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La mala educación

¿Qué hacemos cuando abogados e ingenieros cohonestan e incluso se emocionan al quebrantar la ley?

Juan Pablo Calvás
Cuando se habla de falta de educación en Colombia, siempre se mira hacia la población más vulnerable. Se habla de la mala educación de aquellos que con dificultad terminan el bachillerato o de quienes estudian en institutos o universidades de garaje esperando que el futuro les sonría y aparezca esa oportunidad que les ayude a salir de pobres.
Se habla de mala educación y se les echa la culpa al Gobierno, al ministerio del ramo y hasta a los profesores por no cumplir con su labor a cabalidad. Y luego, por falta de esa misma educación, se justifican índices de delincuencia y de bajo desarrollo de nuestro país.
¿Pero qué hacemos cuando el mal educado es un médico de familia prestante, graduado de la Universidad Javeriana, con especializaciones y recursos suficientes como para tener su propio centro médico? ¿Qué hacemos cuando abogados e ingenieros cohonestan e incluso se emocionan al quebrantar la ley?
¿Qué pasa cuando esos reconocidos médicos, ingenieros o abogados andan por las carreteras de Colombia a velocidades que podrían duplicar el límite máximo permitido? ¿A quién le echamos la culpa? ¿A la educación?

En Colombia, aunque le achacamos todos los problemas a la falta de educación, son muchas veces los más educados quienes se aprovechan de su posición social para sacarle el cuerpo a la ley.

El caso del accidente múltiple protagonizado por varios vehículos de alta gama en la vía que conduce de Bogotá a Tunja termina mostrando una vez más que en Colombia, aunque le achacamos todos los problemas a la falta de educación, son muchas veces los más educados quienes se aprovechan de su posición social para sacarle el cuerpo a la ley.
Basta con escuchar las declaraciones hechas en La W por el médico dermatólogo Giovanni Bojanini para definir el nivel de descaro con el que se comportan los integrantes de este club de la velocidad. Porque, más allá del accidente del fin de semana pasado, el mismo Bojanini reconoce que ese mismo club ha ido a varios lugares de Colombia con sus vehículos.
¿A qué van? ¿A participar en animadas ferias y bingos de barrio? ¿A mostrar los carros de ochocientos, novecientos o mil millones de pesos a aquellas personas que a duras penas pueden pagar su pasaje de bus? ¿O será, más bien, que han ido a lo largo y ancho de Colombia para probar la velocidad que alcanzan sus vehículos, que en muchos casos supera los 200 kilómetros por hora, es decir, mucho más de lo que está permitido por la norma?
¡Mal educados estos muchachos del club de la velocidad! ¿Quién va a detenerlos?
Pero no basta con el exceso de velocidad. En revelaciones hechas por EL TIEMPO este domingo, se levanta otro velo que cubre la realidad del ingreso de estos carros a nuestro país: la Dian ya está investigando posibles hechos de evasión fiscal que se habrían dado en el proceso de importación de los vehículos. Según la nota, ya son al menos 18 indagaciones que adelanta la dirección de impuestos sobre casos en los que se habría declarado un valor inferior al del vehículo a la hora de pagar los impuestos, y algunos de los carros del rally de la vía a Tunja están en el listado. ¡Una Maravilla! ¡Qué buena educación!
¿Para qué los pergaminos, para qué las mejores universidades, para qué los colegios de estrato seis si al final de ahí salen los cafres de hoy? Es verdad, a veces dan ganas de tirar la toalla en Colombia cuando los primeros en irrespetar las normas siguen tan campantes burlándose de todo un país.
* * * *
#PreguntaSuelta: ¿no existía una norma que obligaba a que después de determinado número de comparendos se le cancelara la licencia de conducción a una persona? ¿No suma ya el señor Bojanini siete comparendos por exceso de velocidad?
JUAN PABLO CALVÁS
Juan Pablo Calvás
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