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No todo vale

El ‘No todo vale’ de Mockus tiene hoy más vigencia que nunca.

Guillermo Perry
Nunca, como ahora, habían tenido más actualidad los lemas de la campaña de la ‘ola verde’ de hace 7 años: ‘No todo vale’ y ‘Los recursos públicos son sagrados’. No podremos saber qué tanto habría podido frenar Mockus, de haber sido elegido presidente, el declive moral de la política colombiana, pero al menos no estaríamos asistiendo a la deprimente discusión sobre qué campaña fue menos ética (si las de Santos o la de Zuluaga) y qué Gobierno repartió más ‘mermelada’ (si el de Santos o el de Uribe).
Nunca fuimos una república de ángeles. Siempre hubo violencia, corrupción y tráfico de influencias a lo largo de la historia de Colombia. Pero no cabe duda de que estos tres fenómenos se agudizaron en los años noventa por la influencia creciente de los recursos del narcotráfico en la política, especialmente después del asesinato de Luis Carlos Galán. Galán y Barco fueron los únicos políticos colombianos visionarios que percibieron con claridad la profundidad de la amenaza del narcotráfico y la enfrentaron hasta las últimas consecuencias. La ofensiva de Barco contra los carteles llevó al período de mayor zozobra en la vida nacional. Los narcos retaliaron poniendo bombas en el DAS, en centros comerciales, en aviones y hasta en colegios. Uno de sus ministros (Low Murtra), el procurador Hoyos, varios magistrados y tres candidatos presidenciales (Pizarro, Jaramillo y Galán) fueron asesinados.
Luego nos arrodillamos por temor. Aplaudimos cuando Gaviria negoció con Escobar su entrega a cambio de modificar el Código Penal y acabar con la extradición, y la Asamblea Constituyente aceptó abolirla. Pero luego nos aterramos cuando el proceso 8.000 demostró que buena parte del Congreso estaba recibiendo dinero de los carteles y el fiscal Valdivieso probó el ingreso masivo de fondos del narcotráfico a la campaña de Samper. Y cuando los narcotraficantes acabaron financiando por igual a los guerrilleros y los paramilitares, a cambio de protección contra las fuerzas del orden (más tarde, las Farc decidieron graduarse de cartel), llevando al período de mayor violencia en nuestra historia.
Tampoco podremos saber qué tanto habría cambiado la historia colombiana si Galán hubiera sido presidente. Pero sospecho que nos habríamos ahorrado lo peor del 8.000 y la ‘parapolítica’ y hubiéramos tenido gobiernos y campañas más estrictas en lo ético.
Porque la ética en la política (el ‘no todo vale’) va mucho más allá de no ser corrupto. Implica también no transgredir la ley, como parecen haberlo hecho tanto las campañas de Santos como la de Zuluaga, y como sucedió con frecuencia en los gobiernos de Uribe, por lo cual hay muchos de sus funcionarios en problemas con la justicia. Exige no hacer guerra sucia en las campañas, como hizo Santos contra Mockus, con el consejo del venezolano Juan José Rendón, o como la hizo el Centro Democrático contra el plebiscito. Ni avalar candidatos corruptos, como lo han hecho varios partidos; en especial, Cambio Radical. Ni embadurnar de ‘mermelada’ pública a los ‘Ñoños’ y similares, lo que refuerza su influencia y su círculo de corrupción, como sucedió bajo los gobiernos de Uribe y Santos. Ni entregar institutos o notarías a cambio de apoyo en el Congreso para sobrevivir, como lo hizo Samper, o para cambiar un “articulito” de la Constitución, como lo hizo Uribe.
Ojalá que este tema defina la próxima elección, sin incurrir en extravíos populistas, para que no volvamos a cometer el mismo error tantas veces.
P. S.: a propósito de Electricaribe, es una vergüenza que algunas compañías extranjeras intervenidas o sancionadas por incumplimiento recurran a sus gobiernos para presionar al nuestro y, peor aún, que esos gobiernos se presten a este papel de lobby indebido.
GUILLERMO PERRY
Guillermo Perry
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