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El sedentarismo y la mala alimentación han aumentado los casos de obesidad infantil.

Las abuelas son adorables, y la complicidad con sus nietos suele constituir una fuente maravillosa de felicidad. Pero no hay que hacerles caso cuando pretendan dar a entender que un niño rellenito es sinónimo de niño sano, como equivocadamente se pensaba hace algún tiempo.
Nada de eso. El sedentarismo y la mala alimentación han aumentado de manera preocupante los casos de obesidad infantil, fuente de un sinnúmero de enfermedades y de limitaciones en el adulto.
Luego de varios años de estudio y análisis de casos y estadísticas, el reconocido ortopedista Pablo Rosselli acaba de publicar el libro ‘La actividad física, el ejercicio y el deporte en niños y adolescentes’, en el cual ofrece datos muy preocupantes, pero, a la vez, da consejos y propone prácticas oportunas para hacer realidad aquel dicho de “niños sanos, adultos felices”.
Cuenta Rosselli, por ejemplo, que, en promedio, los niños están empezando a ver televisión es a los cuatro meses de edad, y pasan frente a la pantalla alrededor de cinco horas por día. Que la inactividad cobra 35 millones de vidas cada año e incrementa la prevalencia de más de dos docenas de enfermedades como la hipertensión, la diabetes, el infarto y el cáncer. ¡Realmente preocupante! Del otro lado de la moneda, este libro explica que el ejercicio constante puede reducir esta cifra alarmante en un 66 por ciento.
Es una lástima que cada vez sea menos frecuente que los niños se reúnan para ir a nadar, para jugar a la lleva o para montar en bicicleta, mientras que es común verlos en algún rincón de la casa concentrados en una tableta electrónica y ajenos a este mundo. Lo más grave es que no estamos diseñados para el sedentarismo: apenas un siglo atrás –revela Rosselli–, el ser humano usaba el 80 por ciento de la energía ingerida en la actividad física, mientras que hoy el porcentaje disminuyó al cinco por ciento.
Se ha demostrado que, además de los beneficios físicos, el deporte “genera cambios estructurales en el cerebro y mejora el aprendizaje y la capacidad de concentración”. Con razón el Colegio Americano de Medicina del Deporte recomienda que los niños de entre 6 y 17 años hagan entre una y tres horas de ejercicio al día.
Muy valioso el libro del doctor Rosselli, que sugiere hábitos indispensables para sobrevivir a una era en la cual las piernas tienen cada vez menos uso.
FERNANDO QUIROZ
En Twitter: @quirozfquiroz
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