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107 razones para no olvidar

29 años después continúo con 107 razones para no olvidar y una para luchar: que sepamos la verdad.

Gonzalo Enrique Rojas
Durante los últimos 29 años he tenido 107 razones para no olvidar aquel 27 de noviembre. Ese fue el día en el que mi papá tomó su último vuelo. Aquel que lo llevaría a la ciudad de Cali por cuestiones de trabajo, el mismo vuelo que al cabo de cinco minutos de haber despegado explotaría inexplicablemente en el aire y acabaría con la vida de las 107 personas que se encontraban a bordo.
–Azafata: Capitán, espere, perdón, estamos esperando un pasajero más, que se atendió pero no abordó… supuestamente el equipaje es una caja.
–Capitán: Pero no los veo bajando las maletas.
Esa sería la última conversación registrada en la caja negra de quienes habrían podido advertir el fatídico desenlace, pero que muy seguramente no presentían, ni les cabría en la cabeza que dentro del avión se encontraba sentado el pasajero 108, aquel que detonaría el artefacto explosivo sin saberlo y que iba en compañía de ese aquel que “se atendió pero no abordó”.
Dos nombres que no aparecen en la lista de las víctimas, pero sí en los testimonios de quienes aseguran conocer los detalles de cómo se planeó y ejecutó el atentado al avión de Avianca. Ellos eran Julio Santodomingo y Alberto Prieto, que tenían reservadas las sillas 15 F y 15 E.
Pero ¿cómo explicar la explosión en pleno vuelo de un avión comercial? Esa era la pregunta alrededor de la cual 107 familias tuvimos que seguir los titulares de prensa y que rápidamente se confirmaría sobre una sola hipótesis, la del atentado terrorista ordenado por Pablo Escobar, para acabar con la vida del candidato presidencial César Gaviria.
Según el mismo coronel Homero Rodríguez, quien para entonces se desempeñaba como jefe de Inteligencia del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), asegura en su libro Misiones secretas: de la puerta falsa de La Catedral y otras salidas, que:
“En desarrollo de la misión recomendé al Dr. Gaviria no utilizar vuelos comerciales en sus desplazamientos durante la campaña política, sino vuelos privados, para minimizar el riesgo; él aceptó la recomendación y se salvó del atentado en su contra el 27 de noviembre cuando un avión de Avianca en el cual iba a viajar a Cali fue destruido cuando sobrevolaba la población de Soacha por un artefacto explosivo en el cual se utilizó Semptex”.
Una afirmación que realiza al menos tres veces en su libro, y que coincide con el testimonio de John Jairo Velásquez Vásquez, alias ‘Popeye’, quien aseguró en una entrevista al diario EL TIEMPO, el 23 de noviembre de 2009, que:
“¿El avión de Avianca? Ese atentado fue muy fácil. Cuando el hijo de Galán le entrega las banderas del nuevo liberalismo a César Gaviria, Pablo empieza a planear su muerte y mueve toda la maquinaria de inteligencia. Así se entera de que Gaviria va a viajar en ese vuelo de Avianca. ¿Cómo se salva? Por el coronel Homero Rodríguez, que después fue director de la cárcel de la Catedral, quien le dijo que no viajara”.
¿De jefe de inteligencia a director de la cárcel de la Catedral? Si, efectivamente leyó bien. El coronel Homero Rodríguez hacía las veces de director cuando Pablo Escobar se fugó de aquella cárcel recordada por las excentricidades que se hallaron en su interior, que parecía más un club vacacional que un centro de reclusión. El mismo lugar donde asistieron jugadores de fútbol, personalidades políticas e incluso desaparecieron personas.
Vale la pena preguntarse cómo se puede ser jefe de inteligencia, tener la capacidad de prever el riesgo que le representaba al candidato presidencial tomar el vuelo que lo llevaría a Cali, pero carecer de la capacidad de conocer todas las cosas que pasaban dentro la cárcel que él dirigía. ¿Casualidad? ¿Conveniencia? O peor aún: ¿incompetencia?
Veintinueve años después, continuó con 107 razones para no olvidar y una para luchar, y es que algún día se haga justicia, y como país sepamos la verdad, porque lo único cierto en esta historia es que no fue un accidente.
Con esto, quiero invitar a la Fiscalía General de la Nación y a la Comisión de la Verdad a que se sumen a ayudarnos a esclarecer este capítulo de la historia del país. Lo merecemos las familias, lo merecemos los colombianos.
Gonzalo Enrique Rojas
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