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Sicario moral

Sin duda el fiscal general tiene errores, pero no es el perverso inquisidor que pintan hoy las Farc.

Paola Ochoa
No sabe uno qué es peor: si las Farc tratando de defender lo indefendible, o si intentando destruir a Néstor Humberto Martínez. Porque una cosa es que intenten salvarle el pellejo a Jesús Santrich, hoy en el pelotón de extraditables por conspirar con narcos mexicanos para exportar 10 toneladas de cocaína. Pero otra cosa muy diferente es que lo hagan insultando, calumniando y descalificando al fiscal general. Como si a punta de madrazos intentaran acabar con la poca institucionalidad que hay. Como si eso les sirviera para recuperar algo de la poca credibilidad que perdieron ya.
Basta repasar los insultos de la última semana. Timochenko llamó sicario moral al fiscal general. Iván Marquez tildó de perversa a la institución como tal. El abogado de Santrich los graduó a ambos de delincuentes, al declarar que el fiscal se extralimitó en sus funciones y que cometió sendos delitos en su actuar. La nueva congresista de las Farc, Victoria Sandino, inculpó al fiscal de desatar una paranoia sobre futuras capturas dentro de su partido y de su comunidad.
Todos repitieron lo mismo aquí y allá: que se trata de un montaje y de un escándalo mediático de la DEA y del fiscal. Y que por eso lo van a demandar penalmente ante la Corte Suprema de Justicia. Y que también por eso lo van a demandar ante la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, para que investigue su actuación en el caso de Santrich y compañía.
Es cierto que Néstor Humberto Martínez no es ninguna pera en dulce. Es cierto, también, que uno puede tener reparos sobre la forma como se vienen manejando ciertos casos en la Fiscalía. Por ejemplo con Odebrecht, en donde no ha pasado mayor cosa, a diferencia de Brasil y Perú en donde sí han caído presidentes y billonarios. Aquí solo han caído unos congresistas de medio pelo, un gerente de una entidad financiera y un viceministro que dice que ya se gastó tres millones de dólares del soborno. La Fiscalía no ha incautado carros, cuadros, Rolex, ni nada de esas cosas en las que se gastan la plata los pícaros y pillos.
También es cierto que Néstor Humberto Martínez tiene una cercanía indiscutible con ciertos círculos del poder. Como su entrañable amistad con Germán Vargas Lleras, de la cual se desprenden todo tipo de suspicacias. Como que la reciente compulsa de copias a la Corte Suprema para investigar al senador Armando Benedetti haya sido una manera de presionar al partido de ‘la U’ para adherir a Cambio Radical. O como que no avancen ninguna de las 21 investigaciones en contra de Alex Char.
Uno puede tener muchos reparos en contra del fiscal general. Pero de ahí a llamarlo ‘perverso sicario moral’ hay mucha tela que cortar. Se equivocan Timochenko e Iván Márquez al insultarlo de esa manera tan grotesca y vulgar. Sobre todo cuando las pruebas en contra de Santrich son tan contundentes y demoledoras: el cuadro con dedicatoria especial para el jefe del cartel de Sinaloa, las reuniones en su apartamento y las conversaciones para mandar anticipos de la droga.
La DEA –que tampoco es ninguna pera en dulce– volvió a hacer lo mismo que ya había hecho con los narcosobrinos de Cilia Flórez y Nicolás Maduro: un operativo encubierto, con agentes disfrazados de narcos mexicanos, que se hicieron pasar por compradores de perico. A los sobrinos de Maduro les clavaron 18 años por conspiración para enviar droga hacia Estados Unidos. A Santrich le puede esperar lo mismo –o mucho más– si lo llegan a extraditar los gringos. Eso si no se muere antes con la huelga de hambre que viene haciendo desde que lo capturaron.
La verdad es que ni la DEA ni el fiscal son unos santos. Ni trabajan tampoco para Santos. Y por eso destaparon todo este entramado de Santrich con los narcos mexicanos. Una alianza que demuestra que algunos de los miembros de las Farc aún siguen narcotraficando. Y que tienen fortunas ocultas más allá de los traperos que nos devolvieron al resto de colombianos.
PAOLA OCHOA
En Twitter: @PaolaOchoaAmaya
Paola Ochoa
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