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Más unión, menos discordia

El tema de los próximos meses en Colombia no puede ser lo que nos divide, sino lo que nos une.

La encuesta de Invamer del mes pasado tiene datos muy interesantes, y no son necesariamente los que reflejan las preferencias políticas de los colombianos, sino los que revelan sus principales preocupaciones. En primer lugar está el desempleo, en segundo están la calidad y el cubrimiento de la salud; el tercer punto en la lista es la corrupción, y en cuarto lugar aparecen la calidad y el cubrimiento de la educación. ¿Implementar lo acordado con las Farc? Eso aparece por allá, más abajo, en octavo lugar.
¿Significa la encuesta que a los colombianos los tiene sin cuidado si la paz se consolida o no? Claro que no. La paz está firmada, las Farc están desarmadas y los ciudadanos están pensando en lo que debería ser el foco de todas las campañas a las elecciones del año entrante: el futuro. No el pasado, el futuro.
Una campaña que sea una batalla de ideas y no de rencillas debe enfocarse en preservar y ampliar los avances alcanzados en la lucha contra la pobreza, un objetivo que está amenazado por la desaceleración de la economía, derivada de los bajos precios del petróleo.

La política de la polarización y la división ha dado resultados en las urnas en varias partes del mundo y funcionó de manera espectacularmente perversa con el 'brexit' y también en Estados Unidos

El tamaño de la clase media se duplicó en toda América Latina en la primera década de este siglo y, según el Banco Mundial, en Colombia ese aumento fue todavía más dramático. El 60 por ciento de los colombianos vivían en el 2001 por debajo de la línea de pobreza, mientras que en el 2014 ese porcentaje era del 29 por ciento, dicho por el mismo Banco Mundial. En la antesala de las próximas elecciones, los colombianos merecen que se les hagan planteamientos sobre cómo se va a combatir la incertidumbre económica y derrotar la persistente desigualdad. La alternativa no puede ser un concurso de agravios ni un debate que insista en girar en círculos sobre un pasado que debemos dejar atrás.
Para ponerlo de otra manera, el tema de los próximos meses en Colombia no puede ser lo que nos divide, sino lo que nos une. Y lo que nos une es mucho y debería ser motivo de orgullo, empezando por el aumento de la clase media relatado arriba, pasando por la lucha heroica contra los carteles del narcotráfico, la pacificación del país y el desarme y la reintegración a la sociedad de casi 70.000 colombianos en los últimos 15 años, para mencionar apenas unos cuantos de los muchos logros de las pasadas dos décadas.
Colombia ha mejorado sustancialmente no solo en materia de seguridad, sino también económica e institucional. Es una democracia vibrante, con importantes avances en la protección de derechos individuales y una producción cultural que despierta a diario admiración internacional. Colombia es hoy otro país y lo es, en parte, porque hasta hace no mucho tiempo había más unión y menos discordia. Buscar votos ahondando en nuestras diferencias nos dejará debilitados y resentidos y creará fracturas que después va a ser muy difícil curar.
Ahora bien, la tentación es grande. La política de la polarización y la división ha dado resultados en las urnas en varias partes del mundo y funcionó de manera espectacularmente perversa con el 'brexit' y también en Estados Unidos, en donde el Partido Republicano se eligió con la promesa de destruir todo lo que los demócratas construyeron en los ocho años anteriores.
Aquí también hay una lección que es importante notar: tras los comicios de noviembre pasado en Estados Unidos, no fue solo el país el que quedó fragmentado y fragilizado, sino también el Gobierno y la institución misma de la Presidencia, hoy aquejada por la parálisis y una aparente incapacidad de conciliar y empezar, por fin, a ejecutar.
ADRIANA LA ROTTA
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