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Patrimonio del mundo

Calificativos se quedan cortos para describir al Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete.

Editorial .
Los científicos lo llaman la ‘capilla Sixtina’ de la Amazonia, los aborígenes lo reconocen como la ‘maloca del Jaguar’ y otros se refieren a él como el ‘centro del mundo’. Los calificativos se quedan cortos para describir al Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete, que desde el lunes fue elevado a la categoría de patrimonio natural y cultural de la humanidad por la Unesco, y cuya extensión ayer fue ampliada para un total de cerca de 4,2 millones de hectáreas.
Las dos noticias vuelven a darle visibilidad al parque nacional continental más grande del país, y tal vez uno de los mejores conservados por su difícil accesibilidad. Esta área protegida –ubicada entre Guaviare y Caquetá– es emblemática por sus icónicos tepuyes, mesetas de roca desnuda que se elevan hasta los 900 metros de altura sobre la planicie amazónica. Es también reconocido por sus 70.000 representaciones de arte rupestre, sus cientos de especies de flora y fauna, y varias comunidades indígenas no contactadas. Es, ciertamente, un tesoro de biodiversidad inigualable.
El orgullo de contar con una joya natural de tales dimensiones alberga también una enorme responsabilidad para el Estado en su tarea de protegerlo, más aún cuando la amenaza de la deforestación le está tocando la puerta al área protegida. Las cifras son alarmantes. Según el Proyecto de Monitoreo de la Amazonia Andina (Maap), ya se perdieron 35.000 hectáreas de bosque en el área entre el parque nacional La Macarena y Chiribiquete en mayo del 2018. El trazado de carreteras, que durante los últimos seis meses se ha intensificado en la zona, fomenta la potrerización del bosque y empieza a deteriorar la conexión ecológica de este puente entre la Amazonia, la Orinoquia y los Andes.
El Estado necesita actuar con prontitud en este periodo de posconflicto fortaleciendo a las autoridades ambientales a fin de que ejecuten un plan de manejo sostenible para el parque, y también para que el Ejército y otros actores se apropien activamente de las tareas de conservación. No se puede permitir que se borre del mapa el corazón de la Amazonia, desde ahora patrimonio del mundo.
EDITORIAL
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Editorial .
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