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Educación

Fútbol y adjetivos / En defensa del idioma

El diccionario ha incluido palabras que, por costumbre, se añadieron al lenguaje.

El diccionario ha incluido palabras que, por costumbre, se añadieron al lenguaje.

Foto:123rf.com

ANÁLISIS UNIVERSIDAD DE LA SABANA

Logo de la Universidad de La Sabana

Algunos colegas han olvidado que los periodistas somos educadores, modelos en el uso del idioma.

David Guarín Barrero
Muchos periodistas encargados de la información del fútbol pretextan el uso errado de incontables expresiones con el “argumento” de que ese es el lenguaje de ese deporte. Al respecto, hay varias aclaraciones. En primera instancia, en la política, la economía, la jurisprudencia o los asuntos científicos, por citar solo algunos campos de la información noticiosa, también se usa un lenguaje particular. Sin embargo, eso no habilita a quienes cubren ese tipo de fuentes a cometer desaciertos en el lenguaje.
En segundo lugar, un principio ineludible del periodismo (de todo el periodismo) consiste en transmitir los hechos apuntando siempre a la verdad, y el lenguaje es el único instrumento con el cual puede informarse a la gente; no hay otro. Por tanto, si el lenguaje está distorsionado, es equivocado, amañado, inexacto, retocado, impreciso o alambicado, de la misma manera llegarán las ideas al público.
Como tercera consideración, el lenguaje del pueblo, por supuesto, es dinámico, variado, cambiante, espontáneo, auténtico, etc. Pero, el lenguaje del periodismo debe centrase en la precisión, en la oportunidad y en la configuración de todos los puntos de vista posibles acerca de un hecho noticioso, y para ello, otra vez, el lenguaje es el único instrumento.
Hay un cuarto motivo: entre los ciudadanos se acoge (y es válida) la intención del mensaje que se quiso transmitir aunque las palabras y las expresiones usadas no necesariamente correspondan a bases semánticas (significados), sintácticas (orden de palabras) o morfológicas (formas); eso se estudia en la pragmática. En el periodismo profesional, sin embargo, resultan inadmisibles frases como “ojalá haiga paz”, “porfis, parce”, “total, papá”, “te fuistes y me dejastes”, aunque muchos ciudadanos las pronuncien así.
Aparte de ello, algunos colegas han olvidado que los periodistas somos educadores, somos referentes, modelos en el uso del idioma; las personas que nos leen y escuchan tienden a imitar esos usos del lenguaje, porque dan por sentado (¡qué responsabilidad la nuestra!) que dominamos con suficiencia al menos las palabras que pronunciamos y escribimos.
Quien mejor informa no es quien acude a términos ostentosos, rimbombantes o sonoros, sino a los vocablos concisos, sencillos y precisos para significar con acierto las ideas, facilitando así la comprensión del mensaje por parte de la gente.
Dentro del gremio, en muchos medios han aparecido apelativos muy distantes de la realidad, usados más para cautivar a las audiencias ingenuas. Si llaman “presidente” al presidente de una agremiación, federación, liga, etc., no hay inconveniente en ello, porque esa persona ocupa y desempeña ese cargo.
No obstante, designar “doctor” al conductor de un programa radial o televisivo sin que esa persona haya obtenido esa titulación es mentir y engañar al público. Usar “don” o “señor”, en cambio, es mucho más preciso (y real), y sigue siendo un tratamiento de respeto, que nada desmerece.
Por otro lado, ayer nada más, aparece un titular como este: “Coutinho y Mina serían dos refuerzos importantes”. El adjetivo, que debe usarse en el periodismo con el mismo cuidado que el dispositivo de una bomba atómica, se fija allí a manera de comodín: “importante”. Se nota la dejadez de quien eso ha escrito. ¿Quién piensa que esos posibles “refuerzos” no son “importantes”? Es decir, no se ha informado nada nuevo. También el tal titular de a entender que otros refuerzos “no son importantes”; descalifica al resto de jugadores (por el contexto, se infiere que del Barccelona F. C.).

El periodista debe dominar el lenguaje tanto como un futbolista debe dominar el balón. Así, en cada caso, ambos mostrarán su nivel profesional

Ahora, como un contagio instintivo, se acude a “vamos con la previa”. La palabra “previa” (y “previo”) es un adjetivo; debe acompañarse de un sustantivo. Si se dice “trajo el rectangular”, ¿se entiende? Pues no, porque “rectangular” es solo un adjetivo. Solución: “transmisión previa”, “emisión previa”, “cobertura previa”, etc.
Y con “El once ideal de la final de la Liga Águila 2017-II”, el error es muy semejante. Tan fácil que es la corrección: “El equipo ideal de la final…”. No todo lo “once” es un equipo de fútbol.
“En el fútbol nadie regala nada”, “hay que seguir trabajando”, “hay que mantener la humildad”, “haremos respetar nuestro patio”, “tenemos una nómina para pelear copa” aparte de ser un cúmulo de clichés ultramachacados, por eso mismo no son nada brillantes ni originales. Son apenas réplicas manidas del que ya no sabe qué decir.
Ideas semejantes se hallan en la declaración trillada de un futbolista (que no siempre es periodista); pero en un periodista del fútbol (no todos son deportivos) apreciaciones de esta clase dejan mucho qué desear de su preparación.
El comentarista colombiano de fútbol César Augusto Londoño acierta en aquello de “no traicionar la verdad”, que ha pronunciado en muchas emisiones de radio y televisión. Y añadimos nosotros: la verdad está en la precisión del lenguaje y en la información completa; obviar datos pertinentes en un hecho determinado es una manera de engañar.
El público puede expresarse como quiera; el fanático del fútbol, como a bien tenga. El periodista, sin embargo, hablará de acuerdo con su nivel en la profesión, sobre todo cuando debe demostrar un dominio muy elevado del idioma, la esencia de su profesión.
Repetimos: el periodista debe dominar el lenguaje tanto como un futbolista debe dominar el balón. Así, en cada caso, ambos mostrarán su nivel profesional.
Con vuestro permiso.
JAIRO VALDERRAMA V.
Universidad de la Sabana
David Guarín Barrero
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