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El molde de Santiago

Esa colaboración y sus futuros ofrecimientos lo hicieron acreedor de los 40.000 dólares del video.

¿Para qué necesitaba comprar Santrich los servicios de la JEP, cuando ya la tiene? Por eso descarté desde el comienzo del escándalo que Seuxis fuera el donante de los 40.000 dólares para comprar los servicios torvos del fiscal de la JEP Carlos Julián Bermeo. Lleva preso hace ya casi más de un año para ser extraditado y, mientras tanto, la JEP no solo viene solicitando pruebas a EE. UU., país requirente, sino que ahora le reconoció al reo el derecho a la doble instancia. ¿Qué más quiere? Ese se queda.
Lo que finalmente se pudo aclarar de este operativo es que fueron los gringos los que interceptaron a Bermeo y a Gil y con ayuda de un agente infiltrado, y con base en sus ofrecimientos de maromas judiciales lo fueron conduciendo al terreno de Santrich, hasta el punto de que cuando ya los gringos le informaron hace dos semanas a la Fiscalía lo que habían descubierto, la sociedad criminal ya venía andando. Bermeo ya había ofrecido, solito, libre y espontáneamente, para demorar el caso Santrich, comprar falsas víctimas, desviar órdenes de policía judicial provocando varias prórrogas, devolver documentos a la DEA y la ayuda de un magistrado. Como prueba de su efectividad, aseguró haber saboteado el envío de la carta de la JEP a EE. UU. en la que se pedían las pruebas contra Santrich. Esa colaboración y sus futuros ofrecimientos lo hicieron acreedor de los 40.000 dólares del video. Después les dijo a los agentes encubiertos que, como eso había salido tan bien, les proponía otro negocio: llevar 120 kilos de coca a Roma.
No es la primera vez que la JEP se ha visto rodeada de descrédito, fruto de sí misma. La directora jurídica (hoy ex, porque la renunciaron) Martha Lucía Zamora y dos abogados ex-Farc de La Habana que ahora lo eran de la JEP fueron interceptados cuando daban instrucciones a abogados para que inventaran disculpas que no expusieran a sus clientes a incumplimientos ante la JEP. Antes, el secretario ejecutivo Néstor Raúl Correa había renunciado a su cargo en protesta porque los magistrados le quitaron la ordenación del gasto, para que no fuera él solo quien se despachara la nómina y la contratación.
Luego han venido saliendo unos millonarios contratos otorgados a dedo y sobre los que hay fuertes sospechas de favores políticos y de amiguismos.
De esta manera, como dice Alfonso Gómez Méndez en su columna, “a la JEP no hay que victimizarla con mensajes de inconveniencia, porque con sus propios actos ella misma se está deslegitimando”.
Hoy, decir que la JEP quedó mal armada y hay que someterla a un proceso de latonería y pintura es sinónimo, vuelve y juega, de ser enemigo de la paz. Pero si uno lee el libro de Humberto de la Calle –en cuya sinceridad, buena prosa, humildad y estilo serio pero ameno, reencontré al amigo de vieja data–, se da uno cuenta de que la JEP nació prácticamente como fruto de un golpe de Estado que le dieron a la mesa de negociación.
Según ‘Revelaciones al final de una guerra’, Santos decidió dividir la mesa creando el grupo de los “juristas”, que integraba, entre otros miembros, el abogado madrileño Enrique Santiago, quien muy pronto se apoderó de su conducción y vocería.
Se suponía que nacía como un grupo asesor, pero poco a poco las Farc lo fueron convirtiendo en un grupo de negociación pleno y autónomo que fue cambiando la matriz conceptual de la justicia transicional que traía la mesa desde 2015, a cargo de De la Calle y Sergio Jaramillo. En adelante, las Farc sostuvieron con vehemencia que los documentos de los “juristas” constituían un acuerdo separado de la mesa. De ahí salió el famoso documento de 75 puntos que cuando fue presentado en sociedad en La Habana apareció con una nota de De la Calle: ‘documento en desarrollo’, que prendió todas las alarmas.
Dice De la Calle en sus memorias: “En una jugada audaz, pero riesgosa, el Presidente abrió un grupo de seis juristas para ‘negociar’ el componente justicia. Esto dio lugar a algunas turbulencias y ambigüedades”. Y luego, para acelerar, le metió ‘el Cónclave’, con varios ministros: Holguín, Cristo y Pardo. (…) “Se perdió por momentos la línea de autoridad, hasta el punto de que presenté mi renuncia” (…) “Haber mantenido la estrategia inicial quizás hubiera impedido las imperfecciones del capítulo de implementación que tanto daño hicieron luego de la firma del acuerdo final”.
Hasta aquí las valientes revelaciones de De la Calle acerca del día en que le raparon de la mesa de negociación el diseño de la JEP, y el molde quedó a cargo del abogado Santiago.
Entre tanto… ¿Y luego preguntan por qué esto de la JEP está saliendo tan mal?
MARÍA ISABEL RUEDA
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