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Gobierno

La paz de Belisario: una esperanza presa de la confrontación política

Especial Belisario

Especial Belisario

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Fue un empecinado con la solución negociada al conflicto. Intentó diálogos con todas las guerrillas.

Javier Forero
“Levanto ante el pueblo de Colombia, una alta y blanca bandera de paz: la levanto ante los oprimidos, la levanto ante los perseguidos, la levanto ante los alzados en armas, ante mis compatriotas de todos los partidos y de los sin partido. No quiero que se derrame una sola gota más de sangre colombiana. Ni una gota más de sangre hermana. ¡Ni una sola gota más!”.
Con estas palabras, durante su discurso de posesión, el 7 de agosto de 1982, el expresidente Belisario Betancur dejó claro su objetivo de gobierno: buscar una salida negociada al conflicto con las guerrillas.
No era un asunto sencillo. El mandato de su antecesor en la Casa de Nariño, Julio César Turbay, estuvo dominado por la influencia del Estatuto de Seguridad, un decreto expedido al amparo del Estado de Sitio, con amplias facultades a las Fuerzas Armadas para reprimir la protesta social.
En ese contexto, la propuesta negociadora de Betancur contrastaba con la tesis comúnmente admitida: el único camino con la guerrilla era el exterminio.
“Las dificultades que enfrentamos fueron muchas: la principal fue la duda de todos. El pesimismo y la aceptación de la violencia eran factores que conspiraban contra todo entendimiento”, relata John Agudelo Ríos (QEPD), presidente de la Comisión de Paz del Gobierno Betancur, en el libro Biblioteca para la Paz.
El 19 de septiembre de 1982, un mes después de su posesión, Belisario Betancur creó una Comisión de Paz de 34 integrantes para dar viabilidad a su proyecto. Al frente de la Comisión fue designado el expresidente Carlos Lleras Restrepo, quien renunció diez días después, razón por la cual asumió el liberal Otto Morales Benítez, quien había cumplido misiones de paz en los años 50.
Entre los integrantes de esta comisión estaban el exministro John Agudelo Ríos, monseñor Mario Revollo, Nohemí Sanín y la periodista Margarita Vidal.
Dos meses después, el 19 de noviembre de 1982, el presidente Betancur sancionó la Ley de Amnistía. Su aplicación conllevó la libertad de la mayoría de los presos de las guerrillas. Se trató de un ‘perdón’ general de los delitos políticos y conexos, con excepción de los crímenes atroces. Según reportes de la época, 1.384 guerrilleros se acogieron a la amnistía.
Las Farc y el M -19 pronto expresaron su disposición a los diálogos con el gobierno. Ambas guerrillas sostuvieron desde inicios de 1983 contactos con la Comisión de Paz.
El Epl aceptó el diálogo, pero propuso una Asamblea Nacional Constituyente, como base de una reforma política democrática.
Los diálogos con los miembros del Secretariado de las Farc fueron inicialmente en el sur del Huila y luego en Uribe, Meta. Con el M-19, los contactos tuvieron lugar inicialmente en Bogotá.

La paz esquiva

El 28 de marzo de 1984, en Uribe (Meta), se firmó el acuerdo de cese al fuego con las Farc. En el texto quedó claro que a partir del 28 de mayo, los 27 frentes de esta organización debían cesar sus actividades. Betancur correspondió ordenando lo mismo a las Fuerzas Militares.
Unos meses después, el Gobierno suscribió el mismo pacto con el M-19 en Corinto, Cauca, y en Hobo, Huila; con el Epl en Medellín y con el Movimiento de Autodefensa Obrera (ADO) en Bogotá.
Paradójicamente, mientras el gobierno Betancur acordaba un cese al fuego con las Farc, el narcotráfico asesinaba a su ministro de Justicia, Rodrigo Lara Bonilla, el 30 de abril de 1984. En otras palabras, se promovían acciones de paz al tiempo que empezaba una nueva guerra.
Mientras las guerrillas empezaban a organizarse para hacer su tránsito hacia la vida política, el Gobierno avanzaba en lo que se llamó el Plan Nacional de Rehabilitación en las regiones más afectadas por el conflicto y en poner en marcha los compromisos de política social y apertura democrática para atender a lo que llamó “causas objetivas” de la violencia.
La negociación se hizo en medio de la polarización. Proponer el diálogo con grupos guerrilleros iba en contra de los planteamientos del Partido Conservador.

El proceso de paz de Betancur fue pionero y aportó elementos que aparecen ahora en las políticas de paz de otros gobiernos

Esos procesos de paz se fueron debilitando, ante la confluencia de factores como la crisis económica, el deterioro social y la violencia. El M- 19 perdió sucesivamente a sus principales comandantes: Iván Marino Ospina, Álvaro Fayad, y Gustavo Arias Londoño.
El Epl, tras la toma conjunta de Urrao (Antioquia) con el M-19, sufrió (el 20 de noviembre del 85) el asesinato de su vocero nacional, Oscar William Calvo, y de otros dirigentes. Estos hechos llevaron a la ruptura de la tregua con el Epl.
El asalto al Palacio de Justicia por parte del M-19, el 6 de noviembre de 1985, le puso la lápida al ensayo general de paz también con esta guerrilla.
Pero Betancur persistió. El 2 de marzo del 86, poco antes de abandonar la Casa de Nariño, se firmó un acuerdo de prórroga de cese al fuego con las Farc, al tiempo que la Unión Patriótica, producto de la tregua firmada dos años atrás, irrumpió en el panorama político y consiguió elegir cinco senadores, nueve representantes, 20 diputados y 353 concejales.
Este movimiento político sufrió el asesinato de la mayoría de sus líderes en los años siguientes al gobierno de Betancur. Fue así como el expresidente que puso la primera semilla de paz con las Farc vio desvanecerse el último de sus esfuerzos en una paz que le fue esquiva.

Hay compatriotas que aún no están dispuestos a sacrificar sus privilegios, aunque sean causa de zozobra para el país entero

Las lecciones

“El proceso de paz de Betancur fue pionero y aportó elementos que aparecen ahora en las políticas de paz de otros gobiernos”, asegura Álvaro Villarraga, historiador y exintegrante del Centro de Memoria Histórica.
Se resalta de su mandato el haber reconocido a las organizaciones insurgentes como actores políticos, hizo una importante convocatoria nacional por la paz, logró negociaciones y acuerdos por primera vez en la historia reciente, dirigidos a cese de las hostilidades y la solución de la guerra.
El expresidente introdujo el reconocimiento de que había que tratar y superar “las causas objetivas y subjetivas” del conflicto y que debe haber razones, ante todo políticas, para reconocer tanto el alzamiento en armas como su solución.
Belisario Betancur fue un empecinado con la solución negociada al conflicto y para lograrlo se enfrentó a lo más fuerte de la clase política. Como él mismo lo reconoció, eso fue lo que más le costó: “Hay compatriotas que aún no están dispuestos a sacrificar sus privilegios, aunque sean causa de zozobra para el país entero”.
JAVIER FORERO
POLÍTICA
Javier Forero
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