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Entrenando el cerebro

Todos queremos cosas buenas: compañía, amor, confianza... ¿Se pueden hacer crecer en el cerebro?.

Recientes suicidios de celebridades como el chef Anthony Bourdain han vuelto a destapar el eterno interrogante sobre por qué alguien llega al punto de pensar lo impensable: ‘No quiero vivir más’.
La realidad del suicidio es tema de discusión porque esos personajes parecían tenerlo todo para ser felices: trabajos ideales, relaciones estables, amigos, fama y fortuna. Pero esa era la imagen. Por dentro luchaban permanentemente contra una profunda tristeza y depresión.
A raíz de esos suicidios aprendimos que las tasas de gente que se quita la vida siguen subiendo globalmente. Pero esta columna no es sobre suicidio. Es sobre el otro lado de la moneda: la felicidad y la tendencia humana a fijarnos en lo negativo.
Se ha comprobado científicamente que nuestros cerebros están naturalmente conectados para centrarse en lo negativo, lo que puede hacernos sentir estresados e infelices, aunque haya muchas cosas positivas en nuestras vidas.
Los humanos podemos adaptarnos a cualquier cosa. Contar con un buen trabajo, estar en una buena relación de pareja, ganar la lotería o tener muchos amigos en Facebook, pero eventualmente encontramos nuevas cosas para quejarnos. La sensación de estrés, preocupación, incompetencia y soledad parece inevitable, inclusive cuando realmente nada malo está ocurriendo.
Desde luego que la vida puede ser dura y a veces terrible, pero, según un nuevo libro que está recibiendo enorme atención, ‘Los cables de la felicidad: la nueva ciencia cerebral de la alegría, la calma y la confianza’, del dr. Rick Hanson, un conocido neuropsicólogo, podemos entrenar nuestros cerebros para apreciar las experiencias positivas, enfocarnos en ellas e instalarlas en el cerebro.
No se trata de evitar pensar negativamente, lo cual es imposible, dado que la evolución optimizó nuestros cerebros para sobrevivir pero no necesariamente para encontrar felicidad, sino de poner en práctica lo que el autor llama “absorbiendo lo bueno”.
Todos queremos cosas buenas: felicidad, compañía, amor, confianza... ¿Se pueden hacer crecer en el cerebro? Según el libro, es posible entrenarlo para que esas cosas positivas se conviertan en estructuras neuronales, y solo toma 10 o 20 segundos.
La estructura neuronal se construye repitiendo patrones de actividad mental, y el cerebro es naturalmente bueno para hacerlo a partir de experiencias negativas. De ahí que sea más fácil recordar información negativa sobre alguien, y por eso la propaganda política, por ejemplo, se enfoca en lo negativo.
Ojo, que no estamos hablando de ‘pensar positivamente’. Mucha gente habla de ver el lado positivo de la vida y sonreírle a la mala fortuna, pero generalmente es palabrería, y en realidad están llenos de rabia, descontento, desilusión o soledad. Piense en los que andan por ahí diciendo que el mundo es bello, pero son gente amargada y dañina.
Tener pensamientos o experiencias positivas, sin tomarse 10 o 20 segundos para hacer que la sensación se instale conscientemente en el cerebro, es, según la nueva teoría, un desperdicio.
Aquí está el secreto: hay que entrenar el cerebro como para cualquier deporte o actividad física, interiorizando repetidamente la sensación de tener nuestras tres necesidades básicas satisfechas: seguridad, satisfacción y conexión.
Experiencias de relajación, calma, sentirse protegido, fuerte, recursivo están directamente ligadas a la seguridad. Para la necesidad de satisfacción se trata de interiorizar cuando experimentamos gratitud, alegría, logro, éxito, sentido de plenitud en lugar de vacío. Y, en cuanto a conexión, hay que fijar las sensaciones de inclusión, de ser visto, apreciado, gustado, amado, compasivo, amable y afectuoso.
No puedo terminar esta columna sin repetir una recomendación: está científicamente probado que el ejercicio regular y enérgico confiere beneficios de salud mental tan poderosos contra la depresión leve como los medicamentos.
CECILIA RODRÍGUEZ
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