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Un ministro de Hacienda que repite

Conoce en qué se está metiendo y las difíciles medidas que tendrá que proponer, adoptar y defender.

El nombramiento de Alberto Carrasquilla Barrera como ministro de Hacienda por el presidente Duque se enmarca dentro de la ya afortunada tradición colombiana de que la economía se maneje por individuos con un gran bagaje técnico y reconocida experiencia. O sea, aislar la conducción económica de las presiones de la política, en búsqueda de la estabilidad y la seguridad jurídica para la inversión.
Carrasquilla ya ocupó la cartera de Hacienda por cuatro años. Conoce en qué se está metiendo y las difíciles medidas que tendrá que proponer, adoptar y defender. Eso también es conveniente en la coyuntura presente de la economía, en que resulta ineludible emprender una serie de reformas cuya aprobación va a ser complicada en el Congreso y que van a suscitar un amplio debate público. No tiene que llegar a aprender ni a improvisar. Por eso, la exigencia de los colombianos con el repitente ministro va a ser mayor que con cualquier otro que hubiera llegado a esa posición el próximo 7 de agosto.
En materia de ministros de Hacienda ha habido en Colombia otra tradición interesante: volver al cargo. Eso sucedió en el siglo XIX. Y, desde los años veinte del siglo pasado, cuando se nombró como ministro a Esteban Jaramillo (antioqueño, conservador), quien ya había ocupado la cartera en los años diez y, además, volvió al ministerio en los treinta, en plena crisis económica. Fue tan importante Esteban Jaramillo que se dijo que el presidente López Pumarejo quería demostrarle al país que podía nombrarse un ministro diferente, y designó al bogotano y liberal Jorge Soto del Corral, en 1934.
Hay varios otros casos. Francisco de Paula Pérez (antioqueño, conservador) fue ministro del presidente Olaya Herrera en los treinta y del presidente Ospina Pérez en los cuarenta. José María Bernal (antioqueño, conservador) fue ministro en los treinta y de la Junta Militar en los cincuenta. Abdón Espinosa (santandereano, liberal) fue ministro del presidente Lleras Restrepo por cuatro años en los sesenta y volvió a serlo por un año de López Michelsen en los setenta. Y el caso más reciente fue el de Roberto Junguito (bogotano, conservador), ministro del presidente Betancur en los ochenta y del presidente Uribe en 2002, quien, entre otras cosas, nombró a Alberto Carrasquilla (bogotano, conservador) como su viceministro.
No es novedoso, entonces, que los ministros de Hacienda repitan en el cargo. Antes de que lo hicieran quienes desde hace algún tiempo conocemos como los ministros tecnócratas –Junguito y Carrasquilla entre ellos–, algunos individuos muy conocedores de la hacienda pública y de los asuntos cafeteros se especializaron en el manejo de la cosa fiscal. Fueron ministros de Hacienda y de otras carteras. Yo los llamé en un libro la “élite ilustrada”; personas en su mayoría paisas –de Antioquia y el Viejo Caldas–, miembros del Partido Conservador y abogados de profesión, a quienes los presidentes llamaban repetidamente a ocupar ministerios. Se han conocido también como “los hacendistas”.
En la actualidad, el campo de escogencia es más amplio. Desde 1974 ha imperado la tradición tecnocrática, y han llegado al Ministerio de Hacienda individuos muy bien formados en macroeconomía, economistas e ingenieros, todos con estudios en el exterior y quienes, además, han tenido la capacidad para interactuar exitosamente con el Congreso Nacional. Son los denominados en la literatura latinoamericana tecnopols, aunque en Colombia ninguno de ellos ha entrado de lleno, hasta ahora, en la actividad política.
Carrasquilla, pues, es un valioso exponente de nuestras tradiciones ‘hacendistas’ y ‘tecnocráticas’. ¡Que la buena fortuna lo acompañe en su tarea!
CARLOS CABALLERO ARGÁEZ
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