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Narcos, drama sin fin

La serie ‘Narcos’ quizá descubrió que los narcos y la narcodependencia no tienen fin en Colombia.

Armando Silva
La serie de TV ‘Narcos’ quizá haya descubierto algo: que los narcos y la narcodependencia no tienen fin en Colombia; acaba de presentarse la tercera temporada y siguen. Pero también han descubierto que no hay nada más parecido a la industria de Hollywood que el narcotráfico y sus aventuras ruines, donde la violencia, el sexismo, la corrupción, las amenazas y el crimen viven y penetran una sociedad. Sus productores no mienten cuando dicen, al inicio de cada uno de los 30 capítulos, que es ficción basado en hechos reales y “cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia”.
Muchas coincidencias, pues nadie puede negar que Escobar explotó bombas en centros comerciales, que inundó EE. UU. con toneladas de coca, que la campaña de un expresidente recibió dinero de un cartel, que se reventó un avión en pleno vuelo o que habría corresponsabilidad de los narcos en el asalto al Palacio de Justicia. Todo eso es verdad y la investigación periodística para fundamentarse fue cuidadosa. Pero la máxima truculencia de sus directores fue poner toda esa empresa criminal en un contexto de ‘realismo mágico’, justificado en que ambos hechos no podían nacer sino en Colombia y el uno se presta al otro: acá la ficción cede a la ideología de sus directores.
Traspasar esa barrera ética donde el malvado entra a lo inhumano o monstruoso es parte del drama mediático del que viven varias industrias audiovisuales: al poner el narcotráfico entre realidad y ficción se consigue esa fascinación por lo abyecto. En estudio sobre subculturas del narcotráfico (N. González, ed.) examinamos los tres países de mayor población y PIB –Brasil, México y Colombia– y concluimos que hay una actitud tolerante hacia el fenómeno del narcotráfico que penetra el tejido cultural de la región y previmos el confort para volver industria toda esa maquinaria de crimen espectacular.
Así que a los gringos les falta. La amenaza para descertificar a Colombia por el aumento, ahí si mágico, de sus cultivos de coca en pleno proceso de paz y mantener como terroristas a las Farc por no revelar rutas abrirán una nueva temporada y tendrán que decidir si se trasladan a México con el sexapiloso Chapo, o siguen por acá, con los rediseñados guerrilleros, que habían hecho de la droga una estrategia marxista de lucha, ahora vestidos de traje en el Senado.
ARMANDO SILVA
ciudadesimaginadas@gmail.com
Armando Silva
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