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Cadena de errores: la mala semana/quincena/mes de Apple

Las ventas mundiales del costoso iPhone X (1.308 dólares) comenzaron el viernes con las tiendas del gigante californiano Apple tomadas por largas filas de seguidores.

Las ventas mundiales del costoso iPhone X (1.308 dólares) comenzaron el viernes con las tiendas del gigante californiano Apple tomadas por largas filas de seguidores.

Foto:Reuters

La reciente actualización del sistema iOS fue para millones de usuarios una experiencia agridulce.

Diana Rincón
Es una sucesión de fallos como no habíamos visto y como no suele esperarse de una marca asociada a un software impecable y a los obsesivos estándares de calidad impuestos por Steve Jobs. La reciente actualización del sistema operativo iOS fue para millones de usuarios en todo el mundo una experiencia agridulce, y, por momentos, más agria que dulce.
A diferencia de muchos, no tengo problemas con el diseño de iOS 11. Me parece moderno y, de hecho, absolutamente esencial para la experiencia de quienes usamos un iPhone y un iPad. Pero eso no ha evitado que haya sido crucificado en foros y redes por su alegada falta de atención al detalle. Es cierto que hay bugs molestos, en particular en el servicio de mensajería, pero mi experiencia no ha sido el drama que otros parecen relatar.
Lo de la batería me parece mucho más molesto. La primera versión de iOS 11 resultó ser una battery-killer, con sitios como Wandera reportando pruebas en las que bastaba una hora y 36 minutos para drenar del todo la carga. La compañía lanzó una actualización que ayudó, sin duda, pero no resolvió el tema.
Apple ha puesto ahora sus esperanzas en la actualización 11.2 (no confundir con la 11.1.2, a la que, de hecho, remplaza, y que se hizo famosa porque muchos iPhones comenzaron a reiniciarse por sí solos a las 12:15 del 2 de diciembre). Promete resolver estos temas y, de paso, incorpora, si bien solo en EE. UU., la función de Apple Pay Cash.
Pero a una semana, iOS 11.2 ya enfrenta sus propias críticas por fallos, de nuevo relacionados con la batería, Yo mismo me encuentro ante la duda de si instalarla o esperar a la versión 11.2.1.
Y lo peor es que nada de lo dicho hasta ahora se compara con la falla masiva de seguridad en la actualización High Sierra de MacOS. En virtud de esa falla, un truco de pasmosa sencillez permitía que cualquiera –permítanme repetir: cualquiera– se volviera administrador de la red sin necesidad de la contraseña del sistema. Apple corrigió la falla con un parche de seguridad de menos de 2 MB.
Es de no creer que una compañía de Sillicon Valley avaluada en 900.000 millones de dólares haya dejado sin bloquear la contraseña del usuario root en un lanzamiento de software. Ahora que llega una nueva actualización que mejora la compatibilidad con otros dispositivos y favorece la accesibilidad por voz o por dispositivos Braille, la esperanza de los usuarios de MacOs es que, por fin, las fallas hayan quedado atrás.
Nada de esto, está claro, cambia la innegable calidad que, como marca, ha ofrecido y ofrece Apple. Pero diría, acaso, que precisamente por esa tradición, debe esperar ser sometida a un escrutinio más exigente. Con algo así como 1.000 millones de dispositivos usando su software en todo el planeta, ningún fallo es menor.
Muchos alegarán, probablemente con razón, que es de esperar que la creciente complejidad de los actuales smartphones presente desafíos cada vez mayores para quienes los diseñan, construyen y programan.
Es cierto.
Pero también es cierto que cuando una empresa se ha construido sobre la base de una experiencia de usuario fluida y sin sobresaltos, es allí donde, precisamente, menos puede permitirse fallar. La magia de Apple radica en el matrimonio del hardware y el software y es indispensable que la magia vuelva a ser la norma.
WILSON VEGA
Editor de Tecnología
Diana Rincón
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