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¿Vuelve el fascismo?

En la práctica totalidad de países europeos ha tomado fuerza un partido de estas características.

Hace más de 6 meses comentaba en esta columna el preocupante ascenso de formaciones de ultraderecha populista y xenófoba en Europa. Hoy, en vísperas de unas elecciones decisivas para la Unión, se ven cumplidos los peores presagios: ya en el interior de la práctica totalidad de los países europeos, desde el sur italiano o español hasta el norte escandinavo, ha tomado fuerza un partido de estas características.
El último susto lo ha dado la remota Finlandia, el fin septentrional del continente, en donde, el domingo pasado, el partido de ultraderecha Verdaderos Finlandeses perdió las elecciones por solo 6.000 votos frente a los socialdemócratas, que deberán ahora formar gobierno frente a esta formación, que a punto ha estado de hacerse cargo del país con el xenófobo Jussi Halla al frente, partidario de sacar a Finlandia de la Unión Europa, condenado por altercados racistas y cuyo ‘hobby’ es disparar con pistolas y rifles.
Lo que hasta hace poco eran brotes que recogían un sentimiento difuso, mezcla de descontento y xenofobia, ha tomado la forma en las últimas semanas de un verdadero frente a nivel continental para el que el vicepresidente y ministro de Interior de Italia, con el movimiento parafascista Liga Norte, Matteo Salvini, persigue el liderazgo. El italiano ya ha realizado numerosas reuniones y presentaciones con sus homólogos europeos, singularmente Marine Le Pen en Francia, con la bandera de una Alianza de Pueblos y Naciones Europeas y la pretensión de crear un grupo parlamentario que una a las formaciones de extrema derecha y sea capaz de dirigir la Unión hacia una verdadera “desunión” que devuelva el poder a los nacionalismos soberanistas, la vacíe de sus contenidos en favor de los derechos humanos y desnaturalice sus instituciones. Son esos nacionalismos los que destruyeron dos veces a Europa en el siglo pasado.
Vladímir Putin apoya esta estrategia, que conducirá a un debilitamiento de la Unión Europea. Como ha revelado el semanario italiano ‘L’Espresso’, el presidente ruso se ha reunido en secreto varias veces con Salvini, y Rusia financiará a través de empresas estatales la campaña de su Liga Norte a las elecciones europeas.
¿Cuál es la causa de la popularidad de estos movimientos y partidos? Los análisis suelen situar en primer lugar los mensajes xenófobos, que culpabilizan a la inmigración de las crisis de empleo, la criminalidad y el terrorismo. Es cierto que las ‘fake news’ procedentes de este caladero de votos influyen en el crecimiento de los sentimientos nacionalistas antieuropeos, pero son muchos los politólogos que niegan que este sea el factor principal o único, y lo suman a las políticas de “estabilidad” de las instituciones oficiales como la Comisión Europea desde la crisis de 2008, que han ido provocando ‘carnicería social’ con millones de parados y una generación entera de jóvenes condenados al desempleo.
El tercer factor, que los sondeos están midiendo, no solo en Europa sino decisivamente en América Latina, es la crisis de la democracia representativa y de su valoración por la gente común al ver que no contribuye a solucionar sus problemas. Como destaca Fernando Vallespín: “Observamos cómo aumenta en las encuestas el número de personas que no ven imprescindible vivir bajo un sistema democrático, y al fondo, en algún lugar del futuro, atisbamos con pavor el rostro del fascismo”.
Los analistas han empezado a denominar este panorama, que acecha los valores de la Europa unida cimentados en las últimas décadas de paz, el “autoritarismo posdemocrático”, que puede conducir a la disolución de la democracia sin estruendo militarista. Estos nuevos actores que amenazan a la Unión Europea, según el economista Joaquín Estefanía, “no se reivindican la mayoría del fascismo clásico, pero es imposible entenderlos sin acudir al recuerdo de lo que esa doctrina significó”.
ANTONIO ALBIÑANA
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