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¿Va usted a perder su trabajo?

El temor de que la automatización produce desempleo apareció con la Revolución Industrial.

Moisés Naím
Hace poco participé en un ejercicio cuyo propósito era evaluar la capacidad de grandes organizaciones para anticipar las tendencias que más las transformarían. Los resultados fueron muy variados, excepto en una cosa: ninguna vio venir ni integró a sus planes y presupuestos la crisis financiera del 2008, el ‘brexit’ y la elección de Donald Trump. Pero el resultado más interesante de este análisis es que todas las que anticiparon correctamente los grandes cambios que las afectarían se equivocaron drásticamente en sus estimaciones de la velocidad con la que ocurrirían.
Una de las áreas en la que más se subestimó la velocidad con la cual se están dando los cambios fue la revolución digital. Parece no haber dudas de que la inteligencia artificial, la robotización, ‘blockchain’, ‘big data’ y demás innovaciones tecnológicas van a cambiar el mundo. Sobre lo que hay más debate –y más ansiedad– es acerca de las consecuencias de todo esto. La mayor preocupación es que la revolución digital va a destruir una enorme cantidad de puestos de trabajo y que en las próximas décadas se creará lo que el historiador Yuval Harari ha llamado ‘la clase inútil’, un grupo social permanentemente desempleado al cual el resto de la sociedad deberá mantener.
Esta no es una preocupación nueva. El temor de que la automatización produce desempleo apareció con la Revolución Industrial y no ha menguado. Estas ansiedades resultaron infundadas, ya que las nuevas tecnologías no solo ‘remplazaban hombres’, sino que también creaban nuevas industrias que compensaban con creces los empleos perdidos.
¿Pasará lo mismo con la revolución digital? ¿Creará más empleos que los que destruirá, siguiendo el viejo patrón de la ‘destrucción creativa’ de Schumpeter? Es imposible saberlo, y por eso es necesario prepararse.
Algunos argumentan que esta vez es distinto y que el shock tecnológico será más amplio y más veloz. Si, en efecto, se nos viene encima un tsunami de desocupación laboral, ¿qué hacer? Hasta ahora hay solo cuatro ideas.
La primera es el proteccionismo digital. Consiste en encarecer, por medio de impuestos, aranceles y otros mecanismos, el uso de robots y tecnologías digitales que reducen el empleo. Esta es una muy mala idea. Las economías que desincentivan la adopción de nuevas tecnologías pierden competitividad y sufren importantes rezagos.
La segunda idea es la reeducación de las personas que pierden su trabajo para que adquieran nuevas destrezas. Encomiable objetivo. La mayoría de países ya cuentan con programas de este tipo. Lamentablemente, los resultados han sido limitados. Sin duda, hay que seguir perfeccionado estas iniciativas.
La tercera idea no es nueva: el empleo público. Cada vez que una sociedad experimenta un aumento drástico en su tasa de desocupación, el Gobierno intenta paliar la situación creando puestos de trabajo que, si bien no son necesarios, sirven para darles un ingreso a quienes lo han perdido. Esto puede funcionar como una medida de emergencia temporal, pero su adopción como política permanente es onerosa, contraproducente e insostenible a largo plazo.
La cuarta propuesta es la de garantizar un ingreso básico universal. Esto quiere decir que todos los adultos tendrán un ingreso mínimo asegurado y permanente, independientemente de si trabajan o no. Esta idea es tanto problemática como, quizás, inevitable. Es muy costosa y puede desestimular el trabajo. Pero si se usa para remplazar subsidios que son ineficientes, sus costos pueden ser reducidos y hay múltiples incentivos –además de un ingreso mínimo– para tener un empleo.
Esta lista revela que no estamos preparados para enfrentar un choque de esta naturaleza. La buena noticia es que, quizás, la destrucción creativa de Schumpeter no ha muerto y que estas nuevas tecnologías produzcan más y mejores empleos que los que destruyan.
Pero si esta vez es diferente y los nuevos empleos no aparecen a tiempo, estaríamos enfrentando uno de los mayores retos de este siglo.
MOISÉS NAÍM
En Twitter: @moisesnaim
Moisés Naím
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