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Nicanor Parra

El autor chileno tuvo una ambivalencia magnífica: la poesía y la física y la matemática.

Se fue a los 103 años “porque se le había olvidado morir”, como reza la voz del pueblo. El chileno Nicanor Parra tuvo una ambivalencia magnífica: la poesía y la física y la matemática, es decir, vio el mundo a través de estos espejos, y no se desdibujó en ninguno. Se consideraba un izquierdista independiente, y los extremos le producían urticaria. En el 2011 ganó el Cervantes, el premio literario más importante de nuestro idioma. Se caracterizó por la antipoesía, que, en términos terrestres, es la desmitificación del lenguaje, la ironía natural, y la acercó a lo popular; por eso, su espíritu de trovador moderno.
Fue un gran lector de Shakespeare, de los romances de García Lorca y de los versos libres de Walt Whitman, entre otros. Esta heteronimia le ayudó a construir una obra demasiado humana y multifacética. Cavó en la imagen poética y dejó a las palabras en su estado puro. Hizo, de las noticias convencionales y los anuncios publicitarios, poemas.
En 'La cueca larga' escribe: “No hay mujer que no tenga / dice mi abuelo / un lunar en la tierra / y otro en el cielo”. En 'Soliloquio del individuo' hace un repaso desde los orígenes del hombre hasta los tiempos modernos; recorre las cuevas de jeroglíficos, la aparición del fuego, las sequías, las guerras, la máquina de coser, los cohetes, la ciencia, las verdades inmutables, y, con un escepticismo deslumbrante, escribe: “Mejor es tal vez que vuelva a ese valle, / a esa roca que me sirvió de hogar, / y empiece a grabar de nuevo / de atrás para adelante grabar / el mundo al revés. / Pero no: la vida no tiene sentido”.
Roberto Bolaño lo idolatraba con razón. Lo intuyó en profundidad. Era su cómplice cuando dice: “La poesía de las primeras décadas del siglo XXI será una poesía híbrida, como ya está siendo la narrativa”. Si uno mira la narrativa de Bolaño y la poesía de Parra, tienen un lenguaje común, desparpajado, antilírico si se quiere, y tienden a fusionar los géneros.
En 'Nuevos sermones y prédicas del Cristo de Elqui', Parra entrevista al Mesías:
“—¿Qué piensa usted de los concursos literarios?
—La competencia no resuelve nada / pues no somos caballos de carrera / los condeno de todo corazón / en esto sí que soy intransigente”.
Polémico, sí; trabajador de la palabra, también. “La muerte es un hábito colectivo”, exclamó, y de la poesía quiso hacer una expresión comunitaria.
ALFONSO CARVAJAL
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