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A recuperar la confianza

Los retos: control de la corrupción, reconciliación, productividad y responsabilidad fiscal.

Guillermo Perry
El próximo gobierno tendrá grandes retos. En lo económico, debe recuperar la confianza de los inversionistas y consumidores, garantizar el equilibrio fiscal y hacer más productiva y competitiva nuestra economía. En lo político, urge lograr la reconciliación entre los colombianos, hacer presencia efectiva del Estado en todo el territorio y restablecer la confianza en nuestras instituciones, para lo cual es necesario controlar efectivamente la corrupción. Nada de esto se conseguirá de la noche a la mañana, pero se deben adoptar posiciones y medidas claras desde un comienzo.
Estos retos están íntimamente relacionados. El equilibrio fiscal, los aumentos de productividad y la confianza en las instituciones son condiciones indispensables para recuperar la inversión y el crecimiento económico de manera sostenible.
La confianza inversionista no se logrará solo con rebajas de impuestos, como parecen creerlo algunos candidatos. La Comisión Asesora del 2015 recomendó que la tributación de las empresas no supere la que impera en los países con los que competimos. Pero, en la actual coyuntura fiscal, ofrecer bajarla aún más de lo que se hizo en el 2016 (a 33 %), sin propuestas creíbles de cómo se compensarían los recaudos perdidos, resulta irresponsable y contraproducente. La reciente baja de calificación de los bonos del Gobierno fue solo en parte consecuencia de la reforma fiscal insuficiente de Santos. Constituyó también una clara advertencia de lo que puede suceder si se implementan las propuestas populistas de algunos de los candidatos opcionados. Perder el grado de inversión anularía el alivio de una baja adicional en la tasa de tributación porque encarecería mucho el costo del crédito para las empresas y el Gobierno.
Además, la desaceleración de nuestra economía no obedece a razones pasajeras: los precios del petróleo no regresarán en mucho tiempo a los altos niveles que tuvieron entre el 2003 y el 2014. Por tanto, la recuperación de la inversión y el crecimiento no se pueden basar en políticas fiscales expansionistas, apropiadas solo para problemas coyunturales. La industria y la agricultura no han podido sustituir el papel dinamizador que estaba cumpliendo el sector minero-energético porque su baja productividad no les permite competir internacionalmente, ni siquiera con la actual tasa de cambio. Sin mayor eficiencia e innovación (y sin una mejor infraestructura y preparación de nuestros trabajadores) no lograremos tasas altas de crecimiento en forma sostenible.
Tampoco parece posible una recuperación estable del crecimiento económico con la actual falta de confianza en nuestras instituciones. Si no se restablece la credibilidad de Gobierno, Congreso y cortes, erradicando los altísimos niveles de corrupción que han revelado los escándalos recientes, difícilmente las empresas y los ciudadanos van a invertir tanto como se requiere, así logremos evitar una crisis fiscal. La confianza inversionista no se puede conseguir con unos cuantos subsidios y privilegios tributarios, entre otras cosas porque, si no hay confianza en la transparencia y la responsabilidad fiscal del Gobierno, los inversionistas no creerán en su permanencia.
Y no parece fácil recuperar la confianza en las instituciones y el futuro del país en el actual ambiente de extrema polarización política e incertidumbre sobre la consolidación de la paz. La reconciliación es una necesidad tanto desde un punto de vista político como económico.
No podemos equivocarnos. Hay que elegir un candidato que sea fiscalmente responsable y tenga la capacidad y la credibilidad necesarias para controlar la corrupción y conseguir la reconciliación. Solo de esa manera se logrará la recuperación de la confianza perdida en nuestras instituciones y en el futuro económico de nuestro país.
GUILLERMO PERRY
Guillermo Perry
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