¡Hola !, Tu correo ha sido verficado. Ahora puedes elegir los Boletines que quieras recibir con la mejor información.

Bienvenido , has creado tu cuenta en EL TIEMPO. Conoce y personaliza tu perfil.

Hola Clementine el correo baxulaft@gmai.com no ha sido verificado. VERIFICAR CORREO

icon_alerta_verificacion

El correo electrónico de verificación se enviará a

Revisa tu bandeja de entrada y si no, en tu carpeta de correo no deseado.

SI, ENVIAR

Ya tienes una cuenta vinculada a EL TIEMPO, por favor inicia sesión con ella y no te pierdas de todos los beneficios que tenemos para tí.

¿Qué pasó el 27 de mayo en Colombia?

Los resultados de estas elecciones fueron un rechazo a la clase política tradicional.

La respuesta a la pregunta que sirve de título a esta columna es clara: en las elecciones del domingo pasado, Colombia votó contra los partidos políticos tradicionales. Así como se lee. Ninguna otra lectura se les puede dar a los resultados de un debate electoral en el que dos fuerzas políticas antagónicas se alzaron con la mayor cantidad de votos, dejando regados a dos candidatos que representaban el establecimiento. 
Por una parte, un aspirante a la presidencia sin experiencia administrativa, sin representación en el gobierno, apoyado por un expresidente cuestionado, obtiene la victoria en la primera vuelta. Por el otro, un candidato de izquierda, que despierta temores en la opinión pública, alcanza una votación histórica, lo cual hace pensar en la posibilidad de un triunfo en la segunda vuelta.
Lo que pasó en Colombia el pasado 27 de mayo merece analizarse. Sobre todo porque es necesario encontrarle explicación a la baja votación que obtuvo el Partido Liberal. ¿Qué condujo a que Humberto de la Calle Lombana obtuviera apenas 399.180 votos? En primer lugar, no contar con el apoyo irrestricto de la bancada parlamentaria de su partido. Nadie se explica cómo un partido que el 11 de marzo, en las elecciones para Congreso, obtuvo 2’218.005 votos pierde en dos meses 1’818.825 electores. De la calle era el mejor candidato, el más formado, el de mayor experiencia en el manejo de asuntos de Estado, el que mejor hoja de vida exhibía. Pero los colombianos le cobraron el hecho de haberse desempeñado como jefe negociador del equipo de gobierno en los diálogos de La Habana.
En el caso de Humberto de la Calle se deduce que los congresistas de su partido lo dejaron solo. No movieron un dedo para que quienes votaron por ellos el 11 de marzo esta vez lo hicieran por el candidato liberal. ¿Razones para hacerlo? Como se dieron cuenta de que no registraba bien en las encuestas, pusieron a su gente a votar por otros candidatos. Aquí no hubo disciplina de partido. Los líderes no lo acompañaron en la plaza pública. Hasta el mismo César Gaviria, director de la colectividad, lo abandonó. Pocas veces compartió tarima con él. A esto se suma la valoración que los colombianos hacen de la gestión de Juan Manuel Santos. A De la Calle lo responsabilizan de haberle entregado el país al grupo guerrillero que firmó la paz con el Gobierno. Una apreciación, desde luego, equivocada.
Por otra parte, nadie pensaba que un hombre con la trayectoria de Germán Vargas Lleras, preparado para regir los destinos de Colombia, que se había hecho contar en varias oportunidades, iba a sacar apenas 1’404.265 votos. Esta es una cifra reducida para un exministro que manejó el programa de vivienda gratis, y que como vicepresidente tuvo bajo su responsabilidad la infraestructura vial. Si se tiene en cuenta que el 11 de marzo su partido obtuvo 2’155.487 votos, la debacle fue grande. ¿Para dónde se fueron los 751.222 votos que perdió en relación con el debate pasado, que le permitieron a Cambio Radical elegir 16 senadores y 30 representantes? Preguntas difíciles de responder, pero que hacen pensar en que el país le cobró el acompañamiento de tanto político cuestionado. También el coscorrón y las “preguntas chimbas”.
El gran ganador en las elecciones del domingo pasado fue Gustavo Petro. Nunca la izquierda había obtenido en unas elecciones presidenciales semejante cantidad de votos. 4’851.254 sufragios hacen pensar que su discurso caló hondo en el alma de quienes no tienen oportunidades, y que ven en sus propuestas el sueño de construir un país con equidad social. El voto a favor de Gustavo Petro fue un voto de protesta, comprometido con el cambio. El suyo fue un discurso diferente, que le devolvió a la gente la esperanza, centrado en la búsqueda de una sociedad igualitaria, donde la riqueza esté mejor distribuida. Pero el peligro de que llegue a la presidencia radica en que fomente la lucha de clases, como lo hizo a su paso por la Alcaldía de Bogotá. Y que convierta a Colombia en otra Venezuela.
Los resultados de estas elecciones fueron un rechazo a la clase política tradicional. La gente se pronunció, con su voto, contra los vicios entronizados en la política colombiana, y contra la corrupción que como un cáncer corroe el país. Se expresó el voto libre, comprometido con el futuro de Colombia. Que 19’636.714 colombianos hayan ido a las urnas, reduciendo la abstención a un 46,62 por ciento, demuestra el ánimo que asiste a los ciudadanos para protestar. Los 4’586.032 votos obtenidos por Sergio Fajardo, que son de opinión, son un buen principio para construir un país mejor. Y los votos de Iván Duque son una bofetada a Juan Manuel Santos. Su candidato fue derrotado. Lo del domingo fue una notificación a los corruptos. “Estamos cansados de tanta corrupción”, les dijeron los electores.
JOSÉ MIGUEL ALZATE
icono el tiempo

DESCARGA LA APP EL TIEMPO

Personaliza, descubre e informate.

Nuestro mundo

COlombiaInternacional
BOGOTÁMedellínCALIBARRANQUILLAMÁS CIUDADES
LATINOAMÉRICAVENEZUELAEEUU Y CANADÁEUROPAÁFRICAMEDIO ORIENTEASIAOTRAS REGIONES
horóscopo

Horóscopo

Encuentra acá todos los signos del zodiaco. Tenemos para ti consejos de amor, finanzas y muchas cosas más.

Crucigrama

Crucigrama

Pon a prueba tus conocimientos con el crucigrama de EL TIEMPO

Más de Redacción