¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

Fútbol versus paz

Es apenas lógico que no todo el mundo salga a la calle con loas a la paz. ¿Pero qué pasa con los otros? ¿Acaso para los amigos del 'Sí' no se justifica una celebración?

La pregunta me la hizo un amigo argentino: ¿por qué no hay gente en las calles dando bocinazos y agitando banderas para celebrar el inicio del cese del fuego bilateral y definitivo con la guerrilla de las Farc?
Dada mi aversión hacia el fútbol, me pareció profundamente atractivo el paralelo que este perspicaz amigo hizo entre las exageradas y ruidosas celebraciones que se viven en Colombia cada vez que la Selección nacional conquista un triunfo, frente a la discreta emoción que ha caracterizado el cierre de las negociaciones de paz con las Farc, hecho que, visto desde afuera, debería ser más importante que un triunfo frente a la selección de Venezuela.
Es apenas lógico que no todo el mundo salga a la calle con loas a la paz. Bien lo han mostrado los sondeos de intención de voto para el plebiscito: hay un porcentaje importante de la población al que no le gusta el proceso con las Farc, y estas personas no tienen nada que festejar. ¿Pero qué pasa con los otros? ¿Acaso para los amigos del ‘Sí’ no se justifica una celebración?
Echo un vistazo a mis redes sociales y aparecen decenas de personas que, orgullosas, enarbolan el ‘Sí’ como avatar o usan el botoncito de la paloma de la paz o ‘postean’ mensajes a favor de los acuerdos alcanzados la semana pasada en La Habana. ¿Por qué estas personas que en las redes aparecen orgullosas de su respaldo al proceso adelantado en Cuba no salen a la calle a armar la fiesta de la paz? ¿No sería esa una manifestación poderosa para acallar las voces opositoras?
Viene a mi mente la expresión que cada tanto sale de boca de los periodistas deportivos y que es repetida de manera inclemente por la publicidad de los patrocinadores del fútbol colombiano: “nuestra Selección”. Aquí celebramos los triunfos de “nuestra Selección”. Nos enverracamos cuando pierde “nuestra Selección”. Padecemos cuando se presentan dificultades con “nuestra Selección” y “nuestros muchachos”. Pero nadie habla de “nuestra paz”, ni siquiera los más entusiastas. A la paz o al acuerdo con las Farc se los sigue viendo como algo complejo, distante e incluso incierto. No obstante las cifras del Cerac, que evidencian la reducción o casi desaparición de los hechos de guerra con las Farc; sin importar que ya existe el compromiso de los jefes guerrilleros para entregar las armas y abandonar el narcotráfico, esta sigue siendo una paz cualquiera, no “nuestra paz”.
Afortunadamente, la semana pasada un colectivo independiente hizo la convocatoria para reunir en el parque de los Hippies, en Bogotá, a los amigos de la paz y hacer allí una especie de celebración tras la firma del acuerdo final. Pero ese evento, aunque reunió a unas mil personas, no deja de ser pequeño y paupérrimo en comparación con la locura que puede generar un partido cualquiera de la selección o un youtuber en la Feria del Libro.
¿Qué más necesitamos para poder celebrar el final del conflicto con las Farc en Colombia? ¿Qué tiene que hacer el Gobierno para contagiar con verdadera emoción al país por un hecho que, aunque imperfecto, es histórico?
Tal vez esta es una prueba más del profundo desinterés y desconfianza que muchos sienten hacia la política y todo lo que gira en torno a esa galaxia. Aquí nadie sale a celebrar a los políticos y sus logros, de la misma forma en que tampoco salimos a protestar cuando algún mal surgido de la entraña de la política misma nos afecta. Siendo así, quedémonos viendo fútbol y celebrando sus goles. Lástima que eso tenga más atención y genere más emoción que la posibilidad de decir que se acabaron las Farc.
#PreguntaSuelta: ¿qué sería de nuestras noches de karaoke sin Juan Gabriel?
Juan Pablo Calvás
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción