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Pupitrazos

En el Congreso se reunieron para aprobar a pupitrazo, cuatro reformas constitucionales y una ley.

Ricardo Silva Romero
Vaya usted a saber qué más han estado haciendo nuestros senadores a nuestras espaldas. El pasado domingo 16 de diciembre se reunieron en el Congreso a la hora de la victoria del Junior, de la obsoleta transmisión de Miss Universo, de la risueña novena de aguinaldos –“Benignísimo Dios de infinita caridad...”– para aprobar antes de la cenicienta medianoche, y a pupitrazo limpio, cuatro reformas constitucionales y una ley, sí. Escucharon la voz de auxilio de este gobierno empeñado en vaya usted a saber qué. Llegaron como pudieron porque La Candelaria en Navidad es el infierno. Vestían de civil, de domingo. Solo el expresidente Uribe andaba de traje: “Siempre oí que al Senado se viene en corbata”, declaró, pendiente del reloj, mientras sus congresistas de sport votaban reformas a la brava.
Y el único espectáculo peor en el mundo era Miss Universo: los acezantes funcionarios del Gobierno ensayaban el satanizado arte del lobby, los liberales sacaban adelante el Ministerio de la Ciencia y la segunda vuelta para la elección del alcalde de Bogotá como si no fueran buenas ideas, los sospechosos de siempre torpedeaban los diálogos de paz con el Eln mucho mejor que el Eln, los uribistas peleaban por levantar la reserva de la declaración de renta para servidores públicos con tal de que solo suceda cuando los estén investigando, el señor Macías, presidente del Senado, se reinventaba las reglas por el camino, y la oposición se veía obligada a dejar el recinto, como una fila de adultos derrotados por los niños, para que quedara constancia de que la mala clase política se estaba imponiendo para probar que aún puede imponerse.
Y con ustedes, señoras y señores, esta nueva manera de hacer las cosas igual que siempre: “Ven a nuestras almas, ven no tardes tanto”.
Pensé empezar con la frase “hubo una vez un Congreso…” porque lo que ha pasado en el capitolio en estos meses ha sido lo mismo que pasó ese pobre domingo en la noche: un poco vergonzoso, un poco inverosímil. Sí, también se ha dado una oposición digna, me parece, de mujeres y de hombres congresistas que no solo han sabido representar a sus electores, sino que han conseguido establecer un permanente diálogo con ellos. Pero sobre todo, a falta de una presidencia encauzada, ha ocurrido una coalición errática alrededor de las grandes empresas. Que el martes 18, “ya la oveja arisca, ya el cordero manso”, aprobó a pupitrazos una infame e improvisada reforma tributaria que ya no busca recaudar los 14 billones que le hacían falta al Gobierno, sino regalarles a algunos magnates naranjas exenciones que pueden sumar 9 billones.
El senador conservador David Barguil defendió aquella “ley de financiamiento” plagada de letra menuda, en el set azul del Noticiero Caracol, con las palabras “ah, es que aquí en Colombia es muy fácil darle palo al Congreso”. Y sí, cómo no, así es, pues estos legisladores resignados a sí mismos –ya solo faltan 1.332 días para que se vayan– le han aprobado a este gobierno sin ton ni son otra reforma que sigue dejándonos a unos cuantos nomás la angustiosa labor de financiar un Estado hostil que nos desprecia. Vamos a ver cómo les sale. Vamos a ver qué tal les va en esta época en la que se supone que la ciudadanía está mirando. Vamos a enterarnos ahora sí, mejor dicho, de si esta que estamos viviendo sí es una nueva era. Si es verdad que los políticos ya no pueden hacer lo que les venga en gana. Si es cierto que nos damos cuenta de todo.
Quizás esté perdiendo de vista las buenas noticias de estos días largos. Tal vez deba notar, por ejemplo, el pacto que han conseguido los estudiantes después de semejante lucha por lo mínimo. Pero es que un senador turbio no puede seguir siendo una redundancia.
www.ricardosilvaromero.com
Ricardo Silva Romero
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