¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Lodazal

Uno prefiere no creer en esos políticos viles capaces de todo, porque se ha metido en la cabeza que solo en las películas se dan los hombres que viven para dañar.

Colombia paga a crédito sus perversas campañas presidenciales: a 48 meses. Se le va la vida sufriendo las consecuencias de ciertas candidaturas inescrupulosas: cuenta la revista brasilera Veja que en 2014, en una jugada política que más bien suena a mala inversión, la sobornadora Odebrecht pagó 1,6 millones de dólares al estratega político ‘Duda’ Mendonça –“el hombre que eligió a Lula”– para que sacara adelante la campaña de Zuluaga, la campaña de “con usted no se puede ser respetuoso”, la campaña de las naranjas. Zuluaga se ha librado ya de la investigación que le abrió la Fiscalía por aquel video de días de elecciones en el que oye, imperturbable, la información de inteligencia que le va soltando un espía contratado por su equipo. Ahora ha dicho que la plata que le haya dado la constructora a su asesor, si se la dio, tampoco es su problema: que, por si quedan dudas, sucedió a sus espaldas.
Sea como sea, hastía pasarse los gobiernos discutiendo y limpiando el desastre de esas campañas que no tienen conciencia; agota hasta la náusea estar viviendo en semejante lodazal.
Desde hace tres años, Zuluaga, el mismo candidato cejijunto que en ese video discute, impasible, una infiltración gravísima, se ha dedicado a acusar al presidente que le ganó la presidencia de todos sus males –su campaña fue infiltrada, dice, para ser acusada de infiltrar– porque ciertos atrincherados en el uribismo asumen que “la mejor defensa es el ataque”, que en tiempos de redes sociales cualquier calumnia es sentencia y es lápida, que en Colombia la sordidez es verosímil y cualquier injuria pondrá a la mitad del pueblo de su lado. Por su parte, desde 2014 Santos ha estado repitiendo, como un logro, que ningún funcionario de su gobierno ha sido condenado por corrupción –y ha querido decir: “no como la gente de Uribe”–, y ha vuelto a decirlo desde que aquel viceministro uribista reconoció que fue sobornado por Odebrecht.
Y el iracundo de Uribe, “el hombre que eligió a Santos”, enardecido por las notas de prensa que conectan a su círculo con los corruptores de Odebrecht, ha salido a enlodar –por haber firmado un otrosí que supuestamente convenía a sus negocios– a un par de exministras santistas reconocidas por su honestidad: Cecilia Álvarez-Correa y Gina Parody. Lo ha hecho para empatar las acciones con Santos, para arruinarlas a ellas por haberse salido de la familia uribista, para recordarle a la atenta opinión homofóbica que sus enemigas son pareja, para que de nada les sirva a las dos explicar en detalle que obraron dentro de la ley, para que aquí sea siempre “que entre el diablo y escoja”, “la palabra de Uribe contra la palabra del resto”. Que caiga el que caiga: que nadie parezca decente aquí en Colombia.
Y los padres den a sus hijos el consejo “evita al sector público como a la muerte”.
Uno prefiere no creer en esos políticos viles capaces de todo, porque se ha metido en la cabeza que la realidad es más compleja que la ficción, que solo en las películas se dan los hombres que viven para dañar. Pero que los hay, los hay. Y son unos maestros a la hora de echar a andar ese aparataje que ha acabado con el debido proceso de nuestro sistema judicial: los medios destapan los escándalos de los políticos; los políticos enlodan por las redes sociales a sus rivales –a los medios, los jueces, los gobiernos– para que el lodo no deje ver a nadie; los pegajosos portales de internet de noticias los condenan a todos, y da igual si es con la verdad o la mentira, en pequeñas notas sin firma; y nadie, ni siquiera el juez, tiene el tiempo o el temple para esperar la versión de la justicia.
Tomen aire, miren para ambos lados antes de cruzar, agáchense: está a punto de empezar otra campaña.
Ricardo Silva Romero
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción