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El problema no son los partidos, sino el sistema

Italia está por constituir el primer gobierno populista de la vieja Europa.

Que la gente está cada vez más descreída de la política no es novedad. Por eso más de la mitad de los europeos -el 56 por ciento- confía en los nuevos partidos para propiciar un cambio respecto a las fuerzas tradicionales, según el Eurobarómetro 2018 dado a conocer recientemente, aunque no todos los nuevos son antisistema, como la formación de Emmanuel Macron en Francia. Aun así, la mayoría respalda la pertenencia a la Unión Europea (UE), con un 67 por ciento -y va en aumento- que la considera beneficiosa.
Mientras que en el 2013 había solo dos formaciones nuevas con representación en los parlamentos nacionales, hoy son 43. Pero, bajo esta etiqueta, el Eurobarómetro engloba a fuerzas más rupturistas como el Movimiento 5 Estrellas de Italia, y también otras europeístas, como La Republique en Marche del presidente francés. Entretanto, los partidos clásicos pierden fuerza en casi toda Europa.
Pero hay dos cosas que es importante resaltar. Primero, que las sociedades son más conservadores de lo que suele parecer. Y es que todo en el cosmos -incluidas las personas- evoluciona por maduración, como las plantas y los niños que crecen lentamente y, por ende, los cambios “revolucionarios” -abruptos- no suelen ser más que retórica.

La culpa no es de los partidos o políticos tradicionales, de modo que cambiarlos o renovarlos es solo cosmética, no va al fondo de la cuestión.

Por caso, Italia que está por constituir el primer gobierno populista de la vieja Europa. Allí solo el 44 por ciento de los ciudadanos cree que su pertenencia a la UE los ha beneficiado. Es el porcentaje más bajo de los 28 países, incluso detrás del Reino Unido, que ha votado en referéndum por el ‘brexit’. Pero el programa de gobierno de la Liga y el Movimiento 5 Estrellas ya no es directamente antieuropeo, sino que se ha convertido en una especie de ‘nacionalista euroalérgico’.
Este gobierno había propuesto salir del euro, la condonación de los € 250.000 millones de deuda italiana con el BCE, y retrotraer todo a tiempos previos al Tratado de Maastricht. Pero los alemanes encendieron luces de alarma dado que, obviamente, no quieren hacerse cargo de la deuda italiana, y los mercados cayeron al punto que la prima de riesgo italiana subió de 120 a 190 en unos días. Así las cosas, ahora se comprometen a “la plena aplicación de los objetivos de 1992 con el Tratado de Maastricht”. Aunque todavía insisten en acercarse a Moscú, expulsión de inmigrantes, proteccionismo comercial y ‘autonomía’ bancaria.
Lo segundo que es importante aclarar es que la culpa no es de los partidos o políticos tradicionales, de modo que cambiarlos o renovarlos es solo cosmética, no va al fondo de la cuestión. Así, unos votan contra la UE y otros se aferran a ella y para no dejarla tramitan la nacionalidad de algún país miembro. Como consecuencia de la salida del Reino Unido de la UE programada para marzo del 2019, unos 7.500 británicos adquirieron la ciudadanía alemana en el 2017, después de un 316 por ciento de aumento en el 2016, lo que lleva a un total de 10.400 en los últimos dos años y esto teniendo en cuenta que deben haber vivido al menos ocho años en Alemania para poder tramitar su ciudadanía.
Es que, el problema de fondo, no son ni los políticos ni los partidos sino los sistemas estatales modernos. Como la violencia siempre destruye, lo que realmente falla son los Estados erigidos como monopolios de la violencia y con cuyo ejercicio -fuerzas policiales y demás armadas- pretenden ‘ordenar’ a la sociedad, imponer leyes que, precisamente, necesitan coaccionarlas porque naturalmente no se dan, contradiciendo el orden del cosmos.
ALEJANDRO TAGLIAVINI
*Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland, California
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