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Algo más sobre el censo

La calidad del censo depende no solo de la tecnología sino de la diligencia de los operadores.

El Dane es el organismo del Estado responsable ante la sociedad de medir, de forma adecuada, oportuna y objetiva, los resultados de la gestión del gobierno de turno en los diferentes sectores económicos, sociales y de la evolución macroeconómica y global; para esto requiere funcionar con independencia técnica y autonomía presupuestal.
Pero lo que hemos visto, en la actual administración, es un organismo cuya dirección actúa más como una agencia subalterna del Gobierno, para lo cual ha incurrido en serios errores metodológicos proclives a acciones de manipulación y de alineamiento del producto estadístico con las expectativas del equipo económico.
Por ejemplo, en enero del 2015, el Dane publicó un aviso pagado en ‘El Espectador’ en el que daba cuenta de la exitosa culminación del censo agropecuario, a lo que respondí que un proyecto estadístico de esas dimensiones se consideraba terminado cuando se habían entregado todos los resultados del mismo, lo cual, para esa época, no había ocurrido.
En julio de ese mismo año, el Dane, en presencia del presidente e invitados especiales, entregó unos resultados preliminares de unas pocas variables, entre las cuales incluyó la llamada pobreza multidimensional con un resultado favorable, supuestamente producto de la gestión del Gobierno, a lo que varios analistas respondimos que ese concepto académico no era un resultado del censo, pues se trata de un indicador sintético, conformado por una batería de indicadores que las variables del censo publicadas no permitían calcular.

¿No habría sido más práctico y más barato que el ciudadano entrara a la página web, bajara el formulario, lo diligenciara sin premura y luego lo enviara por el correo electrónico?

En estos días, en los que el Dane es noticia porque supuestamente ha incurrido en una innovación tecnológica con la realización del censo de población en línea, sacrificando en gran medida el contenido técnico de la información, tal como lo han señalado el ministro de Salud y algunas organizaciones sociales y comunitarias, lo cual rompe la continuidad de algunas importantes variables investigadas en censos anteriores, tuve la ocasión de dialogar sobre el tema con Ernesto Rojas Morales, a quien Carlos Lleras le encomendó en su gobierno, la tarea de transformar y modernizar el Dane, de lo cual surgieron las siguientes inquietudes:
1. La gran fortaleza y garantía que puede ofrecer un censo a los habitantes de un país es la anonimización de la información que aquellos suministran; por ello, a tales efectos, en ninguno de los censos anteriores se les pedía el número de la cédula, el cual solo se anotaba en la boleta que el encuestador expedía como constancia de que la persona había sido censada.
Ese procedimiento facilitaba el acceso de los encuestadores a cualquier comunidad, independientemente de que fueran personas al margen de la ley, en situación irregular, o que no quisieran hacerse visibles por cualquier circunstancia. Así, en el censo general 2005 se pudieron censar guerrilleros, paramilitares, invasores de predios, gente que andaba escondida, ollas delincuenciales, etc. Así mismo, el censo mantuvo a raya a ciertos elementos de la inteligencia del Estado que, so pretexto de prestar seguridad al proyecto, querían obtener información sobre grupos al margen de la ley.
2. Esa característica virtuosa, amparada en la norma de la reserva estadística, se pone en riesgo con el actual censo electrónico, cuya información es compartida automáticamente con la Registraduría Nacional del Estado Civil, en virtud de un convenio de “intercambio de datos”, sobre el cual el director del Dane ha dicho que cuando el usuario entra al sistema, de inmediato la Registraduría valida si el número de cédula corresponde al señalado por el usuario. En ese sentido es muy válida la observación de Rojas Morales en cuanto que “el eCenso es útil pero no esencial y, por lo tanto, no han debido emplear tantos recursos en su promoción y en la defectuosa preparación de las plataformas”.
Al respecto, vale la pena que el Dane explique cuánto le costó ese novedoso “juguete tecnológico” y quién fue el encargado de su diseño e instalación. ¿No habría sido más práctico y más barato que, sin tanta parafernalia tecnológica, el ciudadano entrara a la página web, bajara el formulario, lo diligenciara sin premura y luego lo enviara por el correo electrónico? Así se hace con la declaración de renta en la Dian.
3. La calidad del censo depende no solo de la tecnología sino de la experiencia y diligencia de los operadores, es decir, el éxito lo garantiza que el personal sea seleccionado con criterio objetivo y no electorero, peligro latente en esta época electoral.
4. Finalmente, alarma a la opinión pública la obligación impuesta a los empleados y funcionarios públicos de censarse por el medio electrónico, lo cual es una violación de las garantías ciudadanas, por cuanto ellos son ciudadanos como los demás y, por tanto, pueden escoger la opción de esperar a que el encuestador toque a su puerta a partir de abril.
AMADEO RODRÍGUEZ
* Economista consultor
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