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¿Una presidencia por firmas?

Sin partidos y con un presidente por firmas es imposible manejar democráticamente un país.

La posibilidad de que el nuevo presidente de Colombia sea elegido por firmas es muy alta. Los dos partidos que sí respaldan a sus candidatos hasta ahora –el de Uribe y los ‘verdes’– no llegarán solos a la segunda vuelta, y los candidatos con los cuales tendrán que unirse llegan por firmas. 
La primera reacción ante el número –insólito– de candidatos que hoy recolectan firmas de los electores causó primero simpatía entre quienes vemos, desde hace tiempo, el estado lamentable al cual han llegado nuestros partidos políticos. Sus niveles de corrupción, su carencia total de ideología, su capacidad para expulsar a quienes los critican, su nepotismo y su responsabilidad en muchos de los males de este país sacaron de sus filas a numerosos colombianos con vocación política. Sin embargo, el nivel al cual ha llegado el rechazo a representar un partido político, aun entre aquellos que están donde están porque se beneficiaron de sus malas mañas, plantea problemas muy graves que deben ser analizados antes de que ocurran.
Mientras esto sucede con la campaña presidencial, el Congreso de la República sí representará a esos cascarones de partidos políticos. Llegar al Senado o a la Cámara de Representantes por firmas es un simple globo. Ahora bien, imagínense las órdenes que les darán los presidentes del Partido Liberal, del Conservador e inclusive del Polo a sus bancadas del Congreso. No solo no sentirán ninguna responsabilidad con él o la elegida, sino que le cobrarán la traición al alcanzar el mayor nivel de poder en el país sin sus maquinarias.

Lo que está viviendo Pedro Pablo Kuczynski en el Perú será nada frente a la oposición que sufriría el próximo mandatario o mandataria de Colombia

Supongamos que llega Clara López por firmas. ¿Se imaginan la solidaridad del Polo Democrático con ella? Según ellos, fue gracias a ese partido como llegó a ese nivel. Para el Polo, Clara los abandonó, si no afirman que los traicionó. Obviamente, el resto de parlamentarios no sentirán compromiso alguno, a menos que coincidan sus intereses con los de la presidenta. Un verdadero azar para la primera magistratura.
Pero sigamos. Sale Marta Lucía Ramírez elegida por firmas como presidenta. De nuevo, el Partido Conservador rechazará cualquier iniciativa gubernamental por la traición que les quitará nombramientos cruciales en el ejecutivo. Y eso le pasaría a Humberto de la Calle si decide irse por firmas, que sería lo más sensato si siguen en el liberalismo con la idea de impulsar 5 o 6 precandidatos. Eso mismo o mucho más les puede suceder a Germán Vargas Lleras, a Sergio Fajardo y a los otros ene mil que hoy recolectan rúbricas. Lo que está viviendo Pedro Pablo Kuczynski en el Perú será nada frente a la oposición que sufriría el próximo mandatario o mandataria de Colombia.
Ese permanente enfrentamiento se llama ingobernabilidad. Es decir, una presidencia que hace grandes esfuerzos en medio de construir paz, muy difícil pero crucial para el país, que no logrará consensos en el supuesto núcleo de la democracia. Solo le quedaría al Gobierno hacer lo que más han criticado todos esos candidatos: dar mermelada, que se convertirá en su única salida para obtener consensos, pero no solo en recursos fiscales, sino en puestos en el Ejecutivo. Así que la idea de acabar con el clientelismo, el populismo y la corrupción estatal muere. Incluso, se podría llegar a niveles inmanejables, a menos que ese gobierno acepte andar en una bicicleta estática, con lo que también se le vendrá el mundo encima.
Son válidas las críticas de que los candidatos nacidos dentro de los partidos, en vez de luchar por cambiarlos desde adentro, los abandonen. Pero quienes han fallado en este intento responderían, con razón, que estos pedazos de partidos que sobreviven –y sobre todo sus eternas cabezas– se lo merecen porque jamás quisieron cambiar. Es tan así que César Gaviria seguirá manejando el Partido Liberal en silencio; Pastrana, el Conservador, y así sucesivamente. Sin partidos –distintos a este desastre que tenemos– y con un presidente por firmas es imposible manejar democráticamente un país.
CECILIA LÓPEZ MONTAÑO
cecilia@cecilialopez.com
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