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Matices

Entre la dicotomía terrorismo-conflicto existe cualquier cantidad de discusiones.

A raíz del nombramiento de Darío Acevedo como director del Centro Nacional de Memoria Histórica (CNMH), se ha armado un intenso debate sobre si en ese cargo puede estar alguien que no reconozca la existencia de un conflicto armado. En el fondo, el debate tiene una motivación política que deja de lado la construcción de una interpretación más cercana a los detalles y complejidades de lo ocurrido.
Poner el tema en blanco y negro –terrorista versus conflicto armado– lo que pretende es reducir la discusión a si la rebelión violenta contra el Estado tenía bases legítimas o no. Es una discusión además marcada por la política, porque quienes la lideran en la arena pública tienen una agenda en ese sentido.
El nombramiento de Acevedo tiene el claro propósito de atacar la justificación de la lucha guerrillera en las causas sociales, señalar que sus motivaciones estaban dadas por el narcotráfico y que para eso hicieron uso corriente del terrorismo. Así se evita justificar cualquier concesión a las Farc. La contraparte, la de Iván Cepeda, entre otros, se enfoca en reconocer la mayor legitimidad posible a la rebelión armada porque es la manera de introducir en el debate político la necesidad de reformas sociales y económicas con el argumento de resolver las causas del conflicto.
Es normal que esa sea la forma del debate político. Se simplifica el argumento para llegar a las emociones de la gente. Pero quienes se dedican a estudiar lo sucedido desde la academia no deberían caer en simplificaciones de ese tipo. Entre la dicotomía terrorismo-conflicto existe cualquier cantidad de discusiones, llenas de matices, para interpretar la histórica.
Por ejemplo, se puede reconocer la motivación ideológica de los líderes de las Farc; incluso, que la riqueza personal no era un fin, pero eso no deja por fuera de discusión que sus objetivos políticos siempre fueron maximalistas, por lo que demandas de cambios sociales como la reforma agraria eran instrumentalizadas para lograr la victoria revolucionaria. También justificaron los medios más atroces. No tuvieron mayor consideración a la hora de reclutar masivamente niños y adolescentes campesinos, con tal de hacer la revolución. Lo hicieron, a pesar del fin de la Guerra Fría y de que los resultados militares mostraban que la victoria era inviable.
No es necesario reducir la discusión a terrorismo o conflicto para encontrar que la historia estuvo llena de matices dolorosos.
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