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La foto del año

La instantánea abarcaba todo el espectro político nacional, desde Uribe hasta exjefes de las Farc

Leopoldo Villar Borda
No hay que esperar a que termine 2018 para escoger la foto del año. Si no hubiera quedado registrada en diarios y revistas, se podría pensar que era una broma, sobre todo porque la imagen fue tomada poco antes de la fiesta de Halloween, que en Colombia ha cobrado más dimensión que en el Reino Unido y Estados Unidos, donde comenzó el ritual de adornar las casas con brujas y calaveras y regalar dulces y caramelos a los niños.
Lo que captaron las cámaras en vísperas de esa fiesta en Bogotá fue una reunión que en condiciones normales produciría bostezos. Pero no fue una reunión normal ni ocurrió en un lugar cualquiera. El escenario fue un despacho situado en el segundo piso del costado oriental del Capitolio Nacional donde no se suelen realizar eventos que atraigan la atención del país. Es la oficina del presidente del Senado, donde este se ocupa de algunas de sus tareas y se reúne con sus colaboradores, generalmente en privado.
La ocasión que invitó el clic de los fotógrafos no fue un encuentro público, aunque ellos ejercieron su oficio para la historia. No era para menos, pues ni la imaginación de un gran novelista o dramaturgo habría podido fraguar la escena. A pocos metros de las estatuas de Tomás Cipriano de Mosquera y Rafael Núñez, testigos mudos de grandes acontecimientos de nuestra trayectoria republicana, ocupaban el despacho, unos de pie y otros sentados en semicírculo en sillas Rímax –sobre un piso de fino parqués, a la manera del Palacio de Versalles–, varios de los principales protagonistas de la vida pública colombiana en los últimos tiempos.
La asistencia abarcaba todo el espectro de la política nacional: desde el expresidente Álvaro Uribe y varios de sus escuderos hasta los excomandantes de las Farc Carlos Antonio Losada y Pablo Catatumbo y los voceros del partido de ‘la U’ con Roy Barreras a la cabeza; los conservadores, encabezados por Eduardo Enríquez Maya; los liberales, por Luis Fernando Velasco; los de la Alianza Verde, por Angélica Lozano, y los de Cambio Radical, por Rodrigo Lara, hasta Gustavo Petro, de Colombia Humana; Alexánder López, del Polo, y Eduardo Guevara, del Mira.
El motivo de la reunión tampoco fue rutinario ni común. Lo que ocupaba a la heterogénea asamblea era la búsqueda de un consenso sobre el funcionamiento de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), una de las piedras angulares del acuerdo de paz firmado por el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc. Y, aunque el consenso no fue alcanzado, la disposición que manifestaron todas las fuerzas políticas de trabajar juntas sobre el tema envió un mensaje de tranquilidad que hacía mucha falta.
Mientras media Colombia se preparaba para disfrazarse en la fiesta de las brujas, aquel variopinto grupo dialogó sin aspavientos ni ofensas, a diferencia de lo que algunos de sus integrantes han solido hacer por las redes sociales. Al final se comprometieron a continuar parlamentando para resolver sus diferencias e impulsar en el Congreso las leyes que todavía faltan para garantizar la paz. Aunque no han faltado las expresiones de escepticismo, si lo anterior sucede, es posible esperar que no pase mucho tiempo antes de que Colombia dé vuelta definitivamente a la página de la guerra que la desangró en el último medio siglo.
No le faltó razón a uno de los asistentes al decir que se habrían evitado muchos muertos si ese encuentro hubiera ocurrido años atrás. Su sola celebración alienta el optimismo, y por eso su registro gráfico merece ser destacado. El único lunar que se le podría anotar a la foto es que mientras alguno de los asistentes les dirigía la palabra a los demás, la estampa de más de uno quedó eternizada en ella como la mujer de Lot, no ya en el celuloide sino en las imágenes digitales que publicaron los medios, con la cabeza inclinada sobre su celular.
Leopoldo Villar Borda
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