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A la caza del León

Ojalá su legado se reviva y que estudiosos del tema armen una edición crítica de difusión masiva.

Durante años he vuelto, una y otra vez, a los versos de León de Greiff. Desde esos días de adolescencia en que no me quedaba muy claro eso de ser ‘archilunático’ y sonreía al leer en voz alta la Balada de los búhos estáticos, hipnotizada por los sonidos de su poesía.
A cierto punto, tuve que ponerles a esas Obras completas, protegidas apenas por una tapa del grosor de una cartulina convencional, un refuerzo de cinta pegante. La tapa sobrevivió, a pesar de que la cinta se tornó amarillenta.

Condenarlo al olvido sería el peor de los vejámenes, en especial en un país que necesita recordar su humanidad cuanto antes.

Conservo los dos tomos en Colombia, pues no quiero someterlos a los vejámenes de mi vida gitana en el exilio, de modo que intenté conseguir una copia nueva, ojalá mejor protegida para una vida nómada. Busqué en la pomposa Panamericana de la avenida El Poblado y en el modesto local de la Librería Nacional del aeropuerto de Rionegro. Nada.
Mi sorpresa no pudo ser mayor, por asumir que este gran poeta, culmen de la literatura colombiana, se estaría vendiendo como pan caliente y se lo conseguiría en distintos formatos y ediciones críticas.
Su ausencia de los anaqueles de las librerías que consulté –en la segunda ciudad más grande de Colombia– me dejó lela paralela, como diría De Greiff. Recordé el dolor de Max Aub al volver a España y ver cómo habían minimizado la obra de grandes poetas que hicieron parte de la Segunda República.
¿Dónde estás, León?
La editorial de la Universidad Nacional se ofreció a enviarme una copia de este tesoro literario, pero su silencio al decirles que no resido en Colombia puede significar que su generoso gesto se restringiría al territorio nacional.
Comprensible. Sin embargo, eso solo solucionaría parte del problema. ¿Qué pasará con los otros miles o millones de lectores que quisieran acceder a los versos del loco Legrís? ¿O será, tal vez, que ya nadie se acuerda de él y, por lo tanto, no representa una opción atractiva para las editoriales?
La poesía, ese género hermético a veces y poco difundido, se convierte, a veces, en el alma de una nación, como creo es el caso de León de Greiff, ese lunático que nunca conoció el mar. Condenarlo al olvido sería el peor de los vejámenes, en especial en un país que necesita recordar su humanidad cuanto antes. Ojalá su legado se reviva y que estudiosos del tema armen una edición crítica de difusión masiva. Nuestra maltrecha Colombia necesita reconectarse con los aspectos más bellos de su alma para recordar que no todo está perdido.
@caidadelatorre
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