¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Gobierno e intuición

El presidente y algunos ministros se niegan a escuchar al sistema dos de pensamiento, el lógico.

La mayoría de la gente confía en su intuición, y se equivoca. Cuando la decisión afecta solo a quien decide, un mal resultado es lamentable; pero cuando afecta a mucha gente, y como es el caso con el Presidente y los ministros, a millones de personas, no solo es lamentable, es una desgracia.
(También le puede interesar: ¿Es inteligente la inteligencia artificial?)
La intuición es la facultad de responder instantáneamente, sin desarrollar razonamientos complejos. Es un conocimiento inmediato, directo y aparentemente autoevidente. Pero esa ‘autoevidencia’ es muy personal; depende de la historia individual, gustos, inclinaciones, experiencias, sesgos ideológicos, y más. Es decir, no es tan autoevidente.
Psicólogos evolutivos muestran que, en muchos casos, la intuición la conforman esos retos que la especie ha tenido que abordar desde hace milenios. Eso puede explicar por qué, por ejemplo, funciona tan mal en temas económicos. Nos desarrollamos en sociedades pequeñas, con sistemas de trueque entre conocidos, y un alto nivel de cooperación; hoy vivimos en sociedades muy grandes, complejas, competitivas, con sistemas de pago abstractos. Los populistas han usado esas intuiciones fallidas para convencer. Los votantes de Trump intuían que tenía razón cuando proponía aumentar el costo a las importaciones para proteger la producción nacional. Otros populistas dicen lo mismo.

No se puede negar que hay ciertas ventajas en tener un gobernante con un sistema uno activo. Pero la intuición debe ser apenas el primer paso en la solución de un problema.

Daniel Kahneman, psicólogo que ganó el premio Nobel de economía en 2001, describe en su libro Pensar rápido, pensar despacio, dos sistemas diferentes usados por la mente para construir pensamientos. El sistema uno es intuitivo, rápido, automático, emocional, estereotipado y subconsciente (yo añadiría ideologizado). El sistema dos es lento, lógico, calculador y con el propósito explícito de solucionar problemas.
Los dos sistemas funcionan simultáneamente (o en paralelo) y en cierta forma compiten. El sistema uno es el culpable de muchos de los sesgos de pensamiento, como el de confirmación, que tiende siempre a apoyar las preferencias propias, evitando mirar los hechos que las contradicen.
Muchas veces las ideas inspiradoras surgen del sistema uno. No se puede negar que hay ciertas ventajas en tener un gobernante con un sistema uno activo. Pero la intuición debe ser apenas el primer paso en la solución de un problema. Insinúa una vía probable, pero si no se quiere cometer errores, esa insinuación debe ser sometida al análisis riguroso y lento del sistema dos, con su lógica y su asidero en hechos reales.
No es lo que está pasando. El presidente y algunos ministros se niegan sistemáticamente a escuchar al sistema dos de pensamiento. Los ejemplos son numerosos. Todos los expertos, incluidas personalidades prestantes del gobierno, llaman la atención sobre el peligro para la seguridad energética de suspender exploraciones de yacimientos de hidrocarburos. Un comité técnico del Banco de la República advierte sobre el peligro de pérdida de puestos de trabajo como consecuencia de la reforma laboral. Asociaciones médicas y expertos llaman la atención sobre posibles fallas de la reforma a la salud; y todos son ignorados. Los conceptos expertos se tratan como si provinieran de una élite mal intencionada. El principal enemigo del sistema dos es la arrogancia.
En un gobierno funcional el presidente y los ministros tienen derecho a usar, a veces, el sistema uno para proponer soluciones imaginativas; pero para esas ocasiones están los asesores, personas con una excelente preparación disciplinar en su campo, que evalúan, critican, hacen proyecciones y definen la factibilidad de las propuestas. Un buen sistema de gobierno debe contar, pues, con asesores altamente especializados, y con carácter para decirle al jefe lo que piensan, y un gobernante, a veces imaginativo, pero atento a sus conceptos, incluso si estos lo contradicen.
MOISÉS WASSERMAN
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción