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Nuevas autodefensas

¿Tendremos que envejecer oyendo de motosierras, gatillos, fosas comunes, hornos, o de violación sistemática de mujeres por los jefes de esos ejércitos de autodefensa para protegernos ahora de los guerrilleros desmovilizados que posiblemente se queden con todo?

Gonzalo Castellanos
Marchan las Farc a las zonas de concentración. Llevan suministros de batalla con orden de enterrarlos pronto. También cargan honda incertidumbre; no importa cuánto pidan perdón, las armas que entreguen o las celebraciones por la paz anunciada, ecos del camino van diciéndoles que no basta un libro de acuerdos, que la reconciliación está lejos, igual que persiguen los gatos la luz de una linterna en la pared.
Les dicen a ellos, y nos anuncian a los que creemos en otro país posible. Hay llamado a venganza. Cada día, desde que empezó el diálogo que condujo al Acuerdo, ha sido asesinado algún activista social, de esos a quienes resulta cómodo ponerles rótulo de guerrilleros, sospechosos; los que “no estaban recogiendo café”, como se decía durante el gobierno del presidente Uribe, que quiere seguir gobernando.
Y así, con ímpetu, habla José Lafaurie, presidente de Fedegán (organización de ganaderos). Los guerrilleros desmovilizados se apoderarán de la tierra, pero Fedegán seguirá siendo el muro de contención frente a esas pretensiones, afirma en una extensa entrevista.
¿Cómo puede llegar a interpretarse eso (no porque Lafaurie lo manifieste textualmente, aclaro), en un país que no desactiva el odio y donde es evidente que muchos ganaderos y finqueros propiciaron o aceptaron el paramilitarismo como fórmula de exterminio y técnica del miedo?
¿Debemos prepararnos (o seguir preparados) para que un nuevo ejército de seguridad de la tierra se levante contra otro que existió durante 51 años y ahora se desmoviliza? ¿Tendremos que envejecer oyendo de motosierras, gatillos, fosas comunes, hornos, o de violación sistemática de mujeres por los jefes de esos ejércitos de autodefensa para protegernos ahora de los guerrilleros desmovilizados que posiblemente se queden con todo? ¿Cuáles serán las novedosas tácticas de ese “muro de contención”?
Hace poco leí un libro que termina citando a Galeano: la utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte, diez. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso sirve, para caminar. Pero hay nuevo aire: en fin, quienes vociferan como Lafaurie no convencen de que es pura utopía querer bajarle volumen a la-furia.
Gonzalo Castellanos
Gonzalo Castellanos
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