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Descanse en paz la guerra

Salvar a los campesinos y a sus niños de caer en las minas ya vale la firma. Decir 'No' puede ser devolverles las armas a las Farc y retornarlas al monte.

Luis Noé Ochoa
Por fin llegó el día anhelado por varios presidentes, por varias generaciones y hasta por las Farc, que sabían que el poder por las armas era más difícil que hacerles tacto rectal a los elefantes. Hay alegría nacional por el acuerdo final, que no es perfecto pero es lo mejor para este país, en el que hasta la muerte debe necesitar descanso. Yo lo respaldaría así lo hubiesen firmado Uribe y ‘Timochenko’. Y como dijo Santos, para él pusieron su granito de arena los últimos mandatarios. O sea, a cada uno le corresponde un pedacito del Nobel.
Hay que agradecer al Presidente, a Humberto de la Calle y a su equipo. Y a nuestras Fuerzas Armadas. Por ellos, sobre todo, se llegó a La Habana. No fueron en vano tanto sacrificio, tanto clarín de despedida. Gracias a todos, a los heridos en combate y a los que están en filas.
Se batieron banderas blancas porque se van a salvar vidas, a evitar masacres, atropellos a las mujeres, secuestros, reclutamiento de menores; porque habrá menos desplazados, menos petróleo en los ríos, nuestros campesinos podrán trabajar un poco más tranquilos. Bueno, no tanto, porque sus productos valen huevo. Porque las Farc bajan su bandera y entregarán 8.000 o 10.000 armas. Y porque la paz trae inversión, más confianza en este país y la plata de la guerra se puede invertir en paz. Así de sencillo, dijo un billetico de mil.
Que es difícil perdonar, sí. Dios les dé valor a las víctimas. Lástima que ‘Iván Márquez’, que estuvo bordeando el arrepentimiento en el discurso en La Habana, no hubiera terminado pidiendo perdón sincero, de frente. Las Farc lo deben hacer en un acto especial.
Pero ahora sigue lo más difícil. Empezando por el plebiscito. Tiene que ganar el ‘Sí’. Los que impulsan el ‘No’, si no lo hacen con seriedad, se van a ver como los que ofrecen marihuana en una piñata. Ni siquiera como amigos de la justicia, porque, sin ser lo que merecen las Farc, hay justicia transicional, hay restricción de libertades, verdad y reparación. Y cárcel efectiva para el que mienta.
Están en su derecho los de la ‘opo’. O en su derecha. Pero decir ‘No’ es devolverles las armas a las Farc. Es volver a las matanzas. Y a ellos es mucho mejor tenerlos en traje civil, como dice Uribe, así sea en el Congreso, barrigoncitos, con votos y no con botas; tomándose la palabra en vez de tomarse los pueblos, echando discursos en vez de echar plomo.
Mucho tienen que hacer las Farc en la implementación de los acuerdos. Empezando por convencer a todos sus combatientes, pues se dice que algunos frentes, con dos dedos de frente, quieren decir ‘No’. Que están con el cañón nervioso, pues les dijeron que habrá 16 ‘circuncisiones’ especiales. Que les expliquen. Y que les digan que si no se incorporan a la democracia, jamás habrá otra oportunidad. La coca da oropeles y cierto poder, pero tendrán que correr toda la vida, o ser peones del Eln.
No es fácil lo que viene en la implementación de los acuerdos. Este es un camino largo, liso y culebrero. Y hay perros sueltos. Se necesitan coraje y decisión. Lo que debe hacer la ‘opo’ es estar atenta y decir ‘No’ si hay incumplimientos, digamos en reparación de las víctimas, que debe ser sagrada.
Yo sueño con ver la recuperación del campo, precios justos, asistencia, que los desplazados regresen y les devuelvan sus tierras. Y sueño con ver mi país desminado. Y esto está funcionando ya, con las Farc, hombro a hombro con el Ejército. Salvar a los campesinos y a sus niños de caer en las minas ya vale la firma. Y espero ver que el narcotráfico, el peor de los componentes de la violencia, comience a ceder.
En fin, ha muerto la guerra. Que en paz descanse, dicen por ahí. Sí.
Luis Noé Ochoa
luioch@eltiempo.com.co
Luis Noé Ochoa
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