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Caer en las redes

Se han encargado de promover el odio, de ponerle un altavoz a quienes deciden mentir como estrategia

Fernando Quiroz
No lo digo yo, lo dice Jaron Lanier: hay que abandonar las redes sociales lo antes posible. Y advierte que habla como científico informático y no como científico social.
Lanier, considerado en ciertos ámbitos una de las voces más respetadas del mundo tecnológico, ha sido protagonista de la historia de Silicon Valley, además de músico y filósofo. Y lo dice de manera que no quede duda: “Evito las redes por las mismas razones por las que evité las drogas: me hacen mal”.
Encontré –quizás navegando en alguna red, paradójicamente– las razones que expone Lanier para una afirmación tan categórica, tan impopular y de tan improbable atención. Y lo que dice se puede resumir en unas cuantas ideas: “Estás perdiendo tu libre albedrío”, pues las redes “están minando la verdad, te están volviendo un idiota, te están haciendo infeliz”.
Es innegable que las redes sociales cambiaron la manera de relacionarse con el mundo y con los demás, de acceder a la información y de expresarse. Sin ellas sería imposible emprender ciertas campañas en contra de abusos empresariales o reaccionar sin demora ante las mentiras del comercio.
Pero, curiosamente, esas mismas redes se prestan para multiplicar las falacias de los políticos y para que aquellos que nunca tuvieron voz ahora se expresen, por lo general con insultos y muy pocas veces con argumentos respetables e inteligentes.
Ahondando en las razones de Lanier es fácil comprobar que las redes se han encargado de promover el odio, de ponerles un altavoz a quienes deciden mentir como estrategia, de presentar un mundo de bellos, famosos y felices que no corresponde a la realidad. Y hay quienes a través de ellas poco a poco les van endosando su autoestima a los demás, y su tranquilidad empieza a depender del número de seguidores o de likes.
Y mientras algunos suben fotografías de sus vacaciones inolvidables y otros enseñan sus últimas adquisiciones en espera de ser aprobados, los grandes monstruos detrás del andamiaje se van quedando con la información y van armando el rompecabezas de cada usuario: primero para ofrecerle aquello que va a necesitar –porque saben, por ejemplo, que ha comprado un tiquete y está en busca de un hotel– y luego para ofrecerle lo que cree que va a necesitar. Para moldearlo. Para empezar a decidir por él.
¿Habremos caído irremediablemente en las redes?
@quirozfquiroz
Fernando Quiroz
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