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Sadismo

Considero unos sádicos a aquellos que sueñan con ese momento de gloria que implica tener hijos.

Juan Pablo Calvás
Sadismo: crueldad refinada con placer de quien la ejecuta (Real Academia Española)
¡Padres y madres del mañana, redimíos! ¡Detened vuestras intenciones reproductivas! ¡Pensad en el mal que le hacéis al prójimo!
Hago un llamado desde esta humilde tribuna con el fin de generar consciencia sobre una realidad que es dolorosa, pero cierta: es mejor no tener hijos en estos tiempos. No se trata de promover un nuevo maltusianismo ni entrar en el peliagudo asunto del control demográfico. Esta es una reflexión personal. Si acaso una reflexión en pareja. Cada uno según su conciencia.
Seré enfático: considero unos sádicos a aquellos que sueñan con ilusión sobre ese momento de gloria que implica tener hijos. Igualmente, me espantan hasta el horror aquellos que ya están esperando con ansias la llegada de un nuevo retoño y creen que lo que viene es un camino de pétalos de rosa, pavimentado con pañales y biberones. Y digo que son sádicos no porque vea en el espíritu de los padres del mañana un aire a maltratadores de niños. Ni más faltaba. Les digo sádicos porque esos niños que van a traer al planeta tendrán que vivir tremendas penurias cuando lleguen a la edad adulta, y ni qué decir cuando lleguen a la tercera edad. Sadismo es disfrutar del sufrimiento del otro, y, hoy por hoy, traer un niño al planeta es traerlo a sufrir.
Somos afortunados. Quienes hoy habitamos la Tierra seremos los últimos en verla tal y como está. Con unas temperaturas soportables, unos campos fértiles y unas casi inagotables fuentes de agua. Aún hoy es posible vivir en el trópico sin morir por causa de temperaturas que en poco superarán los 40 o 43 grados centígrados. El nivel del mar no ha subido hasta hacer desaparecer ciudades enteras. Las especies animales y vegetales de hoy aún garantizan un equilibrio necesario para el mundo.
Tenemos suerte, aún vivimos en un mundo vivible, a pesar de las dificultades diarias que trae la existencia misma.
Sin embargo, eso no será así para los bebés que vienen en camino. A ellos les espera una vida marcada por el reloj del cambio climático, la amenaza terrorista, los peligrosos nacionalismos, la amenaza de la inteligencia artificial y el temor a una guerra nuclear (como el que ya vivimos por culpa de Estados Unidos y Corea del Norte). Nada será tan fácil como hoy, perdonen el pesimismo.

Es mejor no tener hijos en estos tiempos. No lo haga por usted, ni por su pareja. Hágalo por el niño o niña por venir

Que las tensiones entre los países podrán reducirse y el temor a la guerra, disminuir. Seguro que sí. Que lograremos controlar a los terroristas. Tal vez. ¿Pero de qué va a importar eso cuando el eje de los problemas se traslade de un campo ideológico hacia lo esencial, como lo es la alimentación?
Ya poco importará si el presidente es Santos, Uribe, el hijo de Uribe o el heredero de Pastrana. De nada habrá servido el pelear porque sí o porque no contra la JEP. Nuestros hijos (bueno, nuestros no, porque yo no voy a tener) tendrán que preocuparse y vivir en la angustia de saber si habrá agua para beber al día siguiente. Tal vez ya no haya tantas frutas para poner en los platos y mucha menos carne para el almuerzo. En fin, ellos tendrán que vivir la catástrofe que nosotros y nuestros mayores ignoraron.
¿Y qué hacer entonces?
Si me lo pregunta: no tenga hijos. No lo haga por usted, ni por su pareja. Seguro les hace ilusión el ver a ese hermoso retoño, producto de la carga genética de ambos. No lo culpo, así es nuestra especie. Pero le insisto, no tenga hijos. Hágalo por el niño o niña por venir. No es justo que usted le imponga a otra persona la condena de vivir en un mundo imposible. Eso es ser sádico, y creo que ni usted ni su pareja lo son.
#PreguntaSuelta: ¿en serio vamos a seguir guardando silencio ante el intimidante inicio de las exploraciones de hidrocarburos con uso de ‘fracking’?
JUAN PABLO CALVÁS
Juan Pablo Calvás
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