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John Lynch

El legado de este gran historiador para Hispanoamérica es enorme. Apenas justo rendirle tributo.

Recién iniciaba mis estudios de historia cuando me dieron la tarea de escribir un ensayo sobre Rosas, símbolo del caudillismo latinoamericano del siglo XIX. Entre las lecturas recomendadas estaba un libro cuyas páginas devoré con sed de aprendiz, cautivado además por el género biográfico, tan despreciado entonces en nuestro medio: 'Argentine Dictator: Juan Manuel de Rosas' (Oxford, 1981).
Lo escribió John Lynch (1927-2018), notable historiador inglés que murió la semana pasada.
No fue su única biografía.
En 2006 se le midió a Simón Bolívar, en un texto elogiado por otros estudiosos del Libertador como David Bushnell. Le faltaban quizás detalles, observaba Bushnell, pero era “mucho más legible” que el de Gerhard Masur y “más balanceado” que el de Salvador de Madariaga.
El libro se publicó en momentos apoteósicos del culto a Bolívar en la Venezuela de Chávez. Lynch, como buen historiador, supo guardar distancias, pero en su párrafo final dejó expresas sus opiniones respecto de esa “nueva herejía”, el “populismo bolivariano”, el culto a Bolívar una vez más puesto al servicio de los autoritarismos.

En todos los temas que trató, será por mucho tiempo referencia obligada, por su “erudición, su talento sobresaliente para la síntesis lúcida y su límpida prosa”.

No contento quizás con Bolívar, tres años después Lynch publicó un libro sobre San Martín. “Mr. Lynch es renuente a ir más allá de la evidencia documental”, decía la reseña de The Economist, lamentándose por la falta de novedades sobre el encuentro de los dos libertadores en Guayaquil, mientras reconocía todos los valores del historiador.
Los biografiados de Lynch no eran los “héroes” de Carlyle, si bien les reconocía agencia histórica y cualidades extraordinarias.
Rosas, por ejemplo, solo era entendible –según Lynch– como parte de la estructura más amplia del mundo de los estancieros argentinos. En 'Caudillos en Hispanoamérica', 1800-1850, un libro sobre figuras como Páez, Santa Anna y (nuevamente) Rosas, el caudillaje es presentado como un sistema, de ataduras sociales y económicas, más allá de la mera voluntad de unos cuantos individuos.
Sería equívoco, además, identificar a Lynch como un biógrafo, no obstante haber escrito tantas biografías importantes. Sus primeros trabajos fueron sobre la monarquía española, tanto bajo los Habsburgo como bajo los Borbones.
Quizás su libro más conocido sea 'Las revoluciones hispanoamericanas', 1808-1826, publicado en inglés por primera vez en 1973, un verdadero clásico en la materia. La tendencia reciente ha sido explicar las independencias, ante todo, como el resultado de la invasión napoleónica en la península ibérica, sin duda un evento de repercusiones descomunales. Importa, no obstante, repasar la explicación de Lynch, con sus observaciones sobre un proceso revolucionario universal y de larga duración, y los desarrollos del “incipiente nacionalismo” en América.
Casi al final de su vida, John Lynch volvió a la carga con otro libro que selló su carrera: 'New Worlds. A Religious History of Latin America' (Yale, 2012) –una historia de la religión en el continente, desde la Conquista hasta nuestros días, con énfasis en el catolicismo–. Fue, pues, un historiador prolífico y variado.
En todos los temas que trató, será por mucho tiempo referencia obligada, como señala Anthony McFarlane –su discípulo, hoy profesor emérito de Warwick–, por su “erudición, su talento sobresaliente para la síntesis lúcida y su límpida prosa”. Lynch formó parte de la “vanguardia de académicos británicos” que promovió los estudios de Latinoamérica en el Reino Unido. McFarlane lo recuerda además como una persona “reservada y modesta”, apreciada por todos, particularmente por sus estudiantes.
El legado de John Lynch para Hispanoamérica es enorme. Apenas justo rendirle tributo a este gran historiador.
EDUARDO POSADA CARBÓ
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