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Vida

Julia de Rodríguez, una vida en cueros que cerró sus puertas

Patricia, Paloma (nieta), doña Julia, Augusta y Juliana, las mujeres detrás de la marca Julia de Rodríguez, ultimando una colección en el 2003.

Patricia, Paloma (nieta), doña Julia, Augusta y Juliana, las mujeres detrás de la marca Julia de Rodríguez, ultimando una colección en el 2003.

Foto:Archivo El Tiempo

Este mes, la tradicional marca creada en los años 70 decidió cerrar sus sedes.

Natalia Díaz
El primero de febrero de este año, la marca Julia de Rodríguez desfiló en la nueva edición del International Footwear and Leather Show, en Bogótá. Quienes asistieron a esa pasarela y disfrutaron del exquisito y elegante diseño de la marca de moda en cuero, tendrán que recordarla para toda la vida, porque, cinco meses después, la casa ha cerrado sus puertas: “... hemos tomado la decisión de no continuar con la empresa, boutique y taller que tenemos en la calle 75 de Bogotá”, decía un mensaje que enviaron a fieles clientas y profesionales del sector moda. Su cuenta en Instagram también registró este final.
¿Qué pasó? “... los hermanos y socios hemos llegado al punto en que nuevas perspectivas nos invitan a reinventarnos y comenzar nuevos andares”, agrega el mensaje.
Juliana Rodríguez, quien estaba a cargo de la administración y relaciones públicas de la marca, agrega: “En la historia de la moda colombiana, logramos hacer un camino de especialización en el manejo de pieles y cuero que llegó a un punto muy alto y queremos retirarnos con el reconocimiento de todos”.
Y agrega, “Julia de Rodríguez siempre quiso mantener esa exclusividad, la atención personalizada, darle gusto a lo que soñaba cada clienta y eso es muy costoso”, concluyó.
El cuero, en las manos de Julia de Rodríguez, se llenó de color: se tiñó de fucsia, de azul eléctrico, de naranja, de rojo, de aguamarina, de morado, de verde loro..., cuando en el país solo se usaba el negro y el café.
Se convirtió en un traje de noche, en un camisero, en un little black dress, en un vestido de coctel con boleros, en una jardinera...
El largo de los pantalones subió y subió: hizo culottes, capris, bermudas, shorts. También pantalones pitillo y los bota ancha, los estilo jean y vaquero.
La falda pasó de mini a maxi, del estilo sirena a la rotonda, de la recta a la entubada.
De sus manos salieron abrigos, chaquetas de todos lo largos y estilos, chalecos, capas, ruanas...
Ella lo adornó con encajes, flecos, calados, bordados, precolombinos, cintas, lana... Le puso brillo, lo envejeció, lo peinó, lo despelucó, lo arrugó, lo aligeró...
Sí, Julia de Rodríguez llevó el cuero y las pieles, en un país con alta tradición marroquinera dedicada a los zapatos, bolsos y accesorios, a un nivel de lujo, elegancia y confort en prendas de vestir, innovando y marcando tendencia.
“Ella empezó con unos alemanes que producían ropa de cuero para exportar a Alemania y mi mamá comercializaba los remanentes. Cuando esa fábrica cerró, mi mamá montó su propio taller y negocio y lo llamó Lady R, en el centro comercial El Lago”, recuerda Juliana.
Así, desde los años 70, cuando nació la marca Julia de Rodríguez, se convirtió en un referente de moda, diseño y calidad, que fue reconocida generación tras generación.
Augusta Rodríguez, su hija a cargo del diseño, recuerda lo exigente que era su madre: “El acabado tenía que ser perfecto por dentro y por fuera, que al mirar la prenda se viera igual de bonita y bien acabada por un lado y por el otro”.
También ayudó a jalonar la industria de las curtiembres. “A ella se le ocurrían unas cosas que no se hacían y para ella no existía ‘con el cuero no se puede...’. Entonces trabajó de la mano con las curtiembres de San Benito en el sur de Bogotá y eso les ayudó a mejorar, a innovar, a modernizarse”, dice su hija Patricia, que también trabajó con la marca, así como Francisco, Mariana y su nieta Paloma, que heredó el gusto por el diseño y el cuero.
Para Pilar Luna, directora de contenidos de Código Malva y periodista especializada en moda, “Julia de Rodríguez y sus hijos experimentaron mucho con cueros y pieles de varios animales, cuando no era tan satanizado usarlos. También experimentaron con tratamientos de los cueros y lograron hacer piezas muy suaves al tacto y cueros muy finos en un país donde no se consiguen las mejores pieles”.
Pilar Castaño exalta que la marca y la familia “dejan un gran legado de contemporaneidad en el manejo de este material y demostraron que la piel es lujo. Pero hay que reconocer que el tema medioambiental y la moda ecosostenible van en contra, aunque una prenda de cuero y de Julia de Rodríguez dura para toda la vida. Yo tengo prendas de más de 25 años en perfecto estado”.
NATALIA DÍAZ BROCHET
Editora de EL TIEMPO
natdia@eltiempo.com
Natalia Díaz
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