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Zapatero a tus zapatos

Es oportuno recordarle a Trump que los EE. UU. es el mayor consumidor de drogas ilícitas en el mundo

Hace 15 días, en desarrollo de su campaña política, el señor Donald Trump le dijo al presidente Iván Duque: “No ha hecho nada por nosotros”. Según Trump, por no haber frenado el crecimiento de los cultivos de coca, Colombia sería culpable de que los gringos se droguen con la cocaína que llega de este país. Hace pocos días, con la arrogancia y la prepotencia que lo caracterizan, Trump le volvió a caer a Duque. Aunque lo considera “un buen tipo”, le dijo que por no haber hecho nada en contra, el negocio de la droga sigue creciendo.
Desde luego, el prepotente magnate no tiene en cuenta que la droga entra a EE. UU. por sus fronteras, por sus puertos, por sus aeropuertos. Y los gringos la pueden comprar, no obstante rígidos controles y espectaculares decomisos –el más grande ocurría en Nueva York, cuando Trump le reclamaba a Duque–. Luego, si la cocaína colombiana continúa circulando en EE. UU. y los gringos consumiéndola, quiere decir que algo tiene que estar fallando en ese poderoso país, y no por culpa de los cultivadores de coca.

El señor Trump, en vez de reconvenirnos sin derecho alguno, es mejor que atienda sus propios problemas, que son de marca mayor.

Para Colombia es una desgracia ser el mayor productor mundial de cocaína. Desgracia que le ha costado muchas vidas y muchas tragedias. Pero los cultivos de coca crecen, no obstante lo que hace este país evitarlo, porque la demanda de estupefacientes está disparada en el mundo. Y es oportuno recordarle al prepotente señor Trump que, a pesar de sus muchas preocupaciones y sus inaceptables críticas a Colombia y a su Gobierno, Estados Unidos, es decir, su propio país, es el mayor consumidor de drogas ilícitas en el mundo.
Como muchos lo saben, las cárceles de EE. UU. están atestadas de fumadores de drogas ilícitas, que se excedieron en su consumo. Porque la política antidroga impuesta por gobiernos gringos –que ha resultado un completo fracaso– consiste en perseguir a los consumidores, no a los traficantes. Por eso, los narcos están millonarios. Dueños y señores del mejor negocio que existe, viven como reyes, financian cultivos de drogas en Colombia y otros países, y dinero les sobra para ‘comprar’ en aduanas, puertos y aeropuertos, de cualquier país, autoridades y calanchines, que les dejan pasar los matutes. Ningún país, ningún gobierno ha puesto en jaque a los narcos. Ellos, como Dios, están en todas partes.
Por eso, expresidentes de países de la región y profesionales del mundo han propuesto mil veces la legalización o regulación de la producción y el comercio de las drogas ilícitas, pero en EE. UU. los gobiernos no han querido oír esta propuesta. Y sin el poder del imperio gringo, no hay nada que hacer. Por lo tanto, narcotráfico y drogadicción siguen creciendo en Colombia, en EE. UU. y en el mundo.
A estas alturas es bueno volver a recordar que la ‘moda’ de consumir droga la trajeron excombatientes de la guerra de Vietnam. Algunos, ya enmarihuanados, vinieron a buscar tierra para sembrar la yerba. Tierra había, yerba sembraron, y así arrancó aquí el gusto por la droga. Por lo tanto, el señor Trump, en vez de reconvenirnos sin derecho alguno, es mejor que atienda sus propios problemas, que son de marca mayor. Como se deduce del artículo del profesor de la Universidad de Princeton Peter Singer publicado en EL TIEMPO el 17 de febrero de 2019.
Dice el artículo que, por sobredosis de opiodes, ha aumentado en EE. UU. la tasa de mortalidad. El OxyContin, producido por Purdue Pharma LP, ha causado, por sobredosis, 218.000 muertes, mientras los Sackler (dueños de esa farmacéutica) ganaban 31.000 millones de dólares. El OxyContin, recetado por médicos, se popularizó gracias a una hábil estrategia de ventas. Propietarios del fármaco invitaban a los médicos a congresos en atractivos lugares, con todo pagado. Además, les pagaban sus conferencias. Pero “el papel de Purdue en la promoción de la epidemia de opiodes atrajo la atención de autoridades federales”. Y los Sackler se curaban en salud apoyando museos, bibliotecas y universidades famosas.
La moda de los opiodes, popular en EE. UU., ha incrementado el problema de la drogadicción. Y, al paso que vamos, si la orden es perseguir consumidores, los narcotraficantes seguirán haciendo su agosto.
lucynietods@gmail.com
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