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El castillo de naipes venezolano

Tenemos un gobierno débil e incapaz, que no es del todo una dictadura, pero tampoco una democracia.

El ser humano no es una especie fácil de controlar, a menos que otros seres humanos ocupen su tiempo en amoldar la conducta de las personas hasta el punto de crear una nación de sumisos. A lo largo de la historia y en diferentes continentes hay ejemplos de este experimento que es el socialismo: Rusia, Corea del Norte, Cuba; pueblos que se han familiarizado tanto con ese sistema de gobierno que desarrollaron no solo una dependencia sino también miedo. E inspirada en la Cuba de Fidel Castro, Venezuela poco a poco ha trabajado de adoptar este sistema creado por Karl Marx, hasta el punto en que hay venezolanos que ven al comunismo como un salvavidas que los mantiene a flote en un mundo movido por dinero.
Esto es algo que sucede con frecuencia, quizás porque las personas al verse perdidas encuentran un sistema de gobierno que los hace sentir seguros, debido a que, en teoría, el Estado garantiza la supervivencia de los ciudadanos, y el venezolano es un pueblo tan básico que se conforma con una arepa y un vaso de Coca Cola; pero, a la vez, es tan ignorante que aquí las “madres de la patria” buscan quedar embarazadas cada dos años porque el gobierno les paga manutención por eso y hay personas que se inscriben en las Misiones Bolivarianas porque a cambio se les ofrece una beca mensual y una laptop.
En esencia, eso es socialismo, pero son más las consecuencias que los beneficios, tan solo de esos dos: una natalidad descontrolada y un sinfín de embarazos precoces, así como desperdicio de capital que podría usarse en dotar los hospitales y supermercados del país en lugar de para comprar votos.
Socialismo no es una palabra inventada por el 'Muerto', más allá de nuestras fronteras existen países socialistas donde “todos son iguales”, lo curioso de eso es que en esos territorios no se vive en democracia como nos quieren hacer creer que se vive aquí, en los países comunistas existen dictaduras, una más represiva que la anterior; la Cuba de Fidel Castro es el mejor ejemplo que se le puede dar a un venezolano.
Sin embargo, a pesar de la creencia popular, en Venezuela no se vive en dictadura; entre otras cosas, la Constitución chavista le da al venezolano el derecho a protestar y la oposición ejerce ese derecho pese a las represiones que se originan. 9 de cada 10 personas pronuncian públicamente su repulsión hacia este régimen y el 92 % de los venezolanos no reconoce a Maduro como su presidente ni se refieren a él con respeto alguno, al contrario, lo hacen con desprecio. Ningún dictador permitiría tal cosa, al escuchar la primera blasfemia enviarían a su interprete a trabajos forzados o a una muerte lenta.
Lo que sí tiene Venezuela es un gobierno débil e incapaz, que no es del todo una dictadura, así como tampoco es una democracia. Con la Asamblea Nacional inhabilitada, el país cada vez se vuelve más anárquico, como ocurrió en los municipios de Maturín o Caroní, ahora sin gobierno local, pues sus alcaldes fueron condenados, uno porque era un fuerte líder opositor, y otro porque pudo llegar a ser gobernador.
Venezuela no es ninguna de las dos cosas, ni blanco ni negro. Aquí se tiene un régimen autoritario con características dictatoriales, pero demasiado débil como para llegar a ser una dictadura.
Por otra parte, y para soplar el castillo de naipes, este país tampoco cumple con las características de un pueblo socialista, porque al ser todos los ciudadanos iguales no hay clases sociales, es decir, ni ricos ni pobres, solo personas; pero en Venezuela, sí existe esta distinción y quienes aspiran a más son los que pueden pagar más, cosa que derrumba completamente el concepto de “Socialismo del siglo XXI” porque en este pequeño pedazo de tierra el poder va de la mano con el dinero, lo que nos convierte en un país capitalista, uno donde no hay ricos y pobres, sino pobres y más pobres.
ELLY HERNÁNDEZ
* Estudiante de la Universidad Católica Andrés Bello, Venezuela.
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