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¿Mal comienzo?

No tiene sentido gastar capital político en detener la JEP o echar para atrás el acuerdo de paz.

Rudolf Hommes
Muchas personas que votaron por Duque porque pensaron que le iba a dar prioridad al crecimiento económico, sin el cual va a ser difícil que el Estado responda a las necesidades y demandas de servicios y bienes públicos de la sociedad, piensan como Thierry Ways, columnista de este diario. Ahora él no ve muy claro que ese sea el camino que emprenda el Gobierno, o que la clase dirigente, incluido el gobierno electo, haya entendido que el mensaje que quisieron darles los 8 millones de electores que votaron en contra de ellos el domingo pasado y los 800.000 votos en blanco es que “se reforman o se van”.
En efecto, es difícil entender por qué el presidente electo malgasta su ‘good will’ induciendo al Congreso a demorar la aprobación del proyecto de reglamento de la JEP, a sabiendas de que el Gobierno convocó extras con llamado de urgencia y de que los congresistas que se oponen lo hacen con la expectativa de recibir ‘mermelada’. Mal comienzo de un gobierno que no ha empezado y ya está tratando de hacer caso omiso del Presidente constitucional en ejercicio y de sus promesas.
Partidos como el Liberal y el de ‘la U’ van a generar aún mayor rechazo que el que ya se han ganado si colaboran con el gobierno entrante en su plan de minimizar el acuerdo de paz. Ellos no deberían contribuir a dejarlo morir, pero su oportunidad de reivindicarse va en contravía de sus aspiraciones burocráticas, financieras o personales.
No tiene sentido gastar capital político en detener la JEP o echar para atrás el acuerdo de paz cuando gracias a él, las elecciones de este año han sido las “más pacíficas de la historia”, ha caído dramáticamente el número de militares y policías muertos o heridos y el de víctimas civiles de la subversión. En lugar de ensañarse contra los miembros de las Farc que han cumplido su parte de los acuerdos, y no desean volver a combatir, deberían orientar esa beligerancia y esos recursos a recuperar los territorios que dominaban las Farc que inexplicablemente han caído bajo control de fuerzas irregulares o criminales; a hacer presencia plena y efectiva del Estado en todo el territorio nacional, a volver a colocar la economía en un sendero de mayor crecimiento económico y a repartir ampliamente los beneficios de ese crecimiento para que Colombia deje de ser el país en el que se requiere el mayor número de generaciones antes de que una familia ascienda del decil inferior de la distribución del ingreso a la mediana (ver mi columna en los diarios regionales).
Hay este y tantos otros frentes que necesitan atención que deberían dejar a la JEP tranquila y respetar el acuerdo para solucionar los problemas que han surgido en el sector eléctrico; por ejemplo, reformar el régimen pensional, poner la salud en orden y darles un gran impulso a la educación y al bienestar social. El gobierno de Santos ha reducido significativamente la pobreza y disminuido la desigualdad (Mark Hofstetter, ‘La historia de tres huevitos’, Blogoeconomía de La Silla Vacía). El entrante tiene que mejorar considerablemente estos resultados si no desea que los votos de la oposición asciendan a 12 millones en 2022.
El manejo fiscal es muy crítico, porque ya es muy estrecho el margen de maniobra y las exigencias de gasto que se prevén hacen necesario que aumenten significativamente los recursos provenientes de impuestos, desaparezca la ‘mermelada’ y se reduzcan el desperdicio de recursos y la evasión de impuestos. Es necesario ponerle fin a lo que Germán Vargas llama “la robadera”. No se va a poder evitar una nueva reforma tributaria. Ojalá la conciban y organicen funcionarios y cabezas pensantes que no intervinieron en las dos últimas reformas y cuenten con tecnología y talento de última generación.
RUDOLF HOMMES
Rudolf Hommes
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