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En Argentina se consolida el populismo caviar

Con un discurso engañoso, Macri ha instalado la idea de que la suya es una política ‘gradualista’.

En abril del 2016 escribí una columna titulada ‘¿Es Macri más populista que Evo?’ y, aunque usted no lo crea, más allá de los discursos intrascendentes y los amigos ‘conservadores’, en los hechos es realmente más populista, demostrando hasta qué punto un discurso puede confundir a mucha gente.
Evo tuvo -y mantiene- un discurso populista y un inicio estatista que se manifestó, por ejemplo, en la nacionalización de empresas de hidrocarburos, mineras, eléctricas y de servicios. Macri mantiene estatizadas casi las mismas empresas. Pero Evo se moderó y convive con el sector privado. Macri, en cambio, tuvo un discurso ‘pro mercado’, pero ha fortalecido y agrandado al Estado, sobre todo si sumamos obra pública. Bolivia creció en los últimos 12 años, y en el 2015 su PIB avanzó 5,5 %; 4,3 % en 2016, y 3,8 %, en el 2017.
En Argentina la presión impositiva solamente -habría que agregarle la desbocada inflación y las altas tasas de interés- supera bien al 34 % del PIB y en ascenso, debido al descontrolado gasto estatal, mientras que en Bolivia es del 28 % con una inflación mucho menor. En el 2016 y el 2017, la deuda pública argentina nacional subió en US$ 80.269 millones, equivalente al 15 % del PIB, con lo que se habría logrado un ‘crecimiento’ -inflado, en rigor- de la economía de solo 0,6 %. (-2,3 % en el 2016 y 2,9 % en el 2017).

La política fiscal argentina es confiscatoria y ante esta realidad los capitales están escapando raudamente al punto que la bolsa de Buenos Aires cayó más de 10 % en pocos días.

Como era previsible -y lo he señalado en innumerables artículos- en estos días se ha desatado una crisis terminal, si no fuera que siempre hay interesados en sostener a los populismos, que ha sido tapa de muchos diarios. Por caso, el ‘Financial Times’ publicó una nota: ‘¿Argentina es un caso excepcional?’. Como dice Warren Buffet: “Nunca se sabe quién nada desnudo hasta que baja la marea”, y la marea financiera se ha retirado debido a la solidez del dólar impulsada por la suba de las tasas de interés en EE. UU., con lo que se descubrió la extrema debilidad de la economía argentina.
Señala el ‘Financial Times’ que “en una semana, el banco central argentino destinó US$ 5000 millones -el 10 % de sus reservas en moneda extranjera- y decretó tres alzas de tasas en un intento por detener el derrumbe del peso… es probable que la decisión de subir su tasa oficial… al insostenible nivel de 40 % intensifique el pánico…”. Imagínese, ¡tasas de interés al 40 %! No existe sistema productivo privado que pueda soportar eso.
Claramente la política fiscal argentina -los impuestos y las tasas- es confiscatoria y ante esta realidad los capitales, sobre todo extranjeros, están escapando raudamente, al punto que la bolsa de Buenos Aires cayó más de 10 % en pocos días.
Por cierto, ante los hechos que desmienten un acercamiento a la economía de mercado, Macri con un discurso engañoso ha logrado instalar la idea de que la suya es una política ‘gradualista’ y que por tanto hay que tener paciencia hasta ver los resultados. Si su política fuera realmente ‘gradualista’ y se hicieran avances hacia una economía ‘pro mercado’, los resultados positivos deberían verse.
Pero en lugar de reconocer que su populismo caviar ha fracasado definitivamente y que ya no tiene dinero para seguir financiándolo -ni nadie que quiera prestarle, a tasas razonables- aparece el salvataje del FMI, que se dedica precisamente a ello: a salvar insalvables, total que los burócratas de este organismo multiestatal no arriesgan su propio dinero, sino que son los ciudadanos de los países miembros los que aportan los fondos por vía impositiva.
ALEJANDRO TAGLIAVINI
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
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