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Ciencia

Una mente colombiana está detrás del SLS, el nuevo cohete de la Nasa

Luis Alberto Duarte ingeniero de la NASA durante una conferencia en la Universidad Nacional.

Luis Alberto Duarte ingeniero de la NASA durante una conferencia en la Universidad Nacional.

Foto:Rodrigo Sepúlveda/ EL TIEMPO

Desde hace 29 años, Luis Alberto Duarte trabaja con la agencia espacial estadounidense. 

El futuro de la exploración espacial se llama Sistema de Lanzamiento Espacial, o SLS, por sus siglas en inglés. Se trata del regreso de la Nasa al escenario en el que mejor se desenvuelve, ese que la llevó al 'top of mind' de los entusiastas del espacio como el único organismo capaz de cumplir los sueños de la especie humana de conquistar otros mundos.
El SLS es una nave que reúne lo mejor de los cohetes totalmente descartables, como el Saturno V, utilizado durante las misiones Apolo para ir a la Luna, y los parcialmente reutilizables, como el transbordador espacial: tiene un tanque principal de combustible líquido y dos laterales, de combustible sólido. Y detrás de tan prometedor desarrollo hay talento colombiano: el ingeniero bogotano Luis Alberto Duarte.
En la parte superior, el cohete tendrá una cápsula que, dependiendo de cuál de las cuatro configuraciones que se elija, puede llevar humanos, carga o ambos, tanto a órbitas cercanas como a destinos mucho más lejanos, como el planeta Marte. La impresionante nave, de hasta 111 metros de largo, será capaz de transportar un máximo de 70 toneladas métricas, que habrían servido para construir la Estación Espacial Internacional (EEI) en cuatro viajes y no en los 25 que requirieron los transbordadores y las naves rusas Soyuz. (Vea también: Explore la Estación Espacial con esta 'app' de realidad virtual).
El primer vuelo tripulado del SLS, planeado para el 2018, significará el regreso de la Nasa a la arena de la conquista del espacio, luego de cinco años de depender de los rusos para llevar astronautas a la EEI, medida a la que se vieron obligados tras jubilar los transbordadores, en el 2010. Además, el SLS será el vehículo con más posibilidades de poner a los primeros humanos sobre la superficie del planeta rojo, cuando transporte la cápsula Orión durante las próximas décadas.

Una larga carrera

Duarte, de 65 años y nacido en Bogotá, es ingeniero químico de la Universidad Nacional y lleva 29 años trabajando en el Centro Espacial Marshall, la sede original de la Nasa, en Huntsville, Alabama (EE. UU.).
Su hoja de vida, además de brillante, es extensa: ingeniero de sistemas aeroespaciales, líder de sistemas de seguridad para los motores del transbordador, asistente técnico del director del Sistema de Transportación Espacial, gerente de riesgos del Sistema de Transportación Espacial y muchos más. También fue jefe de Ingeniería de Propulsión para el vehículo espacial X-33, un prototipo de nave que prometía revolucionar la exploración espacial, pero que, finalmente, fue cancelado. (También: Las papas pueden cultivarse en Marte, según investigación en Perú).
Anteriormente, en la Corporación Martin Marietta trabajó en el diseño y construcción del sistema de propulsión para el transbordador espacial y perteneció a la Boeing Aerospace Operations durante la evaluación del accidente del transbordador espacial Challenger, en 1986.
Además de sus títulos, Duarte llama la atención por un tema aparentemente incompatible con el mundo científico que lo rodea: la fe. Es un ferviente y activo cristiano, y por eso constantemente agradece a Dios por sus logros. A comienzos de este año fue nombrado, por la Nasa, embajador del programa SLS, por lo que viaja a diferentes lugares para divulgarlo e inspirar a las naciones sobre la exploración espacial. Como parte de esta tarea, Duarte estuvo recientemente dictando una conferencia en la Universidad Nacional. Al final de su charla, no pudo contener las lágrimas ante la pregunta de una de sus asistentes. (También: Volver a la Luna, el ambicioso proyecto del gobierno de Donald Trump).
¿A qué se debió ese momento tan emocional?
No esperaba que me preguntaran sobre mi vida, y cuando expliqué las dificultades que atravesé, sin entrar en detalles, fue muy emocionante. Fue inevitable que la parte emocional se mezclara con la inspiración que quiero transmitir en el mensaje de exploración. Si las personas entienden que las cosas no vienen caídas del cielo, sino que se necesitan convicción, perseverancia y persistencia, entonces se consiguen.
Usted ha insistido en que la Nasa está sujeta a la voluntad de la administración de turno. ¿Cuál sería la decisión más importante que puede tomar el presidente Trump en términos de exploración espacial?
Debe tener una disposición de fondos para una misión específica y duradera. Estoy totalmente de acuerdo con el SLS, y que esté o no de acuerdo con las otras misiones aprobadas en este momento no es tan relevante como definir el objetivo final y la forma en la que lo vamos a hacer; es decir, los recursos y la mano de obra científica que se requieren. Estoy convencido de que la Nasa no solamente es para exploración, sino de que su trabajo en la Tierra es fundamental. Y por eso la administración debería apoyarla e incrementarla. (Lea también: Tras descubrir a Trappist-1, estas son las misiones espaciales en 2017).
Trump acaba de autorizar el presupuesto para las misiones a Marte. ¿Esta debe ser la meta de la Nasa?
Él quiere que vayamos a Marte, ese es su objetivo, y quiere que se haga en una forma más rápida. Eso no está mal, pero como el dinero que se había solicitado era para apoyar la EEI y todos los trabajos científicos que se están haciendo en todo el universo, seguramente se van a tener que eliminar otros productos y proyectos de la Nasa. Estoy de acuerdo con que vayamos a Marte, pero para hacerlo necesitamos incrementar el presupuesto.
¿Entonces el anuncio de Obama de ir a Marte en la década del 2030 se va a lograr?
Si continuamos con el apoyo de los gobernantes, seguramente que sí. Este gobierno quiere que lo hagamos y que el primer viaje del SLS sea con astronautas. Pero si la nueva administración llega y nos impide o nos desvía el objetivo, entonces seguramente no va a ser posible.
¿Qué opina del papel preponderante que han tomado las empresas privadas en la exploración espacial?
Siempre pensé que terminar el programa del transbordador antes de tener nuestro propio respaldo o reemplazo no era la mejor decisión de la agencia. Ahora bien, el proporcionar fondos para que las empresas privadas aligeren exitosamente sus programas para traer y llevar provisiones a la EEI fue un paso muy bien pensado y está funcionando perfectamente.
¿Cuál ha sido el mayor logro de su carrera?
He tenido el privilegio de participar en muchos proyectos de la Nasa, en distintos niveles. Fui jefe de ingeniería del X33; después del accidente del transbordador Columbia (2003) se crearon unos paneles que revisaban todos los procesos antes de cada misión, y yo fui el representante de ingeniería y, luego, asistente del director de todo el sistema de transportación. Sin embargo, creo que el mayor logro fue haber ido a Estados Unidos, sobrevivir y haber trabajado todos estos años en la agencia. Ahora, en el aspecto personal, mi mayor logro es tener una familia y un hijo, abogado, de 29 años.
¿Cuál es su siguiente gran objetivo?
Yo ya estoy mirando más al retiro, pero antes de eso estoy interesado en desarrollar algunas formas de automatizar y hacer más eficientes los procesos de ingeniería de sistemas, de tal forma que el usuario simplemente lo haga desde su escritorio, en cambio de tener que buscar ayuda. También me gustaría hacer algo más positivo por la comunidad. Me llama la atención lo que está ocurriendo en Colombia, en donde varias entidades y universidades están viendo la necesidad de establecer un común denominador de la promoción de la investigación científica.
¿Cómo cree que se puede lograr esto?
Estuve hablando con algunos científicos del país para establecer una agencia espacial colombiana, algo que tanto hace falta. No se trataría de una agencia para empezar a lanzar cohetes, pero sí que empiece a formar el concepto de exploración a nivel de país. Colombia tiene suficientes recursos económicos y científicos para hacerlo, y la calidad de la gente que hay en este país es impresionante; hay muchos jóvenes pilos a los que vale la pena motivar para que trabajen en asuntos científicos.
¿Qué puede aprender Colombia sobre Estados Unidos en términos de política científica?
Todas las administraciones estadounidenses han estado interesadas en la ciencia, y prueba de ello es que tenemos agencias dedicadas exclusivamente a esta materia que desarrollan ciertas tecnologías que luego le entregan a la industria. Colombia necesita incrementar la investigación en asuntos que el país necesite. Corea del Sur, Japón, India no están inventando continuamente, sino innovando según las necesidades de su país.
Usted es un científico y un religioso, dos facetas que parecen irreconciliables. ¿Cómo lo ha logrado?
Los científicos que son honestos e idóneos llegan a descubrir ciertas cosas y tienen la obligación de reportarlas, definirlas y compartirlas; las creencias son un asunto meramente individual. Cuando Gagarin hizo el primer viaje espacial, dijo: “Yo vi la Tierra y no vi a Dios”. Cada persona debe identificarse con lo que de verdad lo mueve en su espíritu, pero las dos cosas no deben ser mezcladas. La profesión de uno debe ejercerse con la integridad y la ética que nos manda cada uno de nuestros preceptos como profesionales, y aparte son nuestras creencias individuales. En mi caso, yo estoy convencido de que Dios me ha guiado, y cada cosa que hago la hago en su nombre; estoy convencido de que existe.
¿Cuál fue el momento más crítico en su vida?
Haber dejado a mi familia e irme a Estados Unidos, donde no hablaba el idioma, no tenía empleo y nadie me conocía. Tuve que empezar de ceros en un país nuevo a los 27 años.
NICOLÁS BUSTAMANTE H.
Redactor EL TIEMPO
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