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Sí hay tela

Colombia cuenta con un acervo importante de conocimiento práctico que destila años de reflexión.

Una de las grandes ventajas comparativas de Colombia, digamos, comparado con los vecinos de barrio, es la relativa abundancia de una población de expertos dispuestos a trabajar prácticamente gratis analizando y discutiendo con cuidado y por meses enteros diversos componentes de la problemática económica y social de la nación y luego, por si fuera poco, escribir y firmar unos textos extensos, consensuados párrafo a párrafo con colegas igualmente minuciosos, textos extensos cuyo destino final, o al menos prioritario, suele ser el polvo espeso del Archivo Nacional.
En el último par de años, estas comisiones de expertos han producido y publicado trabajos detallados acerca de variados temas cruciales para la política pública de cualquier país del mundo, incluyendo nuestra espesa problemática agraria, nuestra notoria inequidad social, nuestra falencia en materia de infraestructura y la profunda angustia que producen nuestra situación fiscal y sus amargas perspectivas, tanto en materia de impuestos como en materia de gasto.
Al lado de estos valiosos ejercicios, el sector privado también ha propuesto y apoyado de manera decidida iniciativas cuyo objetivo es similar: convocar a la comunidad de expertos, usualmente provenientes de la academia o de los centros especializados más connotados, y ponerlos a pensar, discutir, y dejar en blanco y negro recomendaciones prácticas para mejorar la arquitectura de la política pública en áreas tan cruciales como la salud y la educación.
El punto de fondo es sencillo: los colombianos tenemos mucha tela de primera categoría para cortar a la hora de pensar el tipo de vestuario que anhelamos lucir en el futuro.
Colombia cuenta, entonces, con un acervo importante de conocimiento práctico que destila muchos años de reflexión y experiencia de sus autores, acervo disponible para todo el que lo quiera usar como telón de fondo para presentar y, sobre todo, ejecutar un ambicioso paquete de reformas económicas y sociales que, sin la más mínima duda, serían piezas fundamentales para la construcción de un país mucho mejor.
Creo que hasta el ejercicio casi trivial de sintetizar las propuestas que estos diversos trabajos presentan ya constituye un aporte importante al debate que tenemos que iniciar, ahora sí muy en serio, de cara al cambio de gobierno. Se trata, ni más ni menos, que de un amplio conjunto de ideas y propuestas que ya cuentan con un aval técnico que es asunto imprescindible para cualquier gobierno serio del mundo.
El doctor Iván Duque se ha tomado muy en serio el hilo conductor de la experiencia acumulada. Eso me parece un gran cualidad, dado el berenjenal de estridencias que con tanta frecuencia permea el debate político aquí y en Cafarnaúm. Punto muy a su favor.
Claro, un conjunto de excelentes propuestas podrá ser una condición necesaria para empezar a acercarnos a ese país mucho mejor que todos los políticos quieren, pero dista de ser una condición suficiente para lograr construirlo con el éxito que los colombianos requerimos. Para eso se necesita un kilómetro adicional de cualidades que empiezan por la serenidad, pasan por la paciencia pedagógica y terminan en el carácter necesario para separar lo que sí y lo que no.
Con Duque ejerciendo la presidencia, los siguientes cuatro años estarán poblados por reformas económicas y sociales basadas en lo mejor del debate técnico colombiano, o sea, años en los que necesitamos que las muchas buenas ideas que nos rodean y han sido discutidas a fondo una y mil veces hagan el difícil tránsito a la cosa cumplida.
O sea que serán años de discusión democrática, posiblemente acalorada pero centrada en los argumentos.
ALBERTO CARRASQUILLA
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