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Educación

‘¿Puede mi hijo tener defectos? ¡Imposible!’

'El comportamiento de los hijos es un gran reflejo de lo que ocurre en la casa', asegura el psicólogo Luis Alberto Rengifo.

'El comportamiento de los hijos es un gran reflejo de lo que ocurre en la casa', asegura el psicólogo Luis Alberto Rengifo.

Foto:Ilustración: Miguel Yein

Una problemática creciente: no aceptar que un hijo consume drogas o que hace ‘bullying’ a otros.

Es cada vez más frecuente que los padres se resistan a creer que sus hijos no son ‘una perita en dulce’. Frases como ‘mi hijo no matonea a nadie o no consume drogas”, “él siempre asiste a clase”, o “si lo hace es por culpa de los compañeros, es responsabilidad del profesor” se convierten en un problema para los colegios y, como advierten los expertos, lo será, y mucho más intenso, para los padres de familia.
Esta negación de los padres se debe a que les resulta difícil reconocer que se han equivocado en la crianza, dice Luis Alberto Rengifo, psicólogo experto en adolescentes y familia. Y aclara que esa actitud es peligrosa porque los menores pueden desarrollar problemas de comportamiento o de ajuste social.
“El comportamiento de los hijos es un gran reflejo de lo que ocurre en la casa”, asegura el experto y agrega, “esto se suma a una condición cultural de los colombianos y es que a nosotros no nos gusta reconocer nuestros errores, y menos cuando giran en torno a nuestros hijos”.
Las consecuencias de este negacionismo de los padres pueden ser muchas y muy graves. Por ejemplo: malas calificaciones y expulsión del colegio. Llegan a la universidad, pierden clases, falsifican documentos. O un joven que tiene una cara en la casa y en el colegio otra, que tiene un doble comportamiento, puede terminar en un problema de personalidad.
También se pueden dar casos en los que los jóvenes terminan con problemas de adaptación, consumiendo drogas o delinquiendo. Las consecuencias, advierten con inquietud algunos expertos, pueden llegar incluso hasta el suicidio.

Y los padres, ¿qué?

Alejandro Álvarez, rector del Instituto Pedagógico de Bogotá, ha podido constatar que el negacionismo de los padres es frecuente; de hecho, los colegios son el frente en el cual se evidencia aún más.
Según asegura, es común que algunos padres no acepten las observaciones que les hacen los maestros, especialmente cuando se refieren a algún tipo de dificultad. Para el rector, esto obedece a dos razones.
La primera es que se está invirtiendo el fenómeno que se veía hace 20 o 30 años. En ese entonces, los padres descargaban la responsabilidad en los colegios: ‘corríjanlo así sea con golpes, trátenlo duro, no sé qué hacer con ese pelao’, y los docentes se veían casi que en la obligación de criar a los niños. Eso no estaba bien.
Pero hoy se pasó al otro extremo. ‘Mi hijo es inocente, él no mata ni a una mosca. El error es de ustedes, es culpa del colegio, de los compañeros’. Esto es, según explica el rector, un efecto negativo de la conquista y defensa de los derechos de los niños (no significa que estos derechos estén mal; todo lo contrario, asegura el rector).
“Los niños hoy están en el centro del mundo, son la prioridad en la sociedad. Y esto se revirtió en que ahora se cree que los niños siempre tienen la razón y que pueden hacer todo lo que quieran, que nunca se equivocan. Y eso no puede ser así”, argumenta.
La psicóloga clínica y de familia Claudia Jiménez añade otra razón y aclara que no se puede generalizar y decir que todos los padres tienden a actuar de esa manera. Jiménez asegura que en la actualidad, sí hay una tendencia a responsabilizar o entregar la responsabilidad al colegio.

Padres con problemas

“En el porcentaje en el que eso ocurre generalmente es porque el papá o la mamá está teniendo dificultades consigo mismo, más que todo por temas de seguridad personal, dificultad de afrontar responsabilidades, cargas más altas, (todo) asociado con niveles de intolerancia más altos, por crisis económica, entre otras causas. A veces tienen tanta responsabilidad encima que les cuesta asumir lo que pueda pasar con los niños”, dice la experta.
Esto representa un mal ejemplo para el menor en cuanto a la capacidad de asumir las responsabilidades. “El hijo puede empezar a manejar sus responsabilidades de la misma manera”, explica Jiménez.
Sin embargo, añade: “Lo más grave es que el hijo se da cuenta de que algo inadecuado pasa y no cuenta con el respaldo de su papá; eso afecta la autoestima del niño y la capacidad de afrontar problemas, y aumenta las posibilidades de comportamientos inadecuados o, incluso, de que hagan búsquedas que disminuyan su ansiedad en la droga o el licor”.
Si los padres no caen en cuenta de que sus hijos se equivocan, es difícil. Así que el primer paso que, según el psicólogo Luis Alberto Rengifo, se debe hacer es evaluar qué tipo de hijo tienen en la casa. “Eso solo lo saben los padres. Por ejemplo, cuando llegan las dificultades en el ámbito académico y lo cambian de colegio, y en el nuevo vuelven los problemas, los padres deben caer en cuenta de que algo está pasando”. Aunque, claro, lo ideal es darse cuenta antes.
Después de los 13 años se dificulta aún más la situación porque los menores están más propensos a las adicciones y la delincuencia. “Se debe estar atento al proceso educativo de los hijos en general”. Hay que identificar en qué puntos de la crianza cometieron equivocaciones los padres.
En general hay dos dimensiones: hacen lo que no deben hacer y lo que no deben hacer lo hacen. “La inconsistencia es un error grave de crianza, se desautorizan, no hay una línea de mando para el niño, no hay reglas definidas; la otra, es sobreprotección, eso hace que no puedan afrontar las dificultades de vida, tiendan al suicidio, y otros comportamientos indebidos”, explica Rengifo.
Por su parte, el rector del Instituto Pedagógico, Alejandro Álvarez, asegura que en cuanto a la relación con los colegios, se debe generar una alianza escuela-familia en la cual se deje claro el rol de cada institución (familia y colegio) en cuanto a crianza y educación. “Los padres o acudientes tienen un rol, que es la crianza en valores desde las pautas familiares de acuerdo con las creencias; la escuela se encarga de educar, es decir, genera una intención pedagógica conducida para conseguir un propósito”. Esta alianza se debe basar en tres puntos: diferenciar roles, intercambiar experiencias y ganar confianza.
SIMÓN GRANJA
Redactor de Educación
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