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Proceso de Paz

De escuela de tortura a territorio de esperanza

De los 12.000 habitantes que tiene Belén de los Andaquíes, 8.000 están identificados como víctimas, bien sea de los paramilitares o de las guerrillas.

De los 12.000 habitantes que tiene Belén de los Andaquíes, 8.000 están identificados como víctimas, bien sea de los paramilitares o de las guerrillas.

Foto:Alcaldía Belén de los Andaquíes

La salida de los actores armados de Belén de los Andaquíes, Caquetá, es oportunidad de desarrollo.

Juan Carlos Rojas
La comunidad de Belén de los Andaquíes, Caquetá, se cansó de las Farc, del M19, de los paramilitares y del abandono al que por años estuvo sometida. Con sus manos, los habitantes están empezando a forjar el sendero de la paz, quieren salir de la estigmatización que les dejó el conflicto.
La guerra que se vivió en ese municipio fue tan intensa y tan cruel que inclusive los paramilitares del Bloque Central de Bolívar convirtieron la casa cural de Puerto Torres, corregimiento de Belén de los Andaquíes, en un calabozo y la escuela, en un centro de tortura y muerte.
Un detallado informe del Centro Nacional de Memoria Histórica establece que en el caserío las víctimas primero eran torturadas en un árbol de mango; luego, interrogadas en la casa cural y, finalmente, asesinadas en un sector de la institución educativa.
Los cuerpos eran usados como ‘instrumentos’ de enseñanza para que los combatientes menos experimentados aprendieran a infligir dolor y a desmembrar. Los profesores eran los ‘paras’ que llevaban más tiempo en la organización.
Según lo describe el documento, luego de ser utilizados, y con múltiples cortes, los cadáveres eran trasladados a “pequeñas fosas individuales”.
Entre 2000 y 2003 los paramilitares desmembraron y enterraron a 36 personas en fosas comunes en Puerto Torres. En todo Caquetá la cifra podría ascender a 1.000.
Pero en Belén no eran solo los paramilitares. Las Farc y el M19 también tenían azotada a la comunidad. Las tomas de los corregimientos y los enfrentamientos entre los tres grupos eran constantes. El temor de caer en una bala, de que reclutaran a sus hijos, y la zozobra que impregnaban esos actores invadía a la comunidad.
Pero ahora,

El renacer

A plena luz del día, por la carretera empedrada que de la vereda Aletones conduce a La Argentina se ven varios hombres trabajando a pica y pala, llenos de sudor, con sus uñas negras y llenas de tierra, producto de su labor.
Los pobladores los saludan, no son desconocidos. Hacen parte de la comunidad y ahora trabajan manteniendo los caminos polvorientos que los vieron crecer, los mismos que temían recorrer cuando estos eran dominados por los violentos.
Hoy, con ayuda de la Alta Consejería para el Posconflicto, los pobladores empiezan a recobrar la confianza y a trabajar por sacar adelante su municipio, que durante muchos años estuvo a la deriva del conflicto y abandonado por parte de las instituciones del Estado.

Estamos esperando que la paz llegue, pero la paz llega con obras y proyectos que se den de verdad y que no se queden en reuniones

Desde agosto de este año, Belén hace parte de los llamados Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET).
Esta iniciativa, impulsada por la Agencia para la Renovación del Territorio, busca que sea la misma comunidad la que priorice las obras que necesita para su municipio.
A punta de limonada de panela y tinto, los belemitas se reúnen, siempre en diferentes casas, con el fin de hablar de las principales problemáticas que afectan a su pueblo y poderlas implementar en los programas que desarrollará el Gobierno en las zonas que más ha padecido el conflicto. Las reuniones son informales, pero los temas que se tratan son muy importantes: es la entrada del posconflicto a Belén.
“Antes nos imponían el programa y muchas veces los actores armados no dejaban ni que llegara, ahora nosotros mismos somos lo que los construimos y tenemos la esperanza de que se cumplan”, afirmó Yolanda Castro, líder de la vereda Aletones.
Los habitantes del municipio aún están formulando el pliego de peticiones que presentarán al Gobierno, entre las que están el mejoramiento de vías y de la calidad de la educación. Además, piden un sistema de acueducto para que todas las veredas tengan agua potable.
“Estamos esperando que la paz llegue, pero la paz llega con obras y proyectos que se den de verdad y que no se queden en reuniones”, dijo Raimundo Cerquera, líder de la vereda Los Ángeles.

Con sus manos forjan la paz

Muchos de los proyectos que se derivaron de la firma del acuerdo de paz con las Farc están en la zona.
Uno de los programas más importantes es el de las llamadas Pequeñas Infraestructuras Comunitarias (PIC), en el cual el Gobierno contrata directamente con las juntas de acción comunal y la comunidad proyectos de mejoramiento de vías y adecuación de espacios sociales y educativos.
De esta manera, los belemitas construyen, literalmente, con sus propias manos el progreso para su municipio.
De los 12.000 habitantes que tiene Belén de los Andaquíes, 8.000 son víctimas. Han sufrido todo tipo de crímenes.
Esto se debió en gran medida a que el Caquetá fue una región estratégica para los grupos ilegales. Este departamento es un corredor clave entre la región Andina, la Amazonia y el sur de los llanos Orientales, por donde navegó buena parte del narcotráfico, motor de la violencia en Colombia.
Pero hoy los belemitas quieren dejar ese pasado a un lado y transformar, sin olvidar, lo que les dejó el conflicto.
Pasar de ser puente de sustancias ilegales y cuna del conflicto a ser un territorio de paz y exportador de productos típicos de la región, pues el departamento también es rico en fuentes hídricas y en cultivos de plátano, yuca y cacao.

Pasar de ser puente de sustancias ilegales y cuna del conflicto a ser un territorio de paz y exportador de productos típicos de la región, pues el departamento también es rico en fuentes hídricas

Los habitantes están esperanzados en que con la llegada de los proyectos productivos puedan salir de su atraso. Quieren hacerle el quite a la guerra.
Aunque saben que la paz tiene muchos más enemigos que la guerra, como lo dice una canción que compuso Teófilo Alape, uno de los belemitas más insignes.
““La paz tiene enemigos, tenemos que cuidarla. Hay muchos intereses que no quieren la paz. La guerra es un negocio, la empresa de la muerte, y hay una burguesía que no quiere aflojar". 

Belén: el pueblo que les ‘mamó gallo’ a las Farc

El 31 de diciembre de 2002 los habitantes de Belén de los Andaquíes les ‘mamaron gallo’ a las Farc. Ese día, los frentes Timanco y 49 del grupo guerrillero intentaron tomarse el pueblo a sangre y fuego para arrebatarles el control a los paramilitares. Pero la comunidad no estaba dispuesta a otro acto de violencia.
Animada por la voz de Alirio Calderón, entonces director de la emisora Radio Andaquí, la comunidad se volcó a las calles, sacó sus equipos de sonido y amplificó a todo volumen los villancicos que a esa hora se emitían desde la emisora.
Los gritos amenazantes de los guerrilleros, que ordenaban a los pobladores encerrarse en sus hogares, se perdieron en medio del clima festivo.
El parque principal se convirtió de repente en una pista de baile a la que acudieron los belemitas, algunos de ellos bajo los efectos del aguardiente. La comunidad se tomó su propio municipio.
El desconcierto de los guerrilleros llevó a que hicieran varios disparos al aire, pero pudo más el ánimo festivo de los belemitas que el temor a las Farc.
Los insurgentes no tuvieron más opción que abandonar el municipio. “Lo que hicimos fue mamarles gallo a las Farc. Eso generó un espíritu de paz, la gente salió a la calle a rumbear”, expresó Alirio Calderón.
El párroco de Belén hizo misa a las nueve de la noche, al aire libre, y el año terminó en medio de la fiesta.
JAVIER FORERO Y ANGIE MICHELL QUIÑONES
Redacción Política
Juan Carlos Rojas
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