Siniestros

En el mundo, cada año mueren cerca de 1,25 millones de personas por siniestros viales

Cecilia Álvarez Correafebrero 11 de 2017, 11:35 P.M.

Seis mil personas mueren cada año en las vías de nuestro país. No por balas. No por riñas. Pierden la vida como resultado de lo que denominamos equivocadamente accidentes. Pero los accidentes son imprevisibles, mientras que lo que ocurre en nuestras vías se puede evitar. Son siniestros.

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Esta situación no es exclusiva de Colombia. En el mundo, cada año mueren cerca de 1,25 millones de personas por siniestros viales. En América Latina estamos alrededor de los 130.000 muertos por año. Lo que diferencia a nuestro país, tristemente, es que somos uno de los que menos han reducido sus tasas de mortalidad vial en los últimos 10 años. No obstante los esfuerzos ingentes que se hacen desde lo institucional, desde la Policía de Tránsito y desde los diversos órganos que trabajan por la seguridad vial, las cifras continúan rondando los 6.000 muertos por año. Para poner un punto de comparación: esto equivale, anualmente, a 80 tragedias como la del Chapecoense, que tanto nos conmovió, pero año tras año.

En el 2013, siguiendo las mejores prácticas internacionales de países que han logrado reducciones sin precedentes, como Francia y España, creamos la Agencia Nacional de Seguridad Vial. Esta agencia se está poniendo en marcha, y ahora el país cuenta con el soporte institucional requerido para la aplicación de las políticas y medidas de seguridad vial nacional, con la capacidad de coordinar los organismos y entidades públicas y privadas comprometidas con el tema.

En el 2016 entraron a nuestras vías 250.000 carros y 565.000 motos adicionales. Los muertos ya no son solo en las carreteras y autopistas, sino que ahora son en las ciudades. Las principales víctimas ya no son los conductores, sino los peatones y los motociclistas. La falta de capacidad de convivir todos bajo un mismo espacio, sin matarnos, se presenta como nuestro principal desafío. En este sentido, la Agencia de Seguridad Vial, la Policía de Tránsito y los alcaldes y demás órganos institucionales tienen una clara responsabilidad, pero es poco lo que podrán hacer si no comprendemos que el principal cambio radica en nosotros. Todos nos quejamos de la situación, pero no respetamos las normas básicas de tránsito y convivencia. Pedimos respeto y progreso, pero nos pasamos los semáforos en rojo y parqueamos donde podemos.

Cada vez más sociedades se suman a entender y vivir con conceptos de calles completas y espacio público compartido como derechos fundamentales. Tan básicos como la libertad de expresión. En Ámsterdam, por ejemplo, lo natural es ver a una madre cruzar las vías del tranvía con sus hijos de la mano, con bicicletas y carros a los lados.

Es simple: solo basta con respetarnos como somos, respetar nuestros derechos y aprender a vivir como sociedad. Esa pandemia, que se contagia en nuestras vías, se puede controlar. Y el remedio está en nosotros mismos. El mejor antídoto contra estas muertes injustificadas es la solidaridad, esa capacidad de pensar en los demás. Si en las vías dejamos de avanzar a la ofensiva, morirán menos colombianos. Y si dejamos también de vivir a la ofensiva, nuestro futuro como nación será mucho más positivo. Cada buena acción de cada uno de nosotros en las vías es vital. Reducir la segunda causa de muerte violenta en el país está en nuestras manos. Ya logramos la paz, ahora logremos no matarnos en nuestras calles.

CECILIA ÁLVAREZ CORREA