerrar, cuidado con el orden: “Caminando, Fraudilia observó a su cómplice” es distinto a “Fraudilia observó a su cómplice caminando”. Tampoco es igual: “Ladrando, la mascota corrió hasta los brazos de su amo” que “la mascota corrió hasta los brazos de su amo ladrando”. Bueno: con tanto discurso extraño, uno nunca sabe.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
Profesor de la Facultad de Comunicación
UNIVERSIDAD DE LA SABANA
Salasm Salasm
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