¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Lecciones de justicia

No podemos seguir aceptando interpretaciones folclóricas de nuestra justicia.

No sé si los abogados del señor Carlos Mattos en Colombia tienen hijos. Llevo varios días haciéndome esa pregunta tras escuchar las escalofriantes (o indignantes) explicaciones que uno de los integrantes del equipo jurídico de Mattos ha hecho para analizar los delitos que le imputan a su cliente y lo tienen ad portas de una orden de captura internacional.
Y me pregunto si tienen hijos o no porque me invade la curiosidad –y de paso la angustia– al pensar en el tipo de formación que un padre tan flexible en sus opiniones jurídicas puede dar a sus hijos. ¿O será que, ya en casa, los mentados jurisconsultos sientan a sus pequeños y les explican con pelos y señales que los disparates que dicen en los medios de comunicación no son en realidad una perspectiva válida para interpretar lo que debe ser la justicia?
Primero dijo la abogada Mildred Hartmann a Luis Carlos Vélez, en La FM, que los delitos por los que señalan a su cliente son un “delito cotidiano”, es decir, un hecho criminal que se da con tal frecuencia en nuestro país que resulta una exageración hacer el pedido de detención internacional. ¡Vaya ejemplo! Entonces, la justicia debe ser laxa cuando los crímenes son recurrentes porque qué más da. Si lo hacen varios, entonces no es tan grave. ¡Interesante lógica la de la abogada! Con ese razonamiento, entonces deberíamos dejar de buscar a quienes roban celulares o billeteras y convertir esos delitos en patrimonio nacional.
Pero, digamos que acogemos su tesis. Aceptamos que eso de ir por la vida sobornando jueces es algo que se da todos los días en los estrados judiciales (seguramente de eso sabrá la abogada, que se la pasa precisamente trabajando entre jueces y magistrados). Pero algo que no es cotidiano es que uno de los hombres más ricos del país pudiera estar inmerso en una trama corrupta para garantizar su beneficio a través de las decisiones de un juez. Allí lo “cotidiano” que argumenta la abogada se desmorona para convertirse en un hecho bien particular. ¿O acaso todos en la vida hemos tenido miles de millones de pesos en las cuentas, avión privado y propiedades en el exterior?
¿Cómo explica la abogada a sus hijos –si es que los tiene– que su cliente es tan especial que los delitos que se le imputan se diluyen por arte de magia cual Nescafé en el agua?
Tal vez fue con ese ánimo ilustrativo como la señora Hartmann, en diálogo con Laura Palomino en La W, adujo que perseguir internacionalmente al señor Mattos era lo mismo que dictarle orden de captura internacional a alguien que sobornó a un policía o como quemar la casa para matar a una cucaracha. Pues, soy franco: yo sí quemaría la casa.
Y no es que quiera acabar con Mattos. Pero lo que sí quisiera es acabar con todas las cucarachas. Que corruptos grandes y pequeños respondan ante la justicia y paguen por los hechos que les imputan. Por eso, que se queme la casa, que se acaben los corruptos ricos o pobres porque Colombia no aguanta más.
No podemos seguir aceptando esas interpretaciones folclóricas de nuestra justicia para beneficiar a quienes tienen poder político o económico. No podemos pensar que la corrupción forma parte de nuestra cultura ni, por ende, debemos hacer como si nada pasara cuando compran la conciencia de un policía, un juez o un magistrado.
Entiendo que un abogado debe defender a su cliente con todas las herramientas posibles, pero hacerlo utilizando el argumento de que comprar a un juez es como escuchar el himno nacional todos los días a las 6 a. m. en la radio es estirar mucho la pita. Es justificar lo injustificable.
#PreguntaSuelta: ¿Mattos vendría a Colombia a pagar su pena si el juez lo encuentra culpable?
JUAN PABLO CALVÁS
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción